La democracia aburrida
La sesi¨®n se ha acercado a lo que ser¨ªa su funci¨®n; se hablaba de listas de espera, de urgencias, funcionarios...
He entrado triste al Parlament y he salido contento. La causa de la tristeza es muy prosaica: llov¨ªa, ha estado lloviendo el rato justo para complicar la llegada al Parc de la Ciutadella. Un d¨ªa en que, a ver, qui¨¦n era el guapo que pillaba un taxi y le ped¨ªa: ¡°Ll¨¦veme al Parlament¡±. Total, que cuando he entrado al edificio, mis zapatos estaban enfangados como un cara a cara de Carlos Carrizosa y Eduard Pujol.
Y a pesar de ello, les dec¨ªa, sal¨ª contento. Porque a la puerta, al mediod¨ªa, me top¨¦ con un grupo de estudiantes de primaria que iban a visitar el Parlament. El profesor les comentaba: ¡°Ten¨¦is suerte porque hoy hay pleno y podr¨¦is ver a los diputados en directo¡±, y al decirlo, sonaba como si anunciara una visita al Papa. O a Rosal¨ªa. Pero a¨²n m¨¢s, les lanzaba una advertencia: ¡°Ah¨ª dentro no molest¨¦is a los diputados, porque tienen que trabajar muy duro. Hacer una ley no es f¨¢cil¡±. Bien por el pedagogo encomiando la tarea parlamentaria en estos tiempos. Esos ni?os y ni?as entraban en el Parlament sintiendo en su cuerpo la solemnidad del ¨¢gora, y avisados de que no anduviesen como fans de Cristiano Ronaldo ante el juzgado, pidiendo aut¨®grafos, no s¨¦, a Anna Tarr¨¦s, lo m¨¢s parecido a una celebrity del deporte que anda por ah¨ª.
O sea, mi estado de ¨¢nimo ha ido de menos a m¨¢s, y en ning¨²n caso por lo que o¨ªa en el hemiciclo. El tono ah¨ª era bajo, y sabe mal, porque hay que admitir que este mi¨¦rcoles la sesi¨®n de control al Govern se ha acercado a lo que ser¨ªa su funci¨®n te¨®rica: controlar la acci¨®n gubernamental; se hablaba de listas de espera, de problemas en urgencias, de funcionarios¡ Y, en cambio, el debate andaba bajo de pasiones. Me acord¨¦ del difunto Joaquim Xicoy, expresidente del Parlament de los Sosos A?os Pujol, que afirmaba: la democracia es aburrida (en su ¨¦poca lo era, no s¨¦ si por ser democracia o por tanta mayor¨ªa absoluta).
Este Parlament no suele encenderse con temas tan banales como la sanidad. Aunque s¨ª hab¨ªa un asunto que podr¨ªa haber provocado sangre: la espinosa decisi¨®n de Carles Puigdemont de denunciar a la mesa del Parlament ¡ªcon su presidente de ERC, Roger Torrent, a la cabeza¡ª ante el nefando Tribunal Constitucional, por haberle negado la delegaci¨®n de voto. Los independentistas ventilando sus diferencias en la sede donde se defiende la unidad de Espa?a: miel para la oposici¨®n, y las antenas puestas en cualquier comentario que saliera de Esquerra Republicana. Pero nada. Los tres partidos indepes usaron la estrategia habitual: despejar el bal¨®n fuera del ¨¢rea con ret¨®rica contra algunas acciones recientes del Estado (que lo pone f¨¢cil): en 24 horas desde que se conoci¨® la iniciativa de Puigdemont, JuntsxCat y ERC pudieron rehacerse del shock: Twitter ya hab¨ªa hecho su trabajo convirtiendo un s¨ªntoma claro de fractura interna en una jugada maestra, justa y necesaria.
Tampoco la oposici¨®n mordi¨® mucho por ah¨ª. Hasta el cartel del d¨ªa que ense?¨® In¨¦s Arrimadas iba por otro camino (¡°La Rep¨²blica no existeix, senyor Torra¡±). Por cierto, me permito pedirle a la jefa de la oposici¨®n que cuando haga sus instastories las muestre hacia todo el hemiciclo, porque los que estamos detr¨¢s, diputados o p¨²blico, nos quedamos con la incertidumbre de si est¨¢ ense?ando un gr¨¢fico de la evoluci¨®n del PIB o un calendario de bomberos en ba?ador.
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