P¨¤mies liberado
El apellido puede ser una carga muy pesada. Ser hijo de alguien p¨²blicamente significado no es f¨¢cil
El apellido puede ser una carga muy pesada. Ser hijo de alguien p¨²blicamente significado no es f¨¢cil. Hay muchos testimonios. Si, a la vez, tanto el padre como la madre fueron igualmente referentes p¨²blicos, el reto se dobla. Si le a?adimos las razones promocionales de ambos y las vinculamos a la pol¨ªtica, la exigencia es a¨²n mayor. Si la herencia adquirida lo fue por la lucha democr¨¢tica y la clandestinidad, corres el riesgo de ser escrutado con la mirada minuciosa con la que fueron observados tus progenitores. Favorable o cr¨ªticamente.
Si, adem¨¢s, optas por un trabajo p¨²blico que se proyecta con el apellido relevante de una madre ya entonces m¨¢s conocida por sus libros y sus cr¨®nicas radiof¨®nicas a ritmo de bolero que por sus v¨ªnculos ideol¨®gicos, el futuro puede vislumbrarse como una c¨¢rcel. Si esa madre te ha educado pr¨¢cticamente en soledad por la ausencia del padre motivada por sus obligaciones pol¨ªticas y forzada por las exigencias legales, el mundo puede entenderse de forma diferente a como realmente es. Y as¨ª, cuando las circunstancias cambian y la supuesta normalidad estructural del entorno entra a formar parte de tu nueva realidad, lo m¨¢s l¨®gico es que la ya dif¨ªcil adolescencia te marque para peor para el resto de tus d¨ªas.
Todo esto le ha pasado a Sergi P¨¤mies. Y de todo esto ¨¦l hace literatura a modo de superaci¨®n. Primero, orillando su raz¨®n de ser. Despu¨¦s progresivamente abundando en ella y cumpliendo, a su pesar, con la advertencia materna de que "la ventaja de ser escritor es que todo lo que vives es susceptible, tarde o temprano, de convertirse en literatura". Porque aunque algunos autores lo nieguen, lo cierto es que todos escriben sobre lo que mejor saben: ellos mismos. Con filtros, matices, escaramuzas y dobleces, por supuesto, pero sobre sus ideas, vivencias y obsesiones por ser las que mejor conocen. Tanto, como para pervertirlas.
L'art de portar gavardina (Quaderns Crema) es el ¨²ltimo t¨ªtulo reci¨¦n publicado del hijo de Teresa P¨¤mies y Gregorio L¨®pez Raimundo. Escrito as¨ª, parece como si el ascendente familiar lastrara una exitosa carrera a remolque del por ser vos quien sois m¨¢s que por m¨¦ritos propios. Al contrario. Es precisamente el esfuerzo personal para superarlo lo que ha llevado a Sergi P¨¤mies a abrirse en canal. Y liberarse definitivamente de sus v¨ªnculos para liberar tambi¨¦n a nosotros de los clich¨¦s de una ¨¦poca y su m¨ªtica. Aquella que bajada del pedestal y situada a ras de la banalidad cotidiana, deja de serlo para convertirse en el anecdotario del propio lector. Y eso es la literatura definida por Gustave Flauvert cuando se identific¨® con Madamme Bovari para desmayo de sus compatriotas.
Los tiempos son otros y entre sus pasos los cambios resaltan abrumadores. Pero esto no reduce un ¨¢pice la tendencia humana a hablar de lo propio sino que aumenta la tendencia a reproducir ante tus descendientes incluso aquello que te hab¨ªas jurado que nunca dir¨ªas. As¨ª, cuando seg¨²n el autor su hija le cuenta su primera gran decepci¨®n amorosa, el padre se escucha a s¨ª mismo dici¨¦ndole que ¡°todo aquello que ahora te parece tan doloroso y dif¨ªcil de superar, alg¨²n d¨ªa te servir¨¢¡±. Comentario tan id¨¦ntico a los que escandalizaban a Sergi ¡°cuando se los hac¨ªa su madre, que se avergonz¨® al instante¡±, seg¨²n el relato Nadala materno filial. El mal ya no ten¨ªa remedio ni el autoenga?o alternativa.
Si todo esto y mucho m¨¢s es cierto al cien por cien o menos, esa ya es harina del costal literario. La que permite amasar una base sobre la que se podr¨¢n extender ingredientes diversos. Y ese juego superpuesto, rico en detalles y an¨¦cdotas, puntilloso y revelador, es el que P¨¤mies brinda al lector para que intente descubrir cu¨¢nto hay de realidad y cu¨¢nto de ficci¨®n en cada p¨¢gina. El placer que le motiva a escribir verdades como si fueran mentiras y viceversa. El que le empuja a rebelarse y relajarse a la vez como s¨ª de un todo se tratara. Y siempre con esa capacidad de provocar sonrisas incluso de los momentos m¨¢s dram¨¢ticos. Caracter¨ªstica que le permite difuminar ante el lector el rigor con el que se trata y la exigencia con la que se castiga, el fervor con el que se desnuda y la dureza con la que se fustiga. Ser¨¢, quiz¨¢s, la parte de la ortodoxia comunista que le ha quedado. Un legado m¨¢s pr¨®ximo al acerbo religioso fundamentalista que al ate¨ªsmo militante practicado.
Quienes hemos tenido la suerte de compartir relaci¨®n y complicidades con ¨¦l y su madre especialmente, podemos pensar que nos resulta m¨¢s f¨¢cil dilucidar qu¨¦ es qu¨¦. ?Ojo! Puede ser un espejismo. Id¨¦ntico al que llev¨® a Madonna a hablar de s¨ª misma cuando cre¨ªa que estaba rindiendo homenaje a la fallecida Aretha Franklin. As¨ª que, respeto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.