La nueva Gran V¨ªa
No es un buen lugar para pasear. O no lo era
Hay algunas man¨ªas que detesto sobremanera. Una de ellas es la costumbre que tenemos todos de generalizar a la hora de analizar ciertos comportamientos sociol¨®gicos. He escuchado cientos de veces eso de: ¡°la gente joven no lee¡±, ¡°los adolescentes solo tienen tonter¨ªas en la cabeza¡±, ¡°la poes¨ªa es un g¨¦nero minoritario que ni vende ni gusta¡±.
Sin embargo, tengo la suerte de haber ido a unos cuantos institutos a charlar con los alumnos y all¨ª he descubierto que ese porcentaje m¨ªnimo que se desprecia a la hora de hacer ciertas generalizaciones, casualmente (o no), ha sido mayoritario en mis visitas. Me explico: la mayor parte de los alumnos son ¨¢vidos lectores cuyas agendas est¨¢n plagadas de versos y, sin duda y por suerte, son adolescentes preocupados por temas sociales. Eso me hace pensar que el hecho de afirmar categ¨®ricamente un comportamiento excluye a todos los que lo incumplen y pueden llegar a cambiarlo.
Esta reflexi¨®n tambi¨¦n me asalta cuando escucho eso de que vivimos pegados a los tel¨¦fonos m¨®viles. Que es cierto, nadie lo duda. He estado en conciertos en los que era m¨¢s f¨¢cil ver al cantante a trav¨¦s de la pantalla del de enfrente que mirando al propio escenario. Tambi¨¦n me he chocado con unos cuantos al cruzar un paso de cebra porque iban concentrados en sus tel¨¦fonos y he visto perros despistados en un parque porque los due?os estaban a todo menos a ellos. Pero el caso es que el otro d¨ªa fui, despu¨¦s de mucho tiempo, a dar un paseo por Gran V¨ªa. No me gusta. Recuerdo una vez hace a?os que tuve que coger a mi perro Tango en brazos para evitar que me lo pisotearan. Hay mucho ruido, poco espacio, demasiada prisa. No es un buen lugar para pasear. O no lo era.
Por primera vez, quise fijarme en la gente que paseaba por all¨ª. Y no, no solo encontr¨¦ gente enfrascada en sus tel¨¦fonos o sorteando peatones. Vi a una pareja de hombres de apariencia moderna que se besaban con un amor quiz¨¢ fugaz, qui¨¦n sabe, pero vivo. Estaban de pie, parados. Creo que para ellos la calle estaba completamente vac¨ªa y ten¨ªa el tama?o perfecto. Vi a un padre respondiendo todas las preguntas que le hac¨ªa una ni?a peque?a con la que paseaba de la mano, quiz¨¢ las mismas que le responder¨¢ ella cuando ¨¦l se haga mayor. Vi a una chica joven con cierta tristeza en los ojos que parec¨ªa sentirse segura entre tanta gente. Vi, tambi¨¦n, una pareja de ancianos caminando ajenos al paso del tiempo.
Hoy el Ayuntamiento de Madrid inaugura la nueva Gran V¨ªa madrile?a. Entre otras cosas, han plantado unos ¨¢rboles que auguran una primavera de colores; han colocado bancos para frenar esa prisa que nos invade siempre en las grandes capitales y para invitarnos a observar, solo eso, y a aprender; han puesto sem¨¢foros nuevos respetuosos con el medio ambiente; han agrandado la zona peatonal para que podamos caminar abrazados a nuestras parejas, a nuestros hijos, a nuestros abuelos. Y, no s¨¦, de repente me apetece volver a pasear por la Gran V¨ªa, esta vez con Viento, y ense?arle que algunos comportamientos pueden cambiar si nos dan las herramientas para hacerlo.
Madrid me mata.
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