Alegre tristeza
Nos invade y nos sobrecoge la pena de la definitiva ausencia de Julen. A la vez, este ni?o permanecer¨¢ en nuestro recuerdo por el ejemplo de solidaridad de un grupo de hombres y mujeres
A pesar de los a?os y aunque en el Grupo Jubilata determinados sucesos se relativizan, tambi¨¦n nos hacemos eco del clamor popular en el triste y lamentable suceso que ha conmovido a Espa?a. Valga el t¨ªtulo de este texto, una expresi¨®n contradictoria, un ox¨ªmoron que resalta la existencia en todos nosotros de dos sentimientos tan contrapuestos como son la pena y la alegr¨ªa.
Nos invade y nos sobrecoge la pena de la definitiva ausencia de Julen. A la vez, este ni?o permanecer¨¢ en nuestro recuerdo al habernos proporcionado la alegr¨ªa de descubrir la entrega de un grupo de hombres y de mujeres; un maravilloso ejemplo de solidaridad.
Todos tenemos el coraz¨®n hecho trizas. El paso del tiempo aplicar¨¢ su cruel ant¨ªdoto: transformar¨¢ en efem¨¦ride esta triste p¨¦rdida. Tambi¨¦n se difuminar¨¢ la impresionante demostraci¨®n de cari?o, de esperanza, de tenaz lucha y de uni¨®n entre la gente.
Durante todos los d¨ªas de espera ¡ªen esa continuada atenci¨®n a los medios de informaci¨®n para ver las ¨²ltimas noticias¡ª aparec¨ªan l¨¢grimas en los ojos enrojecidos de muchos jubilatas cuando el inexorable factor del tiempo agotaba las posibilidades, a la vez que la monta?a se empecinaba en mostrar su p¨¦trea resistencia.
M¨¢s de 300 personas, hombres y mujeres de todos los rincones de esa Espa?a ¡ªno de la cainita, sino de la solidaria, esa que nos muestra su mejor cara¡ª, sobrados de f¨¦rrea voluntad y sin el menor atisbo de personalizar su imagen, mostraban su aliento, sus ganas de colaborar, su fe, su esperanza, su trabajo esforzado, codo con codo, cada uno en su especialidad y todos con su insomnio mezclado con duermevelas con los que recuperar fuerzas y eliminar esa l¨®gica debilidad derivada del esfuerzo o de las dudas.
Valores, principios, trabajos, estudios, humanidad, cari?o, ternura, pasi¨®n, fe que han servido para iluminar, y, en cierto modo, dulcificar la tristeza y el dolor de la frustraci¨®n final. Las entra?as de la tierra habr¨¢n podido arrancarnos la esperanza de vida del ni?o, ya nuestro Julen. Julen ya de todos, pero repetimos, nunca van a poder borrar de nuestro coraz¨®n su recuerdo ni tampoco las cicatrices que todos llevaremos, unidas a las alegr¨ªas de comprobar que la conducta humana de muchas personas es ejemplar.
?Qu¨¦ nos deparar¨¢ el tiempo futuro cuando el poder medi¨¢tico haga mutis por el foro? Como terapia y recuerdo para siempre, se podr¨¢ acudir a pasear por esa calle principal que deber¨ªa existir en cada pueblo de Espa?a con el nombre de ¡°El ni?o Julen¡±, ahuyentando con esa leyenda el negro luto que impregna el olvido.
Nuestro duelo se une al esencial de los padres, ejemplo de entereza, de calma, de tensa esperanza, y al de todo aquel que en su interior confiaba en el rescate de Julen, el ¨¢ngel, lo que al final ha cristalizado en la memoria y el coraz¨®n de todos nosotros.
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