Catalu?a, la Cuba interior
Cuando por doquier han aparecido ciudadanos asustados que no se preguntan cu¨¢nto tienen, sino qui¨¦nes son, el miedo espa?olista a la p¨¦rdida de su esencia ha aparecido de nuevo
El espa?olismo naci¨® en Cuba durante la Guerra de los Diez A?os (1868-1878) y se extendi¨® por la isla a trav¨¦s de la red de casinos espa?oles. Como ha explicado Enric Ucelay-Da Cal los espa?olistas, tambi¨¦n llamados ¡®incondicionales¡¯ por ser incondicionalmente espa?oles y considerar, claro est¨¢, que Cuba era Espa?a, se identificaban como los luchadores contra el separatismo cubano liderado entonces por C¨¦spedes. Despu¨¦s de a?os de sucesivos conflictos, como es sabido, en 1898 Espa?a perdi¨® la Gran Antilla y en la metr¨®poli qued¨® la profunda huella de un trauma y de una humillaci¨®n.
Cuba no solamente alumbr¨® el imaginario del espa?olismo sino que influy¨® en el incipiente nacionalismo catal¨¢n de doble manera. Por un lado contribuy¨® a que j¨®venes como Prat de la Riba y Camb¨® decidieran dar el salto a la pol¨ªtica para intervenir en los asuntos de Estado y cambiar el rumbo del Imperio cercenado. Por otro, des de los centros catalanes isle?os se traslad¨® el efluvio de un republicanismo separatista que en tierra firme atrajo a un sector muy minoritario del catalanismo, que incluso copi¨® del modelo cubano el dise?o para su bandera de combate, la estelada.
Perdida la Isla militares curtidos en ultramar retornaron o llegaron a la pen¨ªnsula ¡ªporque muchos hab¨ªan nacido fuera¡ª y comenzaron a resarcir su orgullo herido enfrent¨¢ndose sobre todo a un separatismo catal¨¢n (e incipiente vasco) pr¨¢cticamente, por minoritario, inexistente. Se dibuj¨® Catalu?a como una ¡®segunda Cuba¡¯ y para justificar su actuaci¨®n se ti?¨®, sin que fuese real, todo lo catalanista de separatista. Cualquier manifestaci¨®n de catalanismo era susceptible de ser perseguida desde Capitan¨ªa General.
Al amparo de ¨¦sta ¡ªlo detall¨¦ en la Revista de Catalunya en 2015¡ª, un procurador procesado por delitos de estafa Jaime Bordas, presidente de la ef¨ªmera organizaci¨®n Liga Patri¨®tica Espa?ola, present¨® a finales de 1918 una denuncia que no fue admitida a tr¨¢mite por rebeli¨®n, sedici¨®n y desorden p¨²blico en la sala criminal del Tribunal Supremo contra los ministros Camb¨® y Ventosa Calvell, y el presidente de la Mancomunitat, Josep Puig i Cadafalch, por elaborar un Estatuto de Autonom¨ªa para Catalu?a. ?Les recuerda esta m¨²sica a algo?
Los j¨®venes encapuchados y las declaraciones eslovenas hacen que muchos crean a los portavoces espa?olistas
Como cuenta Xavier Casals en su estudio dedicado al ¡®partido militar de Barcelona¡¯ el intervencionismo pol¨ªtico del Ej¨¦rcito deriv¨® en 1923 en el golpe de Primo de Rivera. La visi¨®n de ese militarismo contra los ¡®enemigos interiores¡¯, acompa?ado de la acusaci¨®n a la clase pol¨ªtica de no haber evitado la p¨¦rdida de Cuba y de la concepci¨®n que el gobierno hab¨ªa claudicado sin luchar, la asumi¨® Franco a?os despu¨¦s. En resumen: lo que hab¨ªa pasado con la Gran Antilla no deb¨ªa suceder de nuevo.
Saltemos en el tiempo. Cuando en el a?o 2000 la mayor¨ªa absoluta liber¨® a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar del constre?imiento de la legislatura anterior y sus pactos con CiU y PNV la Aznaridad, tal como la defini¨® V¨¢zquez Montalb¨¢n, lleg¨® a su apogeo. La violencia de ETA, que fue un magno problema policial pero nunca un peligro para la integridad territorial espa?ola, permiti¨® su asimilaci¨®n con el conjunto del nacionalismo vasco y a trav¨¦s de la lucha antiterrorista galvaniz¨® un espa?olismo de viejo cu?o vestido de un tergiversado patriotismo constitucional.
Tras unos a?os de andadura de la Espa?a salida de la Transici¨®n, esa primera Aznaridad fue el proleg¨®meno local de los temores que azotan hoy a las sociedades occidentales. El repliegue identitario actual causado por el miedo a la diferencia lleg¨® a nuestro pa¨ªs casi veinte a?os antes. Tambi¨¦n en ese lapso se sembr¨® la semilla de lo que despu¨¦s eclosionar¨ªa como el proc¨¦s ¡ªque en s¨ªntesis no es m¨¢s que el p¨¢nico de una parte importante del catalanismo a ser borrado del mapa.
Como cab¨ªa esperar cuando por doquier han aparecido ciudadanos asustados que no se preguntan cuanto tienen ¡ªporque ya saben que la crisis econ¨®mica diezm¨® sus bolsillos y sus expectativas¡ª sino quienes son, el miedo espa?olista a la p¨¦rdida de su esencia ¡ªb¨¢sicamente una concepci¨®n territorial¡ª ha aparecido de nuevo. Se trata de una segunda Aznaridad en ciernes que tiene ahora en Catalu?a su Cuba interior para cimentar una identidad espa?ola mediante la oposici¨®n a los nuevos violentos.
Los j¨®venes nihilistas encapuchados ¡ª?por qu¨¦ menguaron cuando se promet¨ªa la Arcadia catalana feliz?¡ª, las declaraciones eslovenas, un gobierno catal¨¢n ausente y la ficci¨®n medi¨¢tica que dibuja a unos catalanes-espa?oles totalmente desamparados contribuyen a que sean muchos qui¨¦nes puedan creer el discurso desbocado de los portavoces del espa?olismo incondicional actual.
El mismo panorama irreal que se proyectaba a principios de siglo veinte cuando la militarada se rasgaba las vestiduras ante cualquier ofrenda floral inofensiva se ha dibujado ahora ante la reuni¨®n S¨¢nchez-Torra. Como bien le han titulado a Aznar, El futuro es hoy, pero sus argumentos, amplificados por su trio de mariachis son del siglo XIX. Feliz Navidad.
?Joan Esculies es escritor e historiador.
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