Cristina Morales gana el Herralde con una novela de combate
La escritora denuncia la precariedad moral y f¨ªsica actual en ¡®Lectura f¨¢cil¡¯ a partir de cuatro mujeres con supuesta discapacidad intelectual
La escritura y la tem¨¢tica de Cristina Morales son de las m¨¢s punzantes de la joven narrativa espa?ola actual. Ah¨ª est¨¢n los asamblearios indignados de su primera novela, Los combatientes, o el lacerante desparpajo que puso en boca de la mism¨ªsima Santa Teresa de Jes¨²s, Malas palabras, por no hablar de Terroristas modernos, cr¨®nica del levantamiento frustrado contra Fernando VII en 1816 y donde est¨¢n camuflados los problemas de la Espa?a pol¨ªtica de hoy. Ese tono de denuncia y de combate de las locuras de principios del siglo XXI lo destila tambi¨¦n Lectura f¨¢cil, donde la diversa y supuesta discapacidad intelectual de cuatro mujeres que viven en un piso tutelado en Barcelona no les impide abordar y reflejar los desahucios, el machismo, la sexualidad o la precariedad moral y econ¨®mica. Con ese t¨ªtulo ha obtenido hoy Morales el 36? premio Herralde de novela y los 18.000 euros con que lo dota la editorial Anagrama. M¨¢s intimista y con el desarraigo como sentimiento subterr¨¢neo dominante es la raz¨®n de ser de El sistema del tacto, donde una joven es enviada por su familia a despedir a un agonizante pariente a 1.500 kil¨®metros de su casa y con la que la chilena Alejandra Costamagna ha quedado finalista.
Un fanzine que denuncia el machismo, las actas de un juzgado con la que se pretende incapacitar y esterilizar a una de las mujeres o la novela autobiogr¨¢fica de otra de ellas son algunos de los recursos formales, de los que ya ha dado notables muestras anta?o, con los que Morales (Granada, 1985) arma la historia de cuatro j¨®venes afincadas en la Barcelona actual, a las que su supuesta incapacitaci¨®n parece hacerlas m¨¢s l¨²cidas si cabe. "Esa diversidad funcional de lo que antes se llamaba el loco o el tonto del pueblo me parece de una gran potencia, como demostr¨® Los santos inocentes, con su cr¨ªtica de clase; me interesa esa gran potencia cr¨ªtica que hay en los m¨¢rgenes de los m¨¢rgenes; y confrontar la ret¨®rican institucional con la del supuesto analfabeto", enmarca la autora, citando la novela de Miguel Delibes, pero tambi¨¦n al Juan Jos¨¦ Mill¨¢s de Tonto, muerto, bastardo e invisible o al Daniel Keyes (premios Hugo y Nebula) de Flores para Algernon.
A pesar de querer atrapar ese registro, Morales no quiso rebajar su ambici¨®n estl¨ªstica: "Me pregunt¨¦ si deb¨ªa emular el nivel expresivo de los discapacitados intelectuales, pero opt¨¦ por impregnarme de la oralidad y no imitar su balbuceo, sino coger su tono a partir de lo popular, de los dichos y giros; mi obsesi¨®n era c¨®mo ser capaz de escribir esa radicalidad suya que desde fuera es vista como discapacidad". En esa l¨ªnea se explica el t¨ªtulo de la novela, Lectura f¨¢cil, g¨¦nero de nuevo cu?o de los a?os 70 pensado para colectivos con dificultades de comprensi¨®n. "Una de las chicas escribe una autobiograf¨ªa en lectura f¨¢cil", explica.?
El deseo entre mujeres, la situaci¨®n de la vivienda que reflejan los okupas o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y la actividad de los ateneos libertarios son los arietes con los que Morales reitera su capacidad de provocaci¨®n ya elogiada desde sus inicios con Los combatientes, premio Injuve 2012 que iniciaba la senda de unas novelas combativas, con un punto de panfleto por su habitual gran carga de denuncia, y duras, tanto de forma y fondo. En ese contexto, Barcelona, a la que la autora lleg¨® hace seis a?os y que le hizo descubrir "mi identidad migrante, de charnega", no es un escenario neutro. "Conozco la ciudad de pisos llenos de cucarachas y gente sin dinero que le llega s¨®lo para comer mortadela, pero eso es tan com¨²n que ya no es interesante; la que retrato es una Barcelona donde el discurso pol¨ªtico adopta cualquier relato que intente ser cr¨ªtico con ella, la de una pol¨ªtica institucional que roba los mensajes que vienen de los m¨¢rgenes, ese pol¨ªtico profesional que se hace pasar por activista". Y se pregunta: "?Qu¨¦ es esto de la inclusi¨®n o lo de la accesibilidad universal, ese lenguaje institucional buenista ya tan asumido e interiorizado? Es un uso del lenguaje que da risa, te toman por tonto".
¡°Morales impugna un canon de normalidad econ¨®mico, social, pol¨ªtico, moral y educativo y lo hace con una motosierra estil¨ªstica que, a su vez, impugna el canon de normalidad literaria¡±, define la escritora Marta Sanz, miembro del jurado junto a Rafa Arias, Juan Pablo Villalobos, la editora Silvia Ses¨¦ y Gonzalo Pont¨®n Gij¨®n. Este ¨²ltimo califica la obra de "insurreccional, pero divertid¨ªsima, de carcajada". Morales, que ha gozado de diversas becas, como la de la Fundaci¨®n Han Nefkens (2015) o, m¨¢s recientemente, la de Beca de Escritura Montserrat Roig (2017), es ahora artista residente en la F¨¢brica de creaci¨®n La Caldera de Barcelona, como miembro de la compa?¨ªa de danza contempor¨¢nea Iniciativa Sexual Femenina.
Mientras los personajes de Morales plantan cara al presente, Ania, la protagonista de El sistema del tacto, de la finalista Costamagna, parece precisamente huir de ¨¦l. La excusa formal se la plantear¨¢ el encargo de su padre, quien le pide que acuda, en representaci¨®n de la familia, a despedir a un t¨ªo suyo, afincado a 1.500 kil¨®metros de ellos, gravemente enfermo. Costamagna (Santiago de Chile, 1970), una ya curtida voz en revistas como Gatopardo, Letras libres y El paseante, y con premios como el Anna Seghers o el Gabriela Mistral (¨¦ste por En voz baja), convierte el viaje de la joven en uno hacia la memoria suya y de los suyos. En una demostraci¨®n de potencia narrativa, la autora hace que las reflexiones de la protagonista vengan catalizadas tambi¨¦n por fragmentos de entradas de una vieja enciclopedia, fotograf¨ªas o cartas. Ambas obras, ganadora y finalista, se publicar¨¢n a finales de noviembre.
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