¡°Mis halcones viven como aut¨¦nticos futbolistas¡±
Jorge Casta?o Romero vigila junto a su equipo de aves el estadio del Atl¨¦tico de Madrid para evitar que entren otros p¨¢jaros
Con seis a?os, Jorge Casta?o Romero sinti¨® ¡°una explosi¨®n interior¡± al ver por la tele a F¨¦lix Rodriguez de la Fuente con un halc¨®n en el pu?o. Despu¨¦s de formarse autodidacta y tras varios a?os trabajando en Alemania en el centro de cr¨ªa de halcones m¨¢s grande del mundo, regres¨® a Espa?a en 1999 y fund¨® su propia empresa, Falcons Control. Una casualidad le abri¨® las puertas del equipo de su vida. A trav¨¦s de un amigo, este madrile?o de 49 a?os entabl¨® relaci¨®n con Miguel ?ngel Gil Mar¨ªn, m¨¢ximo accionista del Atl¨¦tico de Madrid, que le propuso realizar una prueba para evitar que las palomas entraran en el Vicente Calder¨®n. Desde entonces, lleva ya 18 a?os siendo el halconero del club.
?Cu¨¢ntos halcones vigilan actualmente el Metropolitano?
Una vida de documental
El director de cine David Calvo est¨¢ rodando un documental sobre la vida de Jorge Casta?o, en el que participan personalidades como Fernando Torres, Miguel ?ngel Gil Mar¨ªn, Quique S¨¢nchez Flores o Antonio Carmona, entre otros. ¡°Me siento un poco abrumado. Para mi lo que hago es muy normal¡±, reconoce Casta?o, que en 2016 fue nombrado Halconero Real en ejercicio por el Real Gremio de Halconeros.
Hay cinco p¨¢jaros solo dedicados al estadio. Cuatro halcones y un ¨¢guila. Depende de la ¨¦poca, o de la siembra del c¨¦sped, vienen a volar m¨¢s o menos al estadio, pero siempre est¨¢n preparados.
Fue una idea pionera en el mundo del f¨²tbol.
Y lo sigue haciendo solo el Atleti. Ha habido m¨¢s de un club interesado, pero yo siempre me he sentido orgulloso de ser el halconero del Atl¨¦tico de Madrid y?no me he planteado nunca volar en otros estadios ni para otros equipos.
Su papel en el estadio es...
Que est¨¦ limpio de aves en todos sus rincones. En infraestructuras tan grandes hay miles de huecos donde pueden anidar. Estropear¨ªan las instalaciones y, lo m¨¢s importante, el c¨¦sped. Las semillas que se utilizan son muy especiales, para que sea como una alfombra. Si dejas que las aves se las coman, tiras todo ese trabajo.
Un c¨¦sped que acaba de ser cambiado.
Es un momento muy delicado. Tendremos que estar m¨¢s horas, volar m¨¢s aves y llevar a cabo un control m¨¢s exhaustivo. Pero est¨¢ todo muy vigilado. Los halcones y yo somos solo un eslab¨®n dentro de una cadena muy profesional como es el equipo de jardiner¨ªa.
?Notaron el cambio del Calder¨®n al Metropolitano?
Empezamos muy pronto, cuando todav¨ªa se estaba construyendo y no estaba el c¨¦sped, para que en su memoria fotogr¨¢fica instalaran la nueva infraestructura del estadio. Los primeros d¨ªas los notaba m¨¢s apegados a m¨ª porque no conoc¨ªan el sitio.
?Alguna vez se le ha escapado uno mientras trabajaba?
Escaparse nunca. Solo una vez, cuando est¨¢bamos en el Calder¨®n, uno se despist¨® y dio una vuelta porque est¨¢bamos al lado del Manzanares, pero salimos del estadio y volvi¨®. Ahora, adem¨¢s, vuelan con GPS y yo veo en todo momento donde est¨¢n.
?C¨®mo es su vida cuando no est¨¢n trabajando?
Viven como aut¨¦nticos futbolistas. Tienen un jard¨ªn acondicionado para ellos, con su c¨¦sped reci¨¦n cortado, ba?eras donde cuidan el plumaje, toman el sol... En verano est¨¢n a la sombra, fresquitos. Comen palomas y codornices congeladas, adem¨¢s de lo que cazan.
?Tarda mucho en conseguir que un halc¨®n conf¨ªe en usted?
En dos meses se llega a una etapa de confianza que te permite empezar a trabajar con ellos. Despu¨¦s son como las personas, a cada uno lo tienes que tratar en funci¨®n de su car¨¢cter.
?Alguno sale rebelde?
Hay de todo. Con los rebeldes tienes que trabajar m¨¢s. Al contrario de lo que se pueda pensar, no consiste en ser m¨¢s duro, sino en ser m¨¢s tranquilo con ¨¦l, y gan¨¢rtelo con mucho amor.
Al final les coge cari?o.
Yo tengo dos hijos, pero ellos [los halcones] est¨¢n dentro de mi n¨²cleo familiar. Son como mis hijos.
Varios llevan el nombre de futbolistas.
Fernando Torres, Kun Ag¨¹ero, Forl¨¢n¡ Hace 12 a?os le dije a Fernando que eligiera uno y le puse su nombre. A ellos les hace ilusi¨®n y para m¨ª es un honor.
Se entender¨¢ con ellos con solo mirarse.
Con un solo gesto, un movimiento de brazo, ellos me ven desde 400 o 500 metros de altura. Es algo digno de ver como nos comunicamos. Y tambi¨¦n como alcanzan en picado velocidades de m¨¢s de 300 kil¨®metros por hora.
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