Afilando el aguij¨®n
Sting, aliado con Shaggy, ofreci¨® un simp¨¢tico concierto en Cap Roig

Simp¨¢tico, s¨ª, un concierto simp¨¢tico. Sting, que en su ¨²ltima gira mostr¨® sus ganas de perfilar juvenilmente su repertorio con la inclusi¨®n de m¨¢s nervio r¨ªtmico, ha vuelto sus ojos hacia Jamaica, de donde salieron precisamente los mimbres para construir la cesta que llam¨® Police y que blanque¨® en pop la s¨ªncopa del reggae. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s el azar, si es que existe, que seguramente no, le ha reunido con una estrella del reggae, y ni cortos ni perezosos se han sacado de la manga un disco y una gira. Y as¨ª pasaron por Cap Roig, uno en el papel de carablanca, Sting, mientras que Shaggy hac¨ªa de augusto animando el cotarro como un animador del Inserso, mandando bracear a la audiencia, pidiendo aplausos sin misericordia alguna y empujando las manos de la audiencia que llen¨® el recinto para elevarlas hacia las nubes.
En un concierto as¨ª hubo tres conciertos. El m¨¢s exitoso fue el de Sting y sus temas bien solitario o con Police, entreverados en un repertorio que incluy¨® algunas piezas de Shaggy y las que figuran en el disco conjunto de ambos, canciones sin demasiada sustancia. En algunos casos, las piezas se fusionaban para dar m¨¢s sentido a la colaboraci¨®n, pero el resultado era un simple popurr¨ª. Como fuere que el reggae tiene un ritmo animoso, que era verano, s¨¢bado noche y que nadie se viste de punta en blanco para aburrirse, la noche, larga como todas en las que ha de brillar m¨¢s de una estrella, pas¨® animosa. Pintiparada cita social. Y gener¨® momentos ciertamente impagables, como cuando se enton¨® el ¡°Get Up Stand Up¡± y pareci¨® que all¨ª, dado el contexto, los derechos que se reivindicaban eran los de los patrones de embarcaciones de recreo. Tambi¨¦n hubo instantes para la parodias, como cuando Shaggy, en plan juez Garland Ellis Burrell Jr. con peluca jur¨ªdica inglesa, juzg¨® al reo Sting en ¡°Crooked Tree¡± o cuando Shaggy, geogr¨¢ficamente disperso, salud¨® al p¨²blico de Cap Roig como si se tratase de una localidad costera.
A todo esto, Sting, iba ataviado como un m¨²sico de banda, no como la estrella que es. Sabida es su querencia por las camisetas, marcan brazo cosa fina, pero de ah¨ª a llevar camiseta de gira y unos pantalones tipo ch¨¢ndal media un mundo. Cierto que esos pantalones, id¨®neos para bajar al s¨²per a comprar unas cervezas olvidadas, deben costar el sueldo de dos cajeras, pero llevar la informalidad hasta estos extremos result¨® chocante. Quiz¨¢s era para acentuar el tono callejero y despreocupado que luc¨ªa Shaggy, de sombrero, camisa desabrochada, tejanos y oro, pero lo cierto es que la elegancia informal de Sting no estuvo a la altura de cuando ¨¦l es la ¨²nica estrella en escena.
Puestos a conjeturar puede que a Sting le comiencen a pesar mentalmente los a?os, que f¨ªsicamente, exceptuando la voz, no le pasan onerosa factura. Quiz¨¢s hay que buscar en este extremo tanto vestuario como gira, un refrescante pasatiempo mientras afina su carrera en solitario y la rescata del pop adulto en el que se estaba enfangando. Todo lo que suene juvenil tiene ahora tejado donde guarecerse en Sting, que pese a ¡°Fragile¡± y ¡°Fields Of Gold¡± parece m¨¢s agudo con un cancionero m¨¢s brioso. As¨ª que de momento, a pasar el rato y afilar el aguij¨®n. Eso hizo en Cap Roig.
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