La puerta de Damasco

Entre las ocho puertas de Jerusal¨¦n, la de Damasco tiene fama de ser de las m¨¢s bulliciosas. Esta llamativa sucursal madrile?a con kebab, m¨¢s que una invitaci¨®n al encuentro de culturas, es un desaf¨ªo contra el colesterol. Pero nos vale como s¨ªmbolo de integraci¨®n y convivencia, est¨®magos mediante. En su vertiginoso cosmopolitismo, Madrid se viste con muchos ropajes y se condimenta con todos los sabores. El ¨¢rabe aporta una exuberancia ca¨®tica, llamativa por su tendencia al exceso, dirigido a despertar la gula y el atiborramiento como si no llegara la puesta de sol previa al Ramad¨¢n. En este fragmento de la calle de Jacometrezo, la caligraf¨ªa se impone a las part¨ªculas esparcidas en la fachada y tras la ventana del establecimiento fucsia. Este consigue su porci¨®n de relevancia chillona mayor frente al restaurante liban¨¦s. Si la se?al de tr¨¢fico no especificara su prohibido aparcar, excepto EMT, uno dudar¨ªa d¨®nde se encuentra. Todo es posible hoy en la capital y todo es palpable: ese constante y bendito mestizaje que nos obliga a vernos de frente, hablar entre nosotros y curar el miedo al otro con un ba?o de realidad. Ojal¨¢ nadie rompa el embrujo y nos devuelva a la Edad Media apelando a los reyes cat¨®licos. Los dioses monote¨ªstas en comuni¨®n recen cada uno sus oraciones para hermanarnos y no dividir.