Abierto al p¨²blico
Los locales p¨²blicos no pueden discriminar entre sus posibles clientes, aunque no tienen por qu¨¦ apoyar las causas de sus parroquianos
La historia empez¨® en un suburbio de Denver, Estado de Colorado, Estados Unidos de Am¨¦rica. En 2012, Jack Phillips, un pastelero del lugar y persona muy religiosa, se hab¨ªa negado a confeccionar el pastel de boda que le ped¨ªa una pareja gaypara celebrar su enlace. Phillips dec¨ªa que sus creencias religiosas le imped¨ªan celebrar el matrimonio homosexual con la creaci¨®n de un pastel para la ocasi¨®n. Algo chirr¨ªa ah¨ª: quien vende un pastel o un vestido de boda no celebra nada, simplemente vende comida o ropa.
Una ley de Colorado prohib¨ªa a los establecimientos abiertos al p¨²blico negar el acceso y disfrute a los bienes y servicios ofrecidos en ellos a una persona por sinrazones tales como su orientaci¨®n sexual. Los afectados reclamaron ante las autoridades administrativas del Estado. Una de ellas, la Comisi¨®n de Derechos Civiles, resolvi¨® prohibir al pastelero negarse a comportarse como lo hizo y ordenarle impartir cursos de formaci¨®n a sus empleados. Siguieron a?os de pleitos y media Am¨¦rica se involucr¨® en el caso tomando partido por unos o por otros. Hace unos d¨ªas, el Tribunal Supremo federal ha dictado sentencia ¡ªMasterpiece Cakeshop v. Colorado Civil Rights Commissi¨®n¡ª a favor del pastelero.
La Comisi¨®n es una Administraci¨®n P¨²blica, escribe el magistrado Anthony Kennedy, un juez moderado ¡ªy muy inteligente, como casi todos sus colegas: en el Supremo americano no abundan los marmolillos¡ª y cuyo voto es decisivo en un tribunal dividido por igual entre conservadores y liberales. Pero, a?ade, no fue imparcial: uno de sus vocales compar¨® la actitud, que tild¨® de ¡°despreciable¡±, del pastelero demandado con la de quienes hist¨®ricamente utilizaron la religi¨®n para justificar la esclavitud o el Holocausto. Otro dijo algo parecido y los vocales restantes callaron como muertos (proceder idiosincr¨¢sico en funcionarios). Adem¨¢s, la Comisi¨®n aplicaba un doble rasero, pues hab¨ªa convalidado anteriormente las negativas de otros pasteleros a confeccionar pasteles con mensajes contrarios al matrimonio homosexual.
Desde luego, en Colorado como en Catalu?a, las pasteler¨ªas, como establecimientos abiertos al p¨²blico, no pueden negarse a vender un pastel a alguien porque sea gay, musulm¨¢n o partidario del Fin de los Tiempos. Un club puede establecer listas de admisi¨®n; un local p¨²blico, no
Sin embargo, un artesano tampoco puede ser forzado a escribir en sus productos un mensaje expreso cuyo contenido le repele. Si no lo creen as¨ª, suspendan el juicio por favor y preg¨²ntense si un confitero barcelon¨¦s que se niega a confeccionar pasteles personalizados con la bandera espa?ola o con lazos amarillos puede ser demandado por discriminaci¨®n. Uno, que es dalt¨®nico a bander¨ªas, todav¨ªa defiende que los locales p¨²blicos no pueden discriminar entre sus posibles clientes, aunque no tienen por qu¨¦ apoyar expl¨ªcitamente las causas de sus parroquianos. Para poner un ejemplo extremo, un impresor imprimir¨¢, seguro, bastantes libros que no le gustan, pero no puede ser obligado a sumarse con un mensaje propio a las tesis del autor del libro mismo.
Y una artista pl¨¢stica tampoco est¨¢ obligada a retratar a todo aquel que aparezca en su estudio, ni mucho menos a incluir al pie del retrato una soflama a favor o en contra de vaya usted a saber qu¨¦ ocurrencias.
En esa l¨ªnea, algunos proponen distinguir entre artistas y profesionales, por un lado, los cuales tendr¨ªan mayor latitud en la elecci¨®n de sus clientes, y artesanos y comerciantes, por el otro, quienes tendr¨ªan menos discreci¨®n. No estoy convencido, pues la distinci¨®n europea entre arte (de creaci¨®n libre) y artesan¨ªa (sujeta a la legislaci¨®n antidiscriminatoria) es hist¨®rica, cambiante, nunca ha sido universal. Igual ocurre con las diferencias entre profesiones y oficios. Aparte de que, en el ejercicio de muchas profesiones, no se pueden distinguir colores y creencias, piensen en los m¨¦dicos o en los profesores.
Otra propuesta sugiere discernir entre vendedores y prestadores de servicios personalizados para dar m¨¢s libertad a estos ¨²ltimos. Tampoco persuade: adem¨¢s de los pasteleros creativos tendr¨ªamos a los peluqueros, sastres, tintoreros o maquilladores que rechazaran prestar sus servicios a las parejas que quieren vestirse y acicalarse a modo para celebrar su uni¨®n.
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