El cardenal que hizo llorar a Franco
Varias instituciones celebran el centenario de Taranc¨®n, el prelado que liber¨® a la Iglesia del nacionalcatolicismo franquista
"Tremenda historia. Para que no entren dos en un siglo. Todo el mundo me llamaba Taranc¨®n y, por lo visto, a algunos les vino bien para rimar con pared¨®n y otras cosas peores", escribi¨® el cardenal Vicente Enrique y Taranc¨®n (Burriana, Castell¨®n, 1907-1994) sobre sus conflictos con la dictadura franquista y los anticlericales de derechas. Varias instituciones organizan homenajes por el centenario de su nacimiento. Ayer lo hizo el Consell Valenci¨¤ de Cultura, y el Ayuntamiento de Burriana ha programado actos para todo 2007, porque su ilustre vecino "marc¨® un antes y despu¨¦s en la Iglesia espa?ola", reza el portal destinado a difundirlos. La Conferencia Episcopal, que Taranc¨®n lider¨® durante 10 a?os, ha dejado pasar la efem¨¦ride sin darse por enterada.
Obispo a los 38 a?os, la dictadura le 'congel¨®' en Solsona 19 a?os por una pastoral muy cr¨ªtica
Cuando hacer pintadas en las paredes de Espa?a costaba a sus autores torturas y aislamiento en las mazmorras del r¨¦gimen, proliferaron hasta letreros de madera y pancartas de tela con la leyenda "Taranc¨®n al pared¨®n", la m¨¢s espectacular encabezando en 1973 una manifestaci¨®n amparada por las fuerzas de seguridad y al frente el famoso cura charlista de Radio Nacional, Vicente Marcos.
Obispo a los 38 a?os -el m¨¢s joven de Espa?a- de la min¨²scula di¨®cesis de Solsona por decisi¨®n de P¨ªo XII y con la venia de Franco, Taranc¨®n despunt¨® pronto por sus escritos, que le elevaron en 1969 a la Real Academia. "Ese obispo de Espa?a que escribe tanto", dec¨ªa de ¨¦l Juan XXIII. Pero ni el atrevido Papa del Concilio Vaticano II, ni su sucesor Pablo VI, tambi¨¦n antifranquista, lograron sacar de Solsona a tan brillante prelado, para encargarle m¨¢s altas funciones. Franco ten¨ªa derecho de veto por el concordato, y lo ejerci¨® con furia hasta 1964.
En 1975, con ocasi¨®n del caso A?overos, el obispo de Bilbao al que el r¨¦gimen detuvo para mandarlo al exilio a causa de una pastoral, Taranc¨®n hizo llorar al decr¨¦pito dictador -muri¨® meses m¨¢s tarde- cuando le comunic¨® que se le excomulgar¨ªa si ejecutaba semejante orden de expulsi¨®n.
La inquina de la dictadura contra Taranc¨®n databa de 1950, por la pastoral El pan nuestro de cada d¨ªa. "Aquello s¨ª que fue un esc¨¢ndalo", reconoci¨® en sus jugosas memorias, que titul¨® Confesiones (haciendo honor a san Agust¨ªn, pero tambi¨¦n a Rousseau).
1950 era todav¨ªa un a?o de hambre y racionamiento, y sobre todo de prisi¨®n y represi¨®n, incluso de continuos fusilamientos de opositores al r¨¦gimen. Contra todo eso alza la voz el futuro cardenal, tambi¨¦n contra los gerifaltes enriquecidos con el estraperlo en medio de tanto sufrimiento. Lamentaba, adem¨¢s, que "despu¨¦s de la guerra, la guerra sigue".
Era la primera vez que un obispo se atrev¨ªa a tanto en aquella Espa?a nacionalcat¨®lica. La pastoral de Taranc¨®n romp¨ªa, adem¨¢s, con los prelados de la ¨¦poca, que ten¨ªan glorificado el golpe de Estado militar y la posterior guerra incivil como "Cruzada cristiana". Escribi¨® en sus recuerdos Taranc¨®n: "No me lo perdonaron. Alguien le pregunt¨® al nuncio Cicognani c¨®mo yo segu¨ªa en Solsona despu¨¦s de 18 a?os, y el nuncio respondi¨®: 'Mira, hijo, hasta que los del Gobierno no digieran el pan...".
En la curia romana, muerto Pablo VI, gran amigo de Taranc¨®n, tambi¨¦n se la juraron de verdad. Nada m¨¢s cumplir 75 a?os le jubilaron con una celeridad que a ¨¦l mismo le sorprendi¨®. De su gran obra -por ejemplo, la sincera aceptaci¨®n de la democracia por la Iglesia cat¨®lica y la decisi¨®n de no apoyar a partido alguno- apenas queda nada.
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