Los educadores, al l¨ªmite por la crisis de los menores ¡®sin papeles¡¯
El Govern promueve la contrataci¨®n de mediadores, integradores y otros perfiles profesionales para cubrir las plazas necesarias
El educador social se siente olvidado. Si el sistema de protecci¨®n a la infancia ya se encontraba tensionado, la situaci¨®n de emergencia por la llegada masiva de menores migrantes sin referentes familiares ha colmado el vaso. Seg¨²n el sindicato UGT, entre el 25 y el 50% de las plantillas de los centros p¨²blicos est¨¢ sistem¨¢ticamente de baja, ya sea a causa de agresiones o por estr¨¦s o ansiedad. El Govern promueve que se contrate a otros perfiles profesionales para cubrir las bajas, pero el Colegio de Educadores Sociales ha salido al paso. Alerta de que no es que no haya educadores, sino que la precariedad en el sector disuade a los candidatos.
La crisis por la llegada de menores extranjeros no acompa?ados (mena) no se explica solo por los n¨²meros. Detr¨¢s de cada uno de los 2.156 j¨®venes que, a fecha de 15 de septiembre, han llegado a Catalu?a en lo que va de a?o (en todo 2017 fueron 1.489), hay una historia particular: desde el periplo migratorio hasta las expectativas frustradas de empezar a trabajar, pasando por el desarraigo familiar y la estancia, como primer lugar de acogida, en comisar¨ªas y espacios inadecuados. A esto se le suman casos de problemas de salud mental o de drogodependencia. La Direcci¨®n General de Atenci¨®n a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) defiende que la atenci¨®n debe ser individualizada, pero la realidad es muy distinta cuando no se crean plazas de acogida al mismo ritmo que se genera la demanda.
El ¨²ltimo informe del S¨ªndic de Greuges alerta de que los centros sufren sobreocupaci¨®n (en algunos casos se supera en un 30% las plazas contratadas) y de que los nuevos centros de acogida no siempre respetan los est¨¢ndares de calidad. En lo que m¨¢s coinciden el S¨ªndic, los sindicatos y los educadores es que el principal problema es que se lleva a los menores migrantes a centros de protecci¨®n no especializados o cuya funci¨®n no es la de gestionar la primera acogida. Esto compromete el trabajo de los educadores con los mena, pero tambi¨¦n con los dem¨¢s menores tutelados.
Ante la situaci¨®n de emergencia, los educadores sociales van muy buscados. En la bolsa de trabajo de la Facultad de Educaci¨®n y Trabajo Social Pere Tarr¨¦s - URL, por ejemplo, ha aumentado un 90% la demanda. ¡°Se busca un perfil muy especializado, que tenga experiencia en duelo migratorio, que conozca el idioma...¡±, explica Gisela Riberas, vicedecana de ordenaci¨®n acad¨¦mica. Fuentes del departamento de Asuntos Sociales explican que han podido cubrir las plazas con profesionales gracias a la contrataci¨®n de mediadores e integradores.
El vicepresidente del Colegio de Educadores Sociales muestra un rotundo desacuerdo con la contrataci¨®n de otros profesionales. ¡°Es una falacia que el sistema est¨¦ velando por el inter¨¦s superior del menor¡±, asevera Llu¨ªs Vila. La opini¨®n del colegio profesional es que la falta de recursos y la contrataci¨®n de otros profesionales que no son educadores ¡°desprestigia el oficio¡±. ¡°El sistema est¨¢ desprestigiado, y llueve sobre mojado. Es tal el deterioro, con una rotaci¨®n excesiva de personal, unas ratios que no se respetan, unos proyectos educativos que no son adecuados y unas ofertas de trabajo precarias, que los educadores no quieren trabajar¡±, asegura. Vila pone el acento en que el conjunto de los educadores sociales supera las 10.000 personas, y que la falta de profesionales de la que adolecen algunos centros solo se explica porque las condiciones precarias de las ofertas, no hacen atractivo el trabajo.
El convenio marca que los graduados del sector deben cobrar entre 1.474 y 1.644 euros al mes. Pero Vila dice que algunas de las entidades gestoras (que operan en el 80% de los centros) se acogen a otros convenios y pueden llegar a rebajar el salario un 20%.
Los sindicatos lamentan que al sistema de protecci¨®n a la infancia no se le trate como a otras ¨¢reas, y no se reconozca la dificultad y el riesgo de unos profesionales que, sin una buena planificaci¨®n, se ven abocados al conflicto constante con los menores tutelados, y a menudo tienen que pedir la actuaci¨®n de los antidisturbios de los Mossos d¡¯Esquadra. La llegada de los mena, explican los sindicatos, solo ha intensificado una realidad existente. En julio pasado, dos motines en un CREI de Esparraguera pusieron de manifiesto las consecuencias de la falta de personal y de planificaci¨®n.
¡°No se est¨¢n cumpliendo los protocolos de prevenci¨®n de riesgos. Es importante no criminalizar a los mena: al haber un aumento importante de las llegadas, l¨®gicamente hay un aumento de los problemas, pero ya exist¨ªan¡±, afirma Rafi Redondo, de CC OO. ¡°Una emergencia como esta es inasumible¡±, dice Vila, ¡°y la respuesta, o la hacemos en paralelo a un proceso de revisi¨®n del sistema, o lo pagaremos caro¡±.
¡°No renegamos del conflicto, pero nos tenemos que cuidar¡±
¡°Proteger a los menores no es solo ponerlos bajo un techo¡±, dice Carmen Redondo, educadora en un centro de Badalona y delegada sindical de UGT. Redondo explica que, con la llegada masiva de menores migrantes, se dan situaciones surrealistas: ¡°Para decirle que se tiene que duchar, lo busco en el Google traductor y el m¨®vil se lo dice en ¨¢rabe¡±. A la falta de personal y recursos, se le suman las sistem¨¢ticas bajas laborales. Todo ello es un caldo de cultivo para la conflictividad en los centros. ¡°Es un trabajo enriquecedor, y si hay un conflicto, bienvenido sea. Pero necesitamos medidas de protecci¨®n¡±, dice Pedro Gonz¨¢lez, de UGT. Las principales: reconocer la peligrosidad de los centros; buscar soluciones para plantillas envejecidas; y respetar los centros por lo que han sido dise?ados. ¡°?Verdad que a un enfermo del ri?¨®n no lo llevas a un dentista? Pues un mena con problemas de salud mental no tiene que ir a un CRAE¡±, a?ade Gonz¨¢lez.
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