La integraci¨®n en Usera se llama ping pong
Un grupo de personas de diferentes nacionalidades se re¨²ne de forma espont¨¢nea para jugar en el parque de Pradolongo. Muchos ni hablan el mismo idioma
A partir de las cinco de la tarde un grupo variopinto de personas empieza a hormiguear alrededor de tres mesas de ping pong del parque Pradolongo del distrito de Usera, al sur de Madrid. Si hace sol, pocos miembros de este selecto club con pocas normas establecidas fallan. El grupo lo forman dos madrile?os, un chino, un franc¨¦s y un venezolano. Parece un chiste, pero no buscan hacer gracia. La carcajada la sueltan ellos casi todas las tardes sin darse cuenta cuando adem¨¢s se unen al juego un polaco, marroqu¨ªes, rumanos o gitanos de la zona y ponen sus propias reglas del juego para rotar entre ellos en una especie de mundial callejero inventado. Todos ellos viven en uno de los barrios obreros por excelencia de la capital, con vidas dispares, pocas cosas en com¨²n y una misma pasi¨®n: jugar al ping pong.
Lo que parece un s¨ªmbolo de la diversidad y la integraci¨®n del barrio es tambi¨¦n una gota en mitad del oc¨¦ano. El distrito, con unas 140.000 personas censadas y un 30% de poblaci¨®n de origen extranjera, cuenta, por ejemplo, con 8.519 chinos censados en 2017, la comunidad inmigrante m¨¢s numerosa del distrito. El barrio ha pasado a lo largo de los a?os por ser, en sus inicios, lugar de acogida de extreme?os o andaluces a convertirse hace diez a?os en el chinatown de Madrid o la zona latina por excelencia.
Juli¨¢n, madrile?o de 59 a?os, asegura que su mote es su apellido. Juj¨¢, lo llaman, es una especie de grito de guerra. Lleva en paro varios meses y antes encadenaba un contrato temporal tras otro como reponedor en supermercados. Va en bici a todas partes y no puede estar quieto. Habla hasta con los ¨¢rboles y ofrece siempre a su interlocutor un ¡°anticongelante¡± -una lata de cerveza-. En torno a ¨¦l se ha ido formando el grupo de ping pong. Se ha convertido en una especie de l¨ªder callejero. ¡°A m¨ª me gusta la armon¨ªa, evito el mal rollo. Yo lo que quiero es jugar, no miro con qui¨¦n. Lo que me pasa es que me ha gustado toda la vida el deporte, este y el de levantar codos en el bar¡±, bromea.
A ¨¦l se acerc¨® hace un par de a?os Sonia Vicu?a, una de las mediadoras del programa de servicios sociales intercultural de Usera, gestionado por la asociaci¨®n La Rueca, que se encarga de la integraci¨®n de personas en riesgo de exclusi¨®n social. Vicu?a le pregunt¨® entonces que si animaba a su grupo a jugar un partido contra el equipo de ping pong formado por los chinos del barrio en las fiestas interculturales y ¨¦l, por supuesto, acept¨®. Pero el encuentro se ventil¨® r¨¢pido. ¡°Es que los chinos son de otra galaxia¡±, se excusa Juli¨¢n Juj¨¢. Los chinos arrasaron al grupo mixto de Pradolongo, pero all¨ª conoci¨® a su futura estrella, Lin Yong Ping, El L¨ª, de 56 a?os. ¡°El L¨ª es un chino en peligro de extinci¨®n¡±, le ensalza Juli¨¢n.
Lin Yong Ping lleg¨® a Espa?a hace 20 a?os, habla un castellano ¡°medio de se?as¡± y sonr¨ªe sin parar. Antes regentaba una tienda de ¡°un poco de todo¡± que tuvo que cerrar con la llegada de la crisis y es feliz jugando al ping pong en el parque, a pesar de que no se entera de la mitad de lo que le cuentan sus compa?eros. ¡°Es que los chinos se lo toman muy en serio. Es como para los espa?oles el f¨²tbol, se enfadan mucho jugando. Me lo paso mejor aqu¨ª¡±, justifica El L¨ª junto a Chema de Mingo, que ejerce de su traductor.
