Depedro, el chico de Aluche que se gradu¨® al frente de la Banda Sinf¨®nica
Jairo Zavala abarrota el Teatro Real con las lecturas m¨¢s solemnes de 14 de sus canciones durante el concierto ben¨¦fico de Reyes en Madrid
El bueno de John Lennon dej¨® dicho, en una de esas ocasiones en que la liaba parda, que los asistentes a un auditorio de post¨ªn pod¨ªan aplaudir o hacer sonar sus joyas. El recinto de este s¨¢bado era muy distinguido, porque nada en esta ciudad presume de tan alta alcurnia como el Teatro Real, pero no hab¨ªa zafiros, perlas o rub¨ªes que poner a tintinear en el patio de butacas.
Los Reyes Magos son tan m¨¢gicos (y tan poco regios) que nos igualan a todos, as¨ª que esta vez fue el pueblo llano quien ocup¨® las localidades para atender a las evoluciones de uno de los suyos. Porque nadie como Jairo Zavala, Depedro a efectos art¨ªsticos, para sacar pecho gatuno y exclamar, incluso con deje cheli: soy de Aluche, y a mucha honra.
Estos conciertos populares para anticiparse en clave sinf¨®nica a la llegada de Sus Majestades ya conocieron en 2017 la visita de Amaral (ilustres zaragozanos) y de la gallega Luz Casal un a?o m¨¢s tarde, as¨ª que iba tocando un cualificado representante del foro.
A Jairo le esperaban con propensi¨®n al abrazo, las entradas pulverizadas desde semanas atr¨¢s y mucho, much¨ªsimo chiquillo en el patio de butacas; de esos a los que no les llegan los pies al suelo ni les caben los ojos en lo ancho de la cara, de tanto como los abren ante un sarao con fuste.
Algunos de los chavales eran discapacitados auditivos e integrantes de la fundaci¨®n Dales la Palabra, que cumple su vig¨¦simo aniversario y era destinataria de la recaudaci¨®n del evento. Su presidenta, Dori Ju¨¢rez, se felicitaba de que el ¡°ingenio humano¡± les haya permitido a muchos ni?os ¡°escuchar las voces de sus padres y el canto de los p¨¢jaros¡±.
Y se conjur¨® contra el pesimismo con el que recibimos un a?o en que los bolsonaros de turno -y algunos asoman mucho m¨¢s cerca- amenazan con envenenarnos de intolerancia. ¡°Debemos o¨ªr el grito de la mayor¨ªa, el de la solidaridad. Y las notas musicales son la mejor muralla frente a la injusticia y el odio¡±, resumi¨®.
Hasta las 12.15 no acabar¨ªa asomando Zavala, espigado y elegant¨®n todo de negro con camisa morada, rejuvenecido con esa cara de ni?o bueno que se le pone cuando se afeita las patillas. Y con tres de sus m¨²sicos (bater¨ªa, guitarra, segunda voz) infiltrados entre la marabunta de la Banda Sinf¨®nica Municipal. Se les reconoc¨ªa porque, aunque tiraron de americana, eran los ¨²nicos sin corbata. En d¨ªas como este, ya se ve, las distancias entre la buena gente se vuelven estrechas; incluso entre m¨²sicos cl¨¢sicos y populares, siempre tendentes al recelo, la suspicacia o la mirada de reojo.
Jairo, que es hombre tan cercano y humilde como para proponer una ¡°danza de los despose¨ªdos¡± (Antes de que anochezca), se entendi¨® bien con el director de la banda, Francisco Javier Mart¨ªnez, a la hora de enfrentarse por vez primera a unos arreglos sinf¨®nicos de su repertorio.
En una de sus 14 canciones, Te sigo so?ando, tuvo incluso el cuajo de arrancar a capela (sin instrumentos), todo un desaf¨ªo en el que no se puede errar el tono ni un ¨¢pice porque 60 m¨²sicos esperan para entrar en tropel solo unos pocos segundos m¨¢s tarde.
Triunf¨® la solemnidad ralentizada de Como el viento o Ser valiente, que le sirven a Depedro para recrearse en ese chorro de voz tan franco y envidiable. Y m¨¢s celebrada a¨²n result¨® D¨¦jalo ir, con un estribillo tan pegadizo como para acabar arrancando palmas de acompa?amiento hasta en el ¨²ltimo anfiteatro.
Quedaban a¨²n las sorpresas de los invitados, de los que casi nadie ten¨ªa noticia: Pucho (Vetusta Morla) para Diciembre, Cristinita Manj¨®n (Fuel Fandango) en una fant¨¢stica lectura de Llorona, Amparo S¨¢nchez (Amparanoia) reinventando Don¡¯t leave me now y los tres, a modo de colof¨®n euf¨®rico, en Chilla que tiemble.
Advert¨ªa Jairo Zavala que algunas canciones suyas, en particular De c¨®mo empezamos, reflejan su aprecio por los inicios y los or¨ªgenes, ¡°por los pasitos peque?os¡±. El suyo de esta v¨ªspera regia fue un paso mucho m¨¢s grande; el refrendo de que, como en el t¨ªtulo de su ¨²ltimo trabajo, ¡°todo va a salir bien¡±. Y pueden ustedes tuitearlo sin miedo: esta felicitaci¨®n de Reyes Magos no se pareci¨® en nada a una broma de mal gusto.
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