El pavo del Congo canta en el Delta del Ebro
Momentos inolvidables en el Festival Internacional de Ornitolog¨ªa de Catalu?a, que acaba hoy
Eran las cinco en punto de la tarde de este s¨¢bado en el Delta del Ebro y se escuch¨® cantar al pavo del Congo. El hecho era extraordinario porque el pavo del Congo (Afropavo congensis) es un ave elusiva, secreta y nocturna que solo vive en las m¨¢s remotas selvas del pa¨ªs africano y escucharla, y ni te digo verla, es la repanocha, el sue?o de los observadores de p¨¢jaros m¨¢s bregados y exquisitos. Los flamencos en la vecina laguna de la Tancada alzaron sus cuellos interrogantes. El extra?o canto proven¨ªa de una carpa del Delta Birding Festival (DBF) en M¨®nNatura, cerca de Muntells (Montsi¨¤), y era una grabaci¨®n con la que ilustraba su conferencia el belga Mark Van Beirs, experimentado gu¨ªa de expediciones para observar aves que ha visto ¨¦l mismo 9.200, p¨¢jaro arriba p¨¢jaro abajo, de las 10.200 especies que existen (le falta, por ejemplo, el mochuelo canela, y mira que lo siente). Su charla ha sido una de las apasionantes citas de esta edici¨®n, la quinta (que acaba este domingo), de una cita ya imprescindible para los amantes de las aves.
Van Beirs llev¨® al p¨²blico que llenaba la carpa, a un mundo fascinante, una aventura digna de Conrad: su expedici¨®n para ver ese pavo legendario y esquivo. Estuvieron 12 d¨ªas acampados en un sitio que hubiera exasperado a Stanley y solo vieron al bicho una vez y por los pelos (las plumas). A un miembro del grupo casi lo devora la marabunta. ¡°Probablemente no vamos a volver¡±, suspir¨® ¨Csin duda de alivio- el gu¨ªa y birdwatcher.
La tarde del viernes hab¨ªa sido un colega del belga, Daniel L¨®pez Velasco, el que hab¨ªa narrado sus peripecias llevando a gente ver aves a las zonas m¨¢s complicadas de Nueva Guinea, donde hay 800 especies, 400 de las cuales solo se pueden ver all¨ª (adem¨¢s de a gente con calabac¨ªn f¨¢lico). ¡°Hay que tener determinaci¨®n¡±, nos anim¨® L¨®pez, otro Capit¨¢n Tan pajaril, tras mostrar la disuasoria foto de un cliente con el torso cubierto por una espectacular erupci¨®n causada por ¨¢caros y hablar de guerras tribales y del ataque mortal de un casuario. ¡°Para ver estos p¨¢jaros, como el mart¨ªn pescador del para¨ªso o el b¨²ho m¨¢scara dorada, hay que sufrir un poco¡±. Nos revolv¨ªamos los birders aficionados en las sillas entre envidiosos y asustados, recordando el tr¨¢gico fin del c¨¦lebre gu¨ªa David Hunt, al que mat¨® en 1985 un tigre mientras estaba enfrascado observando p¨¢jaros en el Corbett National Park (lo ¨²ltimo que vio, y qued¨® registrado en su c¨¢mara, fue un mochuelo manchado). En el delta los mayores peligros son caer a un canal distra¨ªdo por mirar p¨¢jaros y que te coman vivo los mosquitos si te pilla el crep¨²sculo al aire libre y en bermudas. Pero tambi¨¦n se pueden ver cosas muy interesantes y no me refiero solo al conocido ornit¨®logo que exhib¨ªa una efectista pauta de cortejo ante una guapa visitante del festival.
La tradicional (y exclusiva, aunque siempre se cuela alguien) salida con los expertos invitados a las ¨¢reas protegidas del delta permiti¨® a este enviado especial pajarero (colado, efectivamente) observar una preciosa garza imperial, dos avefr¨ªas (aqu¨ª las llaman marineras), varias ¨¢guilas pescadoras, una canastera, dos martines pescadores (hijos del arco iris, como dijo el poeta) y un impreciso falaropo, adem¨¢s de flamencos, moritos, gaviotas corsas, chorlitejo patinegro¡, lo habitual, vamos, que uno lleva ya cinco ediciones del DBF. Aunque hablas con los colombianos Juan Carlos Nore?a y Luis Fernando Poveda, autodenominados ¡°embajada de las aves colombianas al delta¡±, y te vienes abajo: en Colombia, uno de los edenes del birdwatching, poseen 1.942 especies (4 de quetzales, 16 de tucanes, 83 rapaces¡) y casi el 20 % de las aves del mundo (y festivales como el del Tolima). Poveda adem¨¢s tiene experiencia con jaguares (¡°nunca atacan, das una palmada y huyen¡±, afirma), y Nore?a, una sensacional camiseta de camuflaje que parece sacada de Predator.
