Caricia para las estrellas
El pianista gaditano afronta en el Central la semana perfecta para disfrutar de su imaginaci¨®n ecl¨¦ctica
Chano es mucho Chano, se le enfoque desde donde se le enfoque. Solo con su mente preclara y el m¨¢s sincero eclecticismo pueden afrontarse tres semanas del tir¨®n en el Caf¨¦ Central sin encallar en la obviedad o el discurso reiterado. Pero puede que la f¨®rmula que ech¨® a andar ayer y se prolongar¨¢ hasta el domingo, la del tr¨ªo junto al contrabajista Javier Colina y el joven bater¨ªa Michel Olivera, suponga la bisectriz m¨¢s perfecta de todas, el equilibrio aristot¨¦lico entre el protagonismo individual y el abrazo consensuado. Al pianista gaditano no se le adivinan ahora mismo costuras ni l¨ªmites; por lo atisbado anoche, el vuelo de esos diez dedos privilegiados puede terminar sirviendo como caricia para las estrellas.
Chano Dom¨ªnguez es, ante todo, un melodista. Sus hallazgos como tal propician el tarareo, el acercamiento c¨¢lido a ese universo casi inabarcable de combinaciones en torno a las 88 teclas blancas y negras. Pero luego irrumpe en escena esa facilidad pasmosa para transformar el sendero en laberinto, para enriquecer el camino con todo tipo de paisajes, matices y recovecos. As¨ª suced¨ªa con la inaugural Marcel, p¨¢gina propia y lind¨ªsima de amor paternofilial que acaba dejando hueco a digresiones varias y un gran solo de ese gigante, en todos los sentidos, llamado Colina.
Porque Colina y Dom¨ªnguez, tantas veces aliados, encabezar¨ªan cualquier listado solvente de tesoros jazz¨ªsticos nacionales. Los dos son viejos lobos con la sonrisa pilluela de los m¨¢s canijos. Ambos se enfrascan en una relaci¨®n con sus instrumentos casi sensual, delicada pero ardorosa. Teclas y cuerdas como cuerpos c¨¢lidos, como un p¨¢lpito que bien merece la pena amplificar. Olivera, acompa?ante reciente y hasta inesperado, desempe?a un papel m¨¢s discreto, pero no gregario: los di¨¢logos al final de la primera parte de la noche fueron un despliegue de imaginaci¨®n polirr¨ªtmica sencillamente delicioso.
Celebra Dom¨ªnguez estos d¨ªas sus 40 a?os de oficio, m¨¢s incluso que cuantos puede acreditar el m¨ªtico caf¨¦ que estos d¨ªas le acoge. Cuesta creer que alguna vez haya conocido el cansancio o la rutina. Ayer se comport¨® como un chiquillo disfrut¨®n, siempre impregnado de brisa y salitre. Abord¨® Freddie Freeloader, p¨¢gina inolvidable de Miles Davis, enriqueciendo con borbotones de swing?y expresionismo el blues?de la receta original. As¨ª sucede a menudo: Chano encuentra condimentos inesperados donde cualquier otro chef del piano solo aplicar¨ªa un pellizco de sal y pimienta.?
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