Aqu¨ª no hay quien juzgue
Los juzgados de Mollet, en un bloque de viviendas, son uno de los puntos negros de la justicia en Catalu?a
El mejor despacho de los juzgados de Mollet del Vall¨¨s es, sin duda, el del fiscal. Los otros tienen ventanas por las que entra la luz natural, s¨ª, pero no dejan de estar a escasos cinco metros de otros bloques de viviendas. Las vistas del fiscal son especiales: unas monta?as nevadas y, en el horizonte, un cielo rosado que invita a la reflexi¨®n. La ventana, claro, es falsa: no es m¨¢s que un p¨®ster colgado con cuatro chinchetas, una broma para tomarse con humor lo de trabajar en un despacho l¨²gubre y caluroso.
Jos¨¦ Mar¨ªa Asencio, juez decano de Mollet a sus 29 a?os, ejerce de anfitri¨®n en la visita a uno de los puntos negros de la administraci¨®n de justicia en Catalu?a. Los juzgados de Mollet, a 24 kil¨®metros de Barcelona, est¨¢n en un viejo bloque de alquiler compartido con despachos de abogados y con una empresa de inform¨¢tica. En el vest¨ªbulo hay un arco de seguridad que no siempre funciona (pita de forma aleatoria) y que da acceso a dos ascensores que pasan m¨¢s tiempo estropeados que funcionando. ¡°Hace poco, uno de los ascensores se descolg¨® de golpe una planta y atrap¨® a dos jueces¡±, cuenta Asencio, que no pierde la sonrisa.
Asencio tiene su despacho en la segunda planta. El trasiego es constante y hay una sensaci¨®n pasmosa de falta de intimidad. En el pasillo hay dos bancos de madera. Parecen tra¨ªdos de una iglesia y est¨¢n rasgados con los nombres de cientos de personas. Hay muebles y archivadores de todos los estilos (archivadores met¨¢licos, trasl¨²cidos, de pl¨¢stico beige cerrados con candado) y puertas que parecen dar acceso a otras puertas y a trasteros secretos. El lavabo reservado para los funcionarios ("privado", dice un cartel enganchado con celo) est¨¢ ocupado por los trastos de la limpieza, una pila de cajas de DINA4 por estrenar y hasta un ventilador. Todo es viejo y parece estar mal colocado.
¡°Estos juzgados est¨¢n en un estado lamentable. No hay condiciones dignas para trabajar¡±, lamenta el juez decano mientras gu¨ªa hacia la 5? planta, donde est¨¢ el juzgado de violencia dom¨¦stica. Es lo que m¨¢s le preocupa. ¡°No tenemos espacio para separar a las v¨ªctimas de los presuntos agresores. Se han producido gritos, insultos y hasta empujones entre las familias¡±. Con toda la buena fe del mundo, intentan situar a una de las partes encima de las escaleras, en una semiplanta que es como un "palomar". El espacio no da para m¨¢s. Al lado hay un despacho para las forenses y otra sala m¨¢s peque?a -que el decano no puede abrir porque no tiene llave- para mantener a los detenidos porque tampoco hay calabozos.
Cuando sale a la calle con un vaso de caf¨¦ de pl¨¢stico en la mano, a Asencio le saludan. Mollet, dice, tiene algo de pueblo. Camina unos 200 metros para llegar al registro civil, del que tambi¨¦n es responsable. All¨ª hay una estancia ¡°elegante¡± para oficiar las bodas, el antiguo sal¨®n de plenos. Pero para acceder a ella hay que subir escaleras y no hay ascensor. De modo que, cuando llega alguien en silla de ruedas, tiene que celebrar los enlaces en un peque?o pasillo gris con luz mortecina. La salita est¨¢ atestada de folios y tiene una silla verde viej¨ªsima y un cubo de agua para las goteras.
En una ocasi¨®n, recuerda Asencio, la familia era especialmente numerosa y los novios hab¨ªan venido especialmente elegantes (ella con vestido blanco), de modo que decidi¨® salir a la calle. "Sub¨ª un pelda?o aqu¨ª en la plaza, para que me vieran, y por deferencia los cas¨¦ all¨ª". El decano tambi¨¦n sali¨® a las puertas del juzgado, acompa?ado por funcionarios y jueces de Mollet, el pasado abril. "El edificio es ruinoso. Ninguna condici¨®n es suficientemente apta para ejercer la funci¨®n judicial correctamente", denunci¨® en voz alta.
La llamada de auxilio de Mollet lleg¨® a o¨ªdos de la juez decana de Barcelona, Mercedes Caso, que el 22 de mayo sac¨® a relucir la situaci¨®n de esos juzgados. Lo hizo durante la huelga convocada por jueces y fiscales para exigir una justicia digna. Caso record¨®, adem¨¢s, que en lugares como Mollet las guardias de los jueces se pagan a 4,6 euros la hora.
En los juzgados de Mollet no hay sala de espera. Tampoco espacio para que los abogados se re¨²nan discretamente con sus clientes. Ni acceso diferenciado para jueces y acusados. El aire acondicionado y la calefacci¨®n dan problemas. No es un lugar agradable. "Nadie quiere venir aqu¨ª", zanja Asencio, que ha pasado antes por los juzgados de Salamanca y Torrevieja. Aun as¨ª, dice que el ambiente es bueno. "La mayor¨ªa somos j¨®venes y nos llevamos bien".
El anterior consejero de Justicia, Carles Mund¨®, les prometi¨® el traslado a un nuevo edificio. Pero el proc¨¦s lo cortocircuit¨® todo. Una hora antes de la visita, sin embargo, Asencio ha recibido una buena noticia: la nueva consejera, Ester Capella, le ha llamado por tel¨¦fono. "Dice que han firmado para alquilar un local y que en 11 meses estar¨¢ habilitado". Asencio conf¨ªa moderadamente en el anuncio. Pero recuerda que, hace a?os, se les prometi¨® un nuevo juzgado. Y solo se puso la primera piedra.
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