Los estadounidenses Neil Rettig y su esposa Laura Johnson parec¨ªan un poco aburridos: es lo que tiene haber pasado a?os filmando la fastuosa ¨¢guila monera de Filipinas, que un xatrac becllarg, ni fu ni fa. Recog¨ª una pluma estupenda en la Alfacada y la iba a chupar para que quedara bonita cuando el afamado birder del Institut Catal¨¤ de Ornitologia (ICO) Vittorio Pedrocchi, me inform¨® de que era una infracobertera caudal de un pato, del culo o sea. Desde luego, es esencial el conocimiento.
Vittorio, que ha estado este verano en furgoneta en las Lofoten con la familia buscando p¨¢jaros cuenta 3.400 en su lista y tiene un hijo de 15 a?os, Arnau, que ya ha llegado a los 2.100.
El festival ha organizado numerosas salidas para el p¨²blico. Entre las m¨¢s interesantes, las nocturnas guiadas por el bi¨®logo Iago Brugnoli para ver rapaces nocturnas como la mifa (nombre local de la lechuza) o si hay suerte el mussol banyut. ¡°Los b¨²hos son maravillosos¡±, me dice liando un cigarrillo tras otro, ¡°el problema de trabajar con ellos son los horarios¡±.
Entre los invitados de este a?o destacan especialmente dos extraordinarios dibujantes de p¨¢jaros especialistas en gu¨ªas de campo, el irland¨¦s Killian Mullarney, que ya estuvo la primera edici¨®n, y el brit¨¢nico Ian Lewington, extraoficialmente, a tenor de los comentarios que despiertan sus ojos azules y su lacia y larga cabellera digna de una estrella del heavy, el hombre m¨¢s guapo del DBF, aunque ha sido se?alado tambi¨¦n su parecido con el Neil de la serie Els joves. Preguntados por este diario por el secreto para dibujar aves, Lewington, cuya Field guide to the rare birds of Britain and Europe recomienda nada menos que Bill Oddie, consider¨® que es cuesti¨®n de practicar mucho, ¡°como en el deporte o la m¨²sica¡±. Mientras que Mularney, abordado mientras ped¨ªa una cr¨ºpe?en el food truck La carraca, se?al¨® que la clave est¨¢ en saber mirar y asegur¨® que todos tenemos la capacidad de dibujar bien y que no hemos de desanimarnos si nos sale un jilguero que no lo reconocer¨ªa ni su madre.
Las conferencias de ambos fueron seguidas por un p¨²blico que abarrot¨® la carpa n¨²mero 1. Mularney explic¨® an¨¦cdotas como la vez en que confundi¨® a un petirrojo con un abejaruco o la del cartero que meti¨® un mart¨ªn gigante norteamericano en la nevera. Lewington abog¨® por las ilustraciones como mejores para identificar aves que las fotograf¨ªas y nos deleit¨® detallando su minucioso proceso de trabajo.
De nuevo, la combinaci¨®n de una ¨¦poca formidable para ver p¨¢jaros en el delta (aunque Mularney opina que la luz es demasiado intensa para los detalles) y para disfrutar de sus muchos encantos (?el esplendor rosado de las bandadas de flamencos!) con un programa realmente estupendo hace del DBF que impulsa la tienda de naturaleza Oryx una experiencia fenomenal. La tribu de los observadores de aves, desde los m¨¢s obsesivos twitchers a eternos debutantes como Evelio P., que ayer precis¨® de varias horas de observaci¨®n y varias llamadas al experto Jos¨¦ Luis Copete para identificar una simple gaviota cabecinegra y al que ningunean las orop¨¦ndolas, ha encontrado en el festival su casa. Es que aqu¨ª puedes adem¨¢s de hacer amigos (algunos raros, eso s¨ª) y aprender de lo lindo, adquirir una reproducci¨®n de una cig¨¹e?a para poner en el comedor, si te dejan; planificar un viaje ornitol¨®gico a cualquier parte del mundo, cambiarte los prism¨¢ticos, probarte una manta de camuflaje o que te dediquen un libro.
Animan la feria simp¨¢ticas iniciativas como el sorteo de un dibujo original de una t¨®rtola (ave emblema de esta edici¨®n y a cuya conservaci¨®n se dedica la recaudaci¨®n), obra de los afamados ilustradores presentes. De darse un premio a la camiseta m¨¢s original, ser¨ªa para la del lema ¡°Birdin la vida loca¡±.
Para acabar con poes¨ªa -no hay birdwatchers como los poetas, las aves, desde los guerreros que chocan con el estr¨¦pito de grullas en Homero hasta el alcaud¨®n de Sivia Plath pasando por la alondra de Shelley, los cisnes de Yeats o el ruise?or de Keats, vuelan en infinidad de poemas-, unos entusiastas versos de James Fenton que definen el sentimiento del amante de los p¨¢jaros y suscribir¨ªa cualquier birdwatcher: ¡°And you find six feet above your head/ what you were looking for/ the Orange Dove of Fiji,/ No less, no more¡±.
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