?Es positiva la proliferaci¨®n de salones de juego en las calles de Madrid?
Un soci¨®logo y una psic¨®loga toman posiciones sobre el controvertido crecimiento del n¨²mero de locales de apuestas y juego en la capital de Espa?a
Las salas de apuestas y juego viven una expansi¨®n sin precedentes en Madrid, donde ninguna norma restringe los lugares donde deben instalarse, a diferencia de otras regiones. Como pas¨® con la llegada de las tragaperras a los bares a principios de los '80, el boom de los salones ha generado una preocupaci¨®n vecinal por el aumento de la ludopat¨ªa.
Jugar es normal, por Jos¨¦ Antonio G¨®mez
Los locales vac¨ªos han sido ocupados por negocios de est¨¦tica (odont¨®logos, ¨®pticas, gimnasios¡), supermercados, nuevos bares. Tambi¨¦n por salones de juego, con m¨¢quinas sofisticadas, regulados desde hace 40 a?os, y tiendas de apuestas, reguladas desde 2006.
Se han instalado en calles concurridas y barrios accesibles por el precio del suelo. Nada hay de conspiraci¨®n en esto.
En la Comunidad de Madrid hab¨ªa 385 salones en 2017, uno por cada 17.013 habitantes, no parece excesivo (hay 30.882 bares y restaurantes). Suponen 2.320 empleados. El impuesto especial sobre el juego aport¨® a la Comunidad 146,5 millones de euros. Adem¨¢s, las empresas pagan Impuesto sobre Actividades Econ¨®micas, cotizaciones sociales, impuesto de sociedades, IBI, en total m¨¢s de 200 millones de euros (el gasto en personal del Ram¨®n y Cajal o del Cl¨ªnico).
Este debate lo domina la emocionalidad. Un sal¨®n de juego supone invertir m¨¢s de 400.000 €, nadie que haga esta inversi¨®n se arriesga a graves sanciones por dejar pasar a menores. Quienes dicen ver a menores en los salones pueden llamar a la polic¨ªa. De 22.810 inspecciones en 2017, la Comunidad abri¨® 22 expedientes por presencia de menores y 12 de prohibidos (0,15% de las inspecciones). No hay menores en los salones o tiendas de apuestas.
Los clientes son racionales, saben que jugando se suele perder, aunque se puede ganar, toman las p¨¦rdidas como el coste de la entrada a un espect¨¢culo. La apuesta media es 3€, se devuelven 2,40 € en premios.
Quienes apuestan suelen acertar. En el 'cl¨¢sico' se pag¨® la victoria del Bar?a a 30 c¨¦ntimos por euro apostado. Nadie va a hacerse rico con las apuestas, dan el gustazo de acertar.
Espa?a es, con Alemania, Francia, Suecia y Noruega, el pa¨ªs con menor tasa de juego problem¨¢tico (0,3/0,5%). Es el resultado de una estricta regulaci¨®n desde 1978. En Espa?a hay 5.481 casos en tratamiento (0,014% de los mayores de 18 a?os). Son problemas personales que hay que atender pero no es la dimensi¨®n de un problema social.
Se juega para socializar. Hay deportes y juegos de habilidad, tambi¨¦n de suerte, envite o azar. Proporcionan peque?as satisfacciones para salir de la rutina. La ilusi¨®n en las loter¨ªas (del Estado y la ONCE), competir con otros o con la banca en los casinos, demostrar que se sabe de un deporte en las apuestas, ser tocado por la fortuna entre amigos en el bingo.
Cada semana juegan millones de madrile?os. A una manifestaci¨®n contra el juego en Bravo Murillo fueron 100, no hay alarma social, ni motivos para ella.
Jos¨¦ Antonio G¨®mez Y¨¢?ez es soci¨®logo, profesor en la Universidad Carlos III de Madrid y director t¨¦cnico del Anuario del Juego en Espa?a, que realizan el Instituto de Pol¨ªtica y Gobernanza (IPOLGOB) de la Universidad Carlos III de Madrid y la empresa CODERE .
No todo es azar, por M? Bayta D¨ªaz Rodr¨ªguez
No es casualidad que haya aumentado el n¨²mero de locales dedicados al juego de azar, ni que los barrios escogidos para ubicar estos establecimientos coincidan en muchas caracter¨ªsticas: residenciales o comerciales, con rentas bajas. Las empresas saben d¨®nde sacar m¨¢s rendimiento a su inversi¨®n. Saben, al igual que los profesionales que nos dedicamos a la rehabilitaci¨®n de jugadores patol¨®gicos, que las personas con sueldos precarios, pueden sentirse m¨¢s atra¨ªdas por las promesas de alargar su n¨®mina con una apuesta o echando unas monedas a esas m¨¢quinas. Saben perfectamente que las personas con rentas altas y a las que tambi¨¦n les gusta jugar, no les gusta que les vean sus vecinos entrando en esos salones. Para eso ya est¨¢ internet, para jugar en el anonimato. Las empresas lo saben y por eso dise?an esos locales de forma que nadie sepa a qui¨¦n tiene al lado. Puedes jugar y perder sin preocuparte del qu¨¦ dir¨¢n ("dentro estamos todos para lo mismo").
Apelan a la libertad: "hay que liberalizar el mercado para ampliar la oferta de ocio". Por supuesto, todos somos libres de entrar o no, somos libres para creernos sus anuncios (esos que con letra casi ilegible te avisan del riesgo de desarrollar ludopat¨ªa), somos libres de dejarnos atraer por ofertas de consumiciones gratis o a precios rid¨ªculos, somos libres, s¨ª. Pero hasta cierto punto: dise?an las m¨¢quinas recreativas con ciclos cada vez m¨¢s cortos a sabiendas que eso facilita la adicci¨®n, ofrecen premios mayores para que los jugadores arriesguen m¨¢s dinero, permiten una forma de jugar m¨¢s activa para dar ilusi¨®n de control, contratan a figuras de referencia para dar un barniz de normalidad a una actividad potencialmente adictiva, atraen a personas cada vez m¨¢s j¨®venes sabiendo que son m¨¢s impresionables y corren m¨¢s riesgo de "engancharse".
Nada de esto es azar, es jugar con trampas. Saben que donde m¨¢s ganancia pueden sacar no es con los jugadores espor¨¢dicos o moderados, que el negocio est¨¢ en los heavy users, en los asiduos, en los que aunque hayan ganado en el sal¨®n de enfrente probablemente vengan ma?ana a gastarse sus ganancias (o si han perdido, vendr¨¢n a intentar recuperar). En los casinos los clientes VIP son los que m¨¢s van a perder y a esos no hay que dejarlos escapar. En los salones de juego todos pueden ser VIP y as¨ª les hacen sentir.
Apelan a la libertad a pesar de que hay indicadores econ¨®micos y sociales de que su libre mercado est¨¢ generando da?os graves en la poblaci¨®n: est¨¢n aumentando los casos de ludopat¨ªa, tardan menos en desarrollar la adicci¨®n, son m¨¢s j¨®venes y menos libres de decidir. ?Y si aplicasen escrupulosamente medidas de prevenci¨®n? no ofrecer bebidas alcoh¨®licas o consumiciones gratis, controlar el acceso a menores y autoprohibidos. Me pregunto cu¨¢ntos locales de juego sobrevivir¨ªan.
M? Bayta D¨ªaz Rodr¨ªguez es psic¨®loga. Asociaci¨®n para la Prevenci¨®n y Ayuda al Lud¨®pata.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.