El Visor Fest pone a prueba la fidelidad viejoven
Los brit¨¢nicos Chameleons Vox, Ride y The Jesus and Mary Chain enmara?an con tenso post punk y ruido azucarado la primera noche de la nueva cita pop de Benidorm

Un festival sin millenials. Sin mareas de m¨®viles, sin empacho de selfies, sin influencers ni desvelos instagramers. Es m¨¢s, sin escenarios que solapen sus programaciones ni inciten al trasiego como pollos sin cabeza, con un ojo puesto en los m¨²sicos y otro en la aplicaci¨®n de m¨®vil que pauta su pantagru¨¦lico cartel, digno del mejor buffet libre filoindie. ?Es posible algo as¨ª? No sabemos por cu¨¢nto tiempo, pero anoche la primera edici¨®n del Visor Fest de Benidorm prob¨® que la cuadratura de ese c¨ªrculo, orbitando en torno a bandas que nacieron en los a?os ochenta y noventa (y alrededor del p¨²blico que creci¨® y hasta se educ¨® musicalmente con ellos), es m¨¢s que factible.
Una sensaci¨®n de fiesta de 20 (o 30) aniversario de un curso de orientaci¨®n universitaria cualquiera flotaba en el ambiente: siete de los 10 integrantes de este cartel desfilaron por el FIB cuando la cita de Benic¨¤ssim a¨²n no manejaba cifras de ¨®rdago. Varios de ellos lo hicieron cuando aquel era un fin de semana minoritario, embutido en los contornos de un vel¨®dromo el¨ªptico que anoche parec¨ªa reencarnarse en el semic¨ªrculo del auditorio Julio Iglesias (el Visor permut¨® la Ciudad Deportiva Guillermo Amor por el Parc de l'Aig¨¹era, ante las ¨²ltimas lluvias). Cuando el viejo indie era otra cosa.
No en vano, cualquier veintea?ero calificar¨ªa al Visor como un festival de puretas: gente que a¨²n se rasca el bolsillo adquiriendo unos artefactos circulares llamados discos, tipos que peinan canas ¨Cen el mejor de los casos, no entremos en detalles¨C y acuden a un festival a escuchar m¨²sica, fidelizados por su cartel, y no necesariamente a socializar ni (desde luego) a acampar cerca de una playa, arremolinados en torno al botell¨®n. La divisa de cambio para abastecerse en las barras del Visor se llama vinilo, y no es broma: con eso est¨¢ todo dicho. Un festival para quienes hace tiempo desertaron de los grandes festivales. Dif¨ªcil empresa.
El primero de sus dos men¨²s, el de anoche viernes (eminentemente brit¨¢nico) constaba (antes del impactante show audiovisual de Addictive TV y la electr¨®nica maquinal de los valencianos Megabeat/Interfront) de post punk, indie pata negra de tacto shoegaze y noise rock seminal y envenenado. Oscuro, todo muy oscuro. Como el color de los plum¨ªferos y chambergos del personal. Es como si hasta la meteorolog¨ªa, con este invierno adelantado que cala hasta los huesos, hubiera querido acentuar el abismo respecto a los joviales festivales de verano. Quiz¨¢ algo superados por el paso del tiempo, pero con los galones de quienes han servido como referencia ineludible para varias generaciones, Chameleons Vox, Ride y The Jesus and Mary Chain despacharon solventes muestras de lo que fueron y a¨²n se empe?an en seguir siendo. Y lo hicieron hermanados por su tradicionalmente ensimismado y algo est¨¢tico concepto esc¨¦nico, m¨¢s proclive a magnetizar por acumulaci¨®n decib¨¦lica entre cuatro paredes y bajo techo que por cualquier gesto de cara a la galer¨ªa en el hiperestimulado presente que nos atenaza, tan propenso a la sobreactuaci¨®n de las emociones cuando estas se proyectan hacia decenas de miles de personas en vast¨ªsimas explanadas, amplificadas por enormes pantallas.
El chisporroteo de incandescente ruido blanco que eman¨® del Drive Blind con el que Mark Gardener y los suyos ¨CRide¨C apuntillaron su s¨®lido set (y con el que sobresaltaron a los vecinos), les un¨ªa de un modo evidente a la centrifugadora s¨®nica de los hermanos Reid, quienes han ganado en engrase (nunca sonaron mejor que en los ¨²ltimos tiempos) lo que han perdido en capacidad de amenaza: bienvenido sea el adi¨®s a su vieja teor¨ªa del caos si a¨²n podemos disfrutar de Head On, Just Like Honey, Blues From a Gun, Reverence, April Skies o I Hate Rock and Roll como las can¨®nicas piezas de rock ponzo?oso que son, aunque ya acumulen polvo casi muse¨ªstico. Algo m¨¢s desangelado ¨Cp¨²blico a¨²n escaso¨C rod¨® el concierto de Mark Burgess y sus Chameleons Vox, modulando la sombr¨ªa intensidad de ese post punk del que tanto aprendieron Interpol o Editors en una hora y media que fue de menos a m¨¢s, y que en alg¨²n momento (el encaje del Eleanor Rigby de los Beatles con su Soul In Isolation) nos record¨® lo viejoven del asunto: si los 40 son los nuevos 30, los 50 pueden perfectamente ser los nuevos 40. Y as¨ª en cadena.
En cualquier caso, ser¨¢ la de este s¨¢bado la noche grande del fin de semana, con los Flaming Lips, Cat Power, Saint Etienne, Ash o !!! (chk chk chk) ampliando su gama crom¨¢tica.
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