La librer¨ªa Nicol¨¢s Moya echa el cierre
Despu¨¦s de 157 a?os ofertando obras sobre medicina y otras ciencias en la calle Carretas, sus due?os no han podido resistir los bajones de las ventas
A escasos metros de la Puerta del Sol, escondida entre carteles luminosos de grandes establecimientos, como si no quisiera llamar la atenci¨®n, pervive un local que se ha convertido en un s¨ªmbolo del Madrid antiguo. Su letrero, con tantos a?os como la tienda, recuerda a una ¨¦poca la que las grandes marcas todav¨ªa no llenaban las calles de la capital. "Nicol¨¢s Moya. Librer¨ªa M¨¦dica. Fundada en 1862. Libros de Medicina, Agricultura, Veterinaria, N¨¢utica y ciencias afines", reza el cartel, circunstancialmente acompa?ado de otros que indican la "liquidaci¨®n total por cese de actividad". Pronto, ni uno ni otros podr¨¢n verse m¨¢s en el n¨²mero 29 la calle Carretas, despojando a la c¨¦ntrica v¨ªa de la librer¨ªa m¨¢s antigua de la ciudad (a excepci¨®n de la librer¨ªa callejera de San Gin¨¦s).
Tras a?os viendo como las ventas se desplomaban, y ante la incapacidad de responder ante los envites del comercio electr¨®nico y las nuevas superficies de venta, a los Moya no les ha quedado m¨¢s remedio que rendirse y cerrar el negocio. ¡°Son muchas cosas que se han juntado. Actualmente mucha gente lee en pantalla, con la llegada de Internet, cada vez menos gente lee en papel. Y que ahora los estudiantes empiezan una carrera y no se plantea hacerse una biblioteca como se hac¨ªa antes. Antes, los que empezaban una carrera de medicina y veterinaria respond¨ªan muy bien y ahora ya no viene nadie, ni a mirar los libros por curiosidad. Llevamos ya bastante tiempo aguantando¡±, explica Gema Moya, miembro de la cuarta generaci¨®n que regenta el local.
¡°?Y todo para qu¨¦?¡±, se pregunta Salvador Garc¨ªa, vecino de la calle Carretas. ¡°Para poner un Zara, un McDonald?s o uno de estos establecimientos que se lo comen todo¡±. La sensaci¨®n de desasosiego se transmite entre los m¨¢s veteranos del lugar, entre los que aparecen antiguos clientes de la tienda. ¡°Me parece trist¨ªsimo. Yo he comprado un mont¨®n de libros aqu¨ª. Desde que era estudiante. Ya no ven¨ªa porque estoy retirado, pero cuando he pasado y he visto que cerraba he tenido que entrar. Es un ejemplo m¨¢s de lo que se ve en las calles ahora mismo, y que se lleva un trozo de historia de nuestras calles¡±, cuenta Pedro L¨®pez, un m¨¦dico pediatra ya jubilado.
Una historia que se remonta 157 a?os atr¨¢s, cuando Nicol¨¢s Moya (Guadalajara, 1838), a¨²n menor de edad, fund¨® el primer local de Madrid especializado en obras de Medicina. Situado cerca del Colegio de Cirug¨ªa de San Carlos, instituci¨®n dedicada a la ense?anza de la medicina y que acab¨® convirti¨¦ndose en facultad de la materia en la Universidad Complutense, muchos de sus alumnos pasaban por la librer¨ªa a comprar. ¡°Cuando ¨¦l quiso abrirla, todo el mundo dec¨ªa que estaba loco, que no ten¨ªa futuro, pero claro, como no hab¨ªa ninguna, se hizo un nombre y se hizo bastante popular. Ven¨ªan profesores, alumnos¡¡±, asegura Moya.
Su amplia biblioteca pronto llam¨® la atenci¨®n de prestigiosos m¨¦dicos como Jos¨¦ de Letamendi o Federico Ol¨®riz. Pero por encima de todos, entre sus visitantes habituales destacaba uno que acabar¨ªa convirti¨¦ndose en Premio Nobel de Medicina, Santiago Ram¨®n y Cajal. Durante sus visitas al local se convirti¨® en amigo de Nicol¨¢s Moya y acab¨® ofreciendo tertulias en la sala de atr¨¢s, en la que se reun¨ªa con m¨¦dicos de Madrid, pero tambi¨¦n con otros llegados de fuera de la capital. Tan popular lleg¨® ser en aquellos tiempos la librer¨ªa que su fundador cre¨® una imprenta en donde publicaba obras firmadas por sus colegas m¨¦dicos y traducciones de ediciones llegadas de Francia, Alemania o Inglaterra.
Ampliaci¨®n del cat¨¢logo
Con el transcurso del tiempo, y aunque empez¨® siendo una tienda ¨²nicamente de libros m¨¦dicos, sus estanter¨ªas pronto se empezaron a llenar con ejemplares de otras disciplinas como veterinaria o agricultura. ¡°Mi abuelo, que hered¨® el negocio, empez¨® a introducirlas. N¨¢utica fue lo ¨²ltimo que se a?adi¨®, ya entrado el siglo XX. Fue una gran fuente de ingresos, porque hab¨ªa muchos m¨¦dicos aficionados al mundo de la navegaci¨®n¡±, cuenta la due?a.
De hecho, tal fue el ¨¦xito de venta que el Instituto Hidrogr¨¢fico de C¨¢diz design¨® la librer¨ªa madrile?a como canal de venta de sus cartas n¨¢uticas y sus publicaciones oficiales. Eso s¨ª, durante la Guerra Civil conllev¨® alg¨²n problema, puesto que las cartas de navegaci¨®n fueron incautadas. ¡°En esa ¨¦poca se llevaron mucho material requisado, sobre todo de n¨¢utica, que dijeron que iban a devolver y nunca devolvieron¡±, explican. Tras el conflicto, que seg¨²n sus due?os puso en peligro la continuidad de la tienda, el negocio repunt¨® y continu¨® en pie.
Y as¨ª se lleg¨® hasta el d¨ªa de hoy. Desde que pusieron los carteles de liquidaci¨®n, mucha gente se ha acercado para empezar a despedirse del local. ¡°Reconforta, pero es muy triste. Te acuerdas de los que ya no est¨¢n, y se te va la cabeza a lo que pensar¨ªan si vieran lo que ha ocurrido¡±, confiesa Moya. En sus estanter¨ªas ya se pueden ver los primeros huecos vac¨ªos, algo impensable tiempo atr¨¢s, se?al inequ¨ªvoca de que el tiempo se agota. Mientras tanto, y hasta que llegue el momento de decir adi¨®s, seguir¨¢ haciendo lo que siempre ha hecho: ofrecer a sus clientes libros dif¨ªciles de encontrar en otros sitios. ¡°He entrado a buscar un libro que me sirviera para mi trabajo de fin de carrera. Y ha aparecido uno que no hab¨ªa visto en ning¨²n sitio sobre enfermer¨ªa militar, y que me viene genial¡±, reconoce Marta Bra?as, una gallega?militar y estudiante de enfermer¨ªa de vacaciones en Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.