El secuestro de la voluntad
Los partidarios de la distensi¨®n no se atreven a hacer gestos pol¨ªticos por miedo a la vociferaci¨®n de los extremistas

"Un ej¨¦rcito de 6.000 CDR recluta a la guerrilla del 21-D¡±. Este es el titular de portada del viernes de uno de los diarios m¨¢s beligerantes con el independentismo catal¨¢n. Ej¨¦rcito. Guerrilla. Reclutamiento. ?Qu¨¦ marco mental se pretende crear con este tipo de exageraciones? Est¨¢ claro que se est¨¢ preparando el armaz¨®n conceptual para poder interpretar cualquier incidente que se produzca el d¨ªa 21, cuando se celebre el Consejo de Ministros en Barcelona, como un ataque al Estado.
Este tipo de juegos de lenguaje no son inocentes. Preparan el surco por el que discurrir¨¢ luego el discurso de los l¨ªderes que tratan de sacar r¨¦dito electoral del conflicto catal¨¢n. Por ejemplo cuando Pablo Casado, el mismo d¨ªa, afirma: ¡°Hay 16.000 hombres armados en manos de un loco fan¨¢tico como Torra¡±. A este tipo de desvar¨ªo ha contribuido sin duda el inmenso, pat¨¦tico y torpe error del Presidente Torra cuando, en un improvisado ¡ªcomo suele¡ª alegato desde Eslovenia critic¨® la actuaci¨®n de los Mossos contra activistas de los Comit¨¦s de Defensa de la Rep¨²blica y anunci¨® purgas internas. La rectificaci¨®n posterior solo sirvi¨® para demostrar lo precipitado e inconsistente que hab¨ªa sido, pero el mal ya estaba hecho: alimentar la idea de que los Mossos son un pe¨®n al servicio de la causa independentista. Tremendo error, porque era la excusa que esperaban quienes mucho antes ya propon¨ªan que el Gobierno central tomara el control de la polic¨ªa auton¨®mica. Y tremenda erosi¨®n de la Presidencia de la Generalitat.
Como viene ocurriendo a lo largo de este conflicto, los errores de unos alimentan la reacci¨®n de los otros, en un bucle que parece no tener fin. Cuanta m¨¢s inflamaci¨®n, m¨¢s fiebre, y cuanta m¨¢s fiebre, m¨¢s ofuscaci¨®n. Pero toda esta vociferaci¨®n tiene una utilidad pol¨ªtica y un objetivo preciso: secuestrar la capacidad de acci¨®n de quienes, a uno y otro lado, intentan desescalar el conflicto y tender puentes para el di¨¢logo. En ambas partes hay guardianes de las esencias que, por razones electoralistas en unos casos, por mera supervivencia en otros, intentan impedirlo.
Despu¨¦s de la moci¨®n de censura que llev¨® a Pedro S¨¢nchez a la Presidencia del Gobierno con el apoyo de Podemos y el voto de los grupos parlamentarios catalanes, se abri¨® la posibilidad de una distensi¨®n que permitiera alumbrar al menos una v¨ªa de entendimiento. Pedro S¨¢nchez empez¨® su mandato con un cambio de guion gubernamental y algunos gestos destinados a preparar un nuevo escenario que permitiera avances significativos. Pero las cosas se han torcido. Los partidarios del ¡°cuanto peor mejor¡± no dejan de presionar. Y lo peor es que esa estrategia les est¨¢ funcionando. De momento para neutralizar a los partidarios de la distensi¨®n, que no se atreven a emprender la negociaci¨®n que preconizan por miedo a las consecuencias de la vociferaci¨®n de los extremistas. Un escenario diab¨®lico.
En el campo soberanista ocurre lo mismo, con la pugna apenas soterrada entre dos pulsiones opuestas. Por un lado, Esquerra Republicana, ?mnium y una parte del PDeCat, partidarios de replegar velas para tratar de ampliar la base social del independentismo y mientras tanto, gobernar, conscientes de que tras el fracaso de la v¨ªa unilateral, Catalu?a est¨¢, como dijo Felipe Gonz¨¢lez, m¨¢s cerca de perder la autonom¨ªa que de ganar la independencia. Por el otro, Carles Puigdemont y su alter ego Quim Torra, una parte de Junts per Catalunya, la Assemblea Nacional Catalana, la CUP y los CDR, que persisten en la v¨ªa del enfrentamiento, ignorando que el Estado al que pretenden doblegar es mucho m¨¢s fuerte de lo que pensaron.
A estas alturas, amenazar con ¡°implementar la rep¨²blica¡± e insistir en la unilateralidad es pura gesticulaci¨®n desesperada. Pero los de Waterloo parecen dispuestos a sacrificar el autogobierno para intentar una nueva y quim¨¦rica ¡°ventana de oportunidad¡±. El momentum del que habla Torra. Creen que esa oportunidad puede producirse si logran desestabilizar al gobierno de Espa?a coincidiendo con el juicio a los dirigentes presos. Y con esta estrategia, dejan a ERC y a quienes est¨¢n en posiciones negociadoras sin capacidad de reacci¨®n por temor a ser tachados de traidores a la causa.
Cuanto m¨¢s gesticula el independentismo, m¨¢s alimenta la reacci¨®n en el resto de Espa?a y, como se ha visto en Andaluc¨ªa, m¨¢s crecen las expectativas electorales de Ciudadanos, PP y VOX, el tr¨ªo aznariano. Sus dirigentes se frotan las manos cada vez que Torra yerra o Gabriel Rufi¨¢n se lanza por chuler¨ªas. Y cuanto m¨¢s crece el griter¨ªo antisoberanista, menos margen de maniobra le queda a Pedro S¨¢nchez para intentar v¨ªas de soluci¨®n.
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