El amo de la perra abatida por un polic¨ªa: ¡°Sota¡¯ no le mordi¨®¡±
El joven estonio denuncia ante el juez a los agentes por agredirle tras la muerte del animal en plena calle
Minnesota es el nombre con el que se la entregaron despu¨¦s de ser abandonada. Pero ¨¦l la llamaba Sota. "Dorm¨ªa conmigo, se levantaba conmigo... Sota me ha demostrado m¨¢s amor que mi familia", explica Tauri Ruusalu sentado en un banco de la Ciudad de la Justicia. A ratos, el joven estonio baja la cabeza, interrumpe su relato y se queda como en trance mientras recuerda a la perra que le ha acompa?ado desde que lleg¨® a Barcelona, hace un a?o y cuatro meses, como mochilero. "Sota ha estado con ni?os y no les ha hecho ni un ara?azo. No ha mordido a nadie. Tampoco al polic¨ªa que la asesin¨®".
Ruusalu acaba de denunciar ante el juez al agente de la Guardia Urbana que, el pasado mi¨¦rcoles, sac¨® su pistola en plena Gran V¨ªa de Barcelona y mat¨® a Sota, un mestizo de labrador de unos dos a?os y medio, de un solo y letal disparo. Seg¨²n la versi¨®n oficial, la perra le hab¨ªa mordido en el brazo y buscaba su cuello. El joven lo niega de forma rotunda y airada. Su abogada, In¨¦s Guardiola -que le asiste de forma altruista- ha pedido al juez que impida la destrucci¨®n del cuerpo del animal y que obligue a un hotel cercano a entregar las im¨¢genes de las c¨¢maras de seguridad. El Ayuntamiento de Barcelona ya ha anunciado que investigar¨¢ los hechos.
El joven, que vive en la calle y vende pulseras, tambi¨¦n hace un llamamiento para encontrar testigos de lo ocurrido. Los hechos, que han indignado a las entidades animalistas, ocurrieron en pleno mediod¨ªa del mi¨¦rcoles. Ruusalu paseaba por la calle junto a Sota, que como siempre iba "suelta, sin atar", cuando un agente le toc¨® en el hombro y le pidi¨® que se identificara. A partir de ah¨ª, los relatos de la Guardia Urbana y del amo de la perra abatida difieren por completo y han dado lugar a denuncias cruzadas.
"Me ofrec¨ª a escribirle mi nombre porque es complicado. El polic¨ªa pens¨® que le tomaba el pelo", cuenta. El agente le dio entonces, siempre seg¨²n su versi¨®n, un manotazo en la cara. Sota se interpuso entre los dos. "Subi¨® sus patas delanteras al brazo del polic¨ªa, pero no le mordi¨®. Mov¨ªa la cola todo el rato. Pensaba que est¨¢bamos jugando". Ruusalu dice que orden¨® al animal colocarse detr¨¢s de ¨¦l. Pero el urbano le grit¨® para que entrara en el coche y Sota ladr¨® y se dirigi¨® hacia el polic¨ªa.
Una ejecuci¨®n a sangre fr¨ªa. As¨ª describe Ruusalu la acci¨®n del urbano. El joven estonio se lleva las manos a los bolsillos, las saca simulando que lleva una pistola y reproduce de forma teatral lo ocurrido ante la mirada de los vigilantes de seguridad de la Ciudad de la Justicia, vac¨ªa y espectral a estas horas de la noche. "No dijo nada. Sac¨® su pistola y sin dudarlo apunt¨® directamente a la cabeza y dispar¨®. La asesin¨®. Estaba a unos tres metros. Me qued¨¦ aterrorizado".
Ruusalu se queda otra vez paralizado, los ojos fijos en el suelo mientras rememora aquel momento. M¨¢s calmado, intenta buscar una explicaci¨®n: "No s¨¦ si el polic¨ªa se asust¨® o quiso probar su poder contra m¨ª. No estoy en contra de los polic¨ªas, pero tienen que saber controlar una situaci¨®n. El polic¨ªa que dispar¨® a Sota tiene un problema mental, no puede llevar un arma".
Agresi¨®n tras el 'shock'
El n¨®mada Ruusalu (antes de vivir en las calles de Barcelona recorri¨® otras en Francia, Suiza o Alemania para "entender nuevas culturas") acude a los juzgados, de entrada, para despedirse en condiciones de su compa?era. "Quiero el cuerpo de mi perra. Quiero incinerarla y enviar sus restos al Mediterr¨¢neo. Le encantaba ba?arse all¨ª. Fuimos muchas veces al camping de Waikiki [en Tarragona] y Sota jugaba con los ni?os, que le hac¨ªan de todo", recuerda, y por primera vez su rostro deja de ser anonadado.
Pero Ruusalu tambi¨¦n busca justicia por lo que, cuenta, le ocurri¨® tras el disparo. El joven qued¨® en shock y cogi¨® un monopat¨ªn que llevaba para "defenderse", seg¨²n su denuncia, que no entra demasiado en ese asunto aunque el joven admite que entonces estaba "muy enfadado". La Guardia Urbana, en cualquier caso, ha denunciado al mochilero estonio por atentado a la autoridad. Seg¨²n la versi¨®n oficial, golpe¨® a uno de los agentes con el monopat¨ªn.
Otros agentes de la Guardia Urbana acudieron entonces al lugar y se abalanzaron sobre Ruusalu para reducirle. Esa escena s¨ª fue grabada parcialmente en un v¨ªdeo difundido estos d¨ªas, en el que tambi¨¦n se ve a Sota agonizando en la acera, rodeada por un charco de sangre en torno a su cabeza mientras a¨²n mueve la cola.
La denuncia interpuesta por In¨¦s Guardiola, del bufete Del Castillo, relata que fue agredido "brutalmente" por cinco polic¨ªas. "Un agente con la bota policial me pis¨® expresamente y sin justificaci¨®n la mano izquierda". En el coche, Ruusalu dice que tambi¨¦n fue agarrado por el cuello y golpeado en el diafragma. Por la noche, en el hospital, solo recuerda que le sedaron para calmarle y que se despert¨® varias veces llamando a Sota y busc¨¢ndola, en vano, debajo del colch¨®n.
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