El mandato del 1-O o la autoficci¨®n pol¨ªtica
Es mentira que el 1 de Octubre diese legitimidad o mandato alguno, al menos democr¨¢tico, al independentismo, ni unilateral ni negociado
Ni siquiera M¨¤xim Huerta va a arruinar la fiesta de estos ¨²ltimos quince d¨ªas, en particular en Catalu?a. Apenas hay costumbre, ni en Espa?a ni en Europa, de ministros que accedan a un gobierno, con sus tuits y sus barrabasadas a cuestas, porque todo es demasiado nuevo. Algunos han de borrarlos a toda prisa, otros tienen que ignorarlos sin desdecirse o apenas matiz¨¢ndolos, muchos otros asumen que el personal entender¨¢ la l¨®gica interior de la red social. Nos acostumbraremos sin m¨¢s problema, de la misma manera que incluso M¨¤xim Huerta puede extinguir cosas tan indignas e indecentes en toda Europa como el 21 % del IVA cultural.
Pero el incendio que sigue vivo es otro. Se llama 1 de Octubre como fuente de legitimidad del legitimismo de Puigdemont, en versi¨®n Joaquim Torra, o en versi¨®n Artadi, o en cualquier otra versi¨®n. Cuando Pedro S¨¢nchez o Mertixell Batet o Miquel Iceta dialoguen pol¨ªticamente con Torra o con Artadi posiblemente escuchen como condici¨®n inexcusable que toda discusi¨®n sobre la cuesti¨®n catalana se remonta al d¨ªa 1 de octubre (no, por supuesto, al 6 y 7 de septiembre). Algunos pueden pensar que se trata de exigir las disculpas que no ofreci¨® el Rey en su discurso unos d¨ªas despu¨¦s. Otros reclamar¨¢n una protesta simb¨®lica por un maltrato a la ciudadan¨ªa que es inaceptable en democracia. Otros incluso podr¨¢n pedir la gesti¨®n pol¨ªtica de una prisi¨®n preventiva que s¨®lo en parte depende del gobierno.
Pero el asunto de fondo est¨¢ en otro sitio, y me parece m¨¢s grave desde el punto de vista democr¨¢tico. Lo que de verdad significa el mito nuevo del 1-O no son las agresiones y los excesos de una polic¨ªa que obedec¨ªa a sus mandos; lo que significa para el independentismo el 1-O es una oportunidad culpable para defender un ¡°mandato¡± que obliga a cualquer poder democr¨¢tico a ser consecuente con ¨¦l. Torra lo ha dicho muchas veces, como lo han repetido Artadi y muchos otros. Ese d¨ªa cuaj¨® la evidencia inapelable de la voluntad popular de Catalu?a de ser independiente. Lo dice la CUP cada dos por tres, lo dice Junts per Catalunya, lo dicen muchos en PDeCAT y a ERC se le oye decir lo mismo. Quiz¨¢ esa misma sinton¨ªa es lo que revela la falsedad de un argumento que desde Catalu?a tiene poca contrar¨¦plica.
Es verdad que tras las porras m¨¢s madrugadoras mucha gente cambi¨® de criterio y decidi¨® ir a votar: unos daban un s¨ª de rabia terminante, otros votaron en blanco como protesta testimonial y otros anularon su voto para mandarlos a todos a paseo. Pero incluso as¨ª, con la bochornosa exhibici¨®n de impotencia policial y de miop¨ªa gubernamental, la poblaci¨®n que acudi¨® a votar no super¨® en ning¨²n caso el 50% y el s¨ª tampoco lleg¨® a esa cifra, ni siquiera incluidas las mesas y los colegios que hab¨ªan sido intervenidos.
El independentismo omite ese dato y apela una y otra vez a la legitimidad y el mandato de una consulta donde faltamos m¨¢s de la mitad de los catalanes, precisamente todos aquellos que s¨ª fuimos a votar el 21 de diciembre. Es mentira que el 1 de Octubre diese legitimidad o mandato alguno, al menos democr¨¢tico, al independentismo, ni unilateral ni negociado. Faltaba gente todav¨ªa para que eso fuera verdad: puede que crezca esa poblaci¨®n segura de la virtud de separarse de Espa?a. Pero todav¨ªa no lo ha hecho.
Hoy, en realidad, el gobierno en Espa?a asume como propio, como espa?ol, el conflicto catal¨¢n, y ese conflicto no consiste en manosear una fecha dolorosa como el 1 de Octubre sino en ofrecer las salidas pol¨ªticas y decorosas al independentismo pol¨ªtico y civil para que abandone el mito del 1 de Octubre como fecha fundacional y la archive, emotiva y justamente, como una derrota. Perdi¨® a manos no de Espa?a sino de la mayor¨ªa de catalanes que no respaldaron una votaci¨®n sesgada, parcial, maniquea y atada. Puede que un d¨ªa esa fecha figure en la prehistoria fundacional de una Rep¨²blica catalana. De momento es la exhibici¨®n prepotente de un poder democr¨¢tico contra m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n. El 1 de octubre sirve a la liturgia de la independencia pero no a liturgia democr¨¢tica: es una versi¨®n pol¨ªtica de la autoficci¨®n literaria.
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