El orgullo de ser los chicos m¨¢s raros
Avey Tare y Panda Bear rescatan de principio a fin ¡®Sung Tongs¡¯, una obra marciana y liberadora que tambi¨¦n mueve al estupor
Una banda demediada, con solo dos de sus cuatro miembros en acci¨®n. Y una audiencia tambi¨¦n reducida, para la que no hubo que habilitar ninguno de los dos anfiteatros, qui¨¦n sabe si por deserciones balomp¨¦dicas. Circunstancias raras en la noche consagrada a los m¨¢s raros; esos que, a modo de aperitivo, se decantaron, claro, por una rareza. Tuvin, sin un solo cambio de acorde en sus nueve minutos, parece un gui?o evidente a los cantos bif¨®nicos de la Rep¨²blica de Tuva, aunque el ejercicio se quedara m¨¢s en caricatura que en homenaje estricto.
El objetivo central era otro, la recuperaci¨®n del muy influyente Sung Tongs, de 2004. Hay algo de extra?o en la moda, cada vez m¨¢s enraizada, de reproducir sobre el escenario un disco en su integridad. Desaparece el efecto sorpresa en torno al repertorio, esa intriga sobre qu¨¦ canciones escucharemos y cu¨¢les quedar¨¢n en el limbo, pero a cambio se reivindica el ¨¢lbum como unidad de medida y obra integral, justo ahora que prevalece el consumo disperso y fraccionario. La cita de anoche en Joy Eslava tuvo as¨ª un cierto ingrediente de militancia, que Animal Collective ha alentado siempre por su propia extravagancia: son el m¨¢s estrafalario de los grupos que suscita pleites¨ªa, aquel que llevan dos d¨¦cadas aplaudiendo los ac¨®litos y, por si acaso, tambi¨¦n aquellos que no acaban de encontrar la misma longitud de onda.
Ayer no fue una excepci¨®n. Algunos espectadores se balanceaban o parec¨ªan entrar en convulsi¨®n ante unos duelos vocales que oscilan entre la candidez y el histrionismo, que parecen hurgar en las melod¨ªas de la infancia. Un tiempo en el que todo era magia y, por supuesto, no exist¨ªan reglas a las que atenerse. Avery Tare (el alias de David Portner) y Panda Bear (Noah Lennox) disponen de buenas voces que prefieren exacerbar para convertir en aullidos liberadores, en un delirio desga?itado que puede propiciar tanto la catarsis como la risa floja. Quiz¨¢, tambi¨¦n, el estupor.
Hay en el ¨¢nimo de Animal Collective una cierta b¨²squeda del trance que tambi¨¦n est¨¢ presente en diversas tradiciones ancestrales; entre los ind¨ªgenas norteamericanos, sin ir m¨¢s lejos. Otra cosa es lo cre¨ªble que resulten dos chamanes de ciudad que a veces parecen cultivar su rareza por el mero hecho de serlo. Han conseguido un lenguaje diferenciado, sin duda: alentaron la etiqueta del freak-folk o folk raruno para que luego se les quedara corta. Pero qui¨¦n sabe si su caso no acabar¨¢ siendo una versi¨®n moderna, hasta alucinada, de El traje nuevo del Emperador. S¨ª, una vieja historia.
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