De Mingo, miembro de honor del equipo de Pradolongo, naci¨® en en el mismo barrio de Usera hace 59 a?os y form¨® parte de la Comisi¨®n Ejecutiva del PSOE de Madrid y de las Juventudes socialistas de Madrid. Adem¨¢s, fue coordinador general de la Concejal¨ªa de Juventud del Ayuntamiento de Madrid durante la alcald¨ªa de Enrique Tierno Galv¨¢n (1979-1986). ¡°Cuando yo era peque?o, Usera era el final de Madrid. Hab¨ªa muchas chabolas y viviendas precarias, y tener agua potable y electricidad era muy dif¨ªcil. Nuestra vida era ir a los billares y pelearnos¡±, recuerda De Mingo.
Para entender la transformaci¨®n del barrio, De Mingo se remonta a la ¨¦poca de los setenta. ¡°En ese momento llegan profesores m¨¢s j¨®venes a los institutos, empieza a haber otro tipo de movimiento y nosotros ¨¦ramos unos macarras. Luego, en el 75, nos convertimos en hippies y empezamos a estar m¨¢s concienciados con las canciones protesta de los cantautores, y en los ochenta fuimos progres y rockeros. Pero sobre todo, es importante la llegada de la Iglesia, porque en aquel entonces estaba todo prohibido y llegaron una serie de curas m¨¢s abiertos que yo los relaciono con el arzobispo Taranc¨®n, que tuvo problemas con Franco. El ¨²nico sitio donde no entraba la polic¨ªa a por ti si ibais m¨¢s de cuatro era una Iglesia. Con lo cual los obreros, que ya empezaban a concienciarse, los estudiantes, todos en general, nos reun¨ªamos all¨ª¡±.
Con la democracia, cuenta, y las manifestaciones, el barrio fue mutando en todos los sentidos. Y a partir de los 90 empez¨® a recibir poblaci¨®n extranjera. En 2008, la poblaci¨®n nacida en China y censada en Usera ascend¨ªa a 5.815, seg¨²n datos facilitados por el Ayuntamiento. Cinco a?os despu¨¦s, el n¨²mero creci¨® hasta 6.052 y hoy ya son 8.519, sin contar a los ciudadanos que ya han nacido en Madrid pero son de origen chino.
¡°A d¨ªa de hoy, aunque aqu¨ª hay integraci¨®n porque se convive bien, yo veo un problema de inadaptaci¨®n. Pero ni es racismo, ni xenofobia ni nada de eso. Los j¨®venes en general ven que las expectativas que se crearon, con movimientos democr¨¢ticos, todo eso nos lo quitaron otra vez de golpe¡±, justifica De Mingo.
Alexandre Louis Ramos, cocinero de 37 a?os, es de Grenoble (Francia) y vive en Usera desde hace siete a?os. Se mud¨® ¡°por amor¡± y reconoce que al principio le cost¨® adaptarse. Pasaba por el parque de Pradolongo y no se acercaba al grupo ¡°por verg¨¹enza¡±, pero conoci¨® a Juli¨¢n y despu¨¦s todo ha ido como la seda. ¡°Me tengo incluso que cortar, porque ha habido ¨¦pocas que hasta se me hac¨ªan las cuatro de la madrugada jugando¡±, cuenta el franc¨¦s. ¡°Ahora necesitamos que nos den un local. Aqu¨ª jugamos gente de todos los sitios, y es mucho mejor esto que estar en la calle haciendo otras cosas. Queremos conseguir un sitio para refugiarnos del fr¨ªo y hacer deporte¡±, explica. De Mingo ya ha tenido una primera reuni¨®n con el Ayuntamiento de Usera y espera que le escuchen. ¡°Si quieren hablar de integraci¨®n, este es el germen de todo. As¨ª es como se hace, con la gente del barrio y por el bien del barrio¡±.
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