Vila-Matas y otros exploradores catalanes de Portugal
Los catalanes han descubierto en los ¨²ltimos a?os Oporto, centro textil del pa¨ªs que mantiene con la capital esta rivalidad celosa entre una ciudad administrativa y otra de empresarial
Quiz¨¢s por aquello de que hay que atravesar Castilla, Extremadura o Andaluc¨ªa, el catal¨¢n ha descubierto Portugal hace unos d¨ªas. Siempre hay raros, claro, pues en Oporto, la librer¨ªa Lello, famosa por la fake news de que all¨ª se rod¨® Harry Potter, hasta hace poco destacaba a tama?o p¨®ster una bell¨ªsima cr¨®nica de Enrique Vila-Matas dedicada a la ciudad y a las cosas extra?as ¡ªcomo no pod¨ªa ser menos¡ª que aqu¨ª le sucedieron. ¡°Es una ciudad distante, de otro tiempo y sus habitantes se visten rigurosamente de gris y negro; ciudad rara entre las raras¡±. Un amor a primera vista, que a lo largo de los a?os ha sido correspondido por los portugueses, que adoran sus libros, quiz¨¢s porque no hay escritor espa?ol m¨¢s pesso¨ªsta que Vila-Matas. De paso, y como cul¨¦ empedernido ¡ªespero que los m¨¦dicos no te lo hayan prohibido tambi¨¦n¡ª, dile a tu club que le eche un vistazo al central Milit?o (y otro al benfiquista Jo?o F¨¦lix).
Las vivencias del escritor del abrigo gris eran en el siglo pasado, cuando a los chollos no se les llamaba low cost y la segunda ciudad espa?ola no se conectaba por 30 euros con la segunda ciudad portuguesa. Gracias a Ryanair los catalanes han descubierto en los ¨²ltimos a?os Oporto, centro textil del pa¨ªs que mantiene con la capital esa rivalidad celosa entre una ciudad administrativa y otra empresarial. ¡°Estaba convencido de que en Europa no hab¨ªa ciudad m¨¢s antigua y se?orial que Lisboa hasta que vi Oporto¡±, remachaba Vila-Matas.
Ahora le han dado buenas capas de chapa y pintura, que falta le hac¨ªa, llueve menos gracias al cambio clim¨¢tico, no le han expropiado el Duero ni el Atl¨¢ntico y los aviones llegan cargados de catalanes por un d¨ªa que visitan a la carrera la Fundaci¨®n Serralves en busca de obras de Joan Mir¨® nunca vistos en Barcelona, el caf¨¦ Magestic y la librer¨ªa ¡°m¨¢s bella del mundo¡± con su retorcida escalera barroca, por cierto, reproducida en las ¨²ltimas fiestas de Gr¨¤cia.
Ese retraso en la visita de catalanes a Portugal tambi¨¦n se contagia en los callejeros de sus ciudades. Nada en Oporto, y una m¨ªnima calle en Lisboa, ya en este siglo, sin duda en correspondencia a la barcelonesa Avenida Lisboa, dada un poco antes. Antes de este siglo, ya andaba por tierras lusas el periodista Ramon Font, primer y ¨²ltimo embajador de Catalu?a, hombre de bien atropellado por los acontecimientos y ya, en la esquizofrenia global que nos asiste, m¨¢s portugu¨¦s que Vasco de Gama.
En Lisboa, A Casa das Janelas com Vistas se ha convertido en centro de hospedaje de catalanes. La catalana Carmen Rende re¨²ne en su hotelito de Bairro Alto el sabor de sus calles y la calma de sus vidas, que no es f¨¢cil con la presi¨®n tur¨ªstica.
Los fines de semana, en las colas de los Past¨¦is de Bel¨¦m y en el bulevares de la rua Liberdade se oye hablar catal¨¢n, pero entre semana, en el quehacer profesional de la ciudad, no abunda el empresario ni el comercial catal¨¢n. Por razones profesionales aqu¨ª ha pasado mucho tiempo Laura Sagnier, que acaba de terminar el estudio Las mujeres en Portugal, hoy, un encargo de la Fundaci¨®n Francisco Manuel Dos Santos, similar al que ya realizara con las mujeres espa?olas. En perfecto portugu¨¦s, la Sagnier presenta el libro y sorprende con el dato de que el 71% de las portuguesas tienen un trabajo remunerado, casi 20 puntos m¨¢s que las espa?olas ¡ªque gusta mucho al auditorio¡ª, pero que ganan menos, lo que desagrada.
No son muy dados ¡ª?y qui¨¦n lo es!¡ª a que los extranjeros les remuevan sus entra?as, que les dirijan o que les aconsejen c¨®mo hacerlo, con la excepci¨®n de los brit¨¢nicos, pues existe una cierta britisman¨ªa, quiz¨¢s porque siempre les salvaron ¡ªpor conveniencia, claro¡ª en guerras con franceses y espa?oles.
Sea por esto o por lo otro, hay una cierta relaci¨®n amor-odio con las cosas del vecino y m¨¢s sin mandan. Uno de sus primeros bancos, el BPI, de ser controlado por los hermanos angole?os ha pasado al dominio de los catalanes de CaixaBank, que se gasta muchos millones en mostrar la cara buena de sus beneficios con ayudas sociales y culturales. Es la mayor donante del pa¨ªs, pero el recelo siempre queda.
Tambi¨¦n es una catalana, Rosa Cullell, la que dirige, desde hace ocho a?os, la primera televisi¨®n del pa¨ªs (TVI), la primera cadena de radio (Radio Comercial) y la primera web de media, mas, por motivos conyugales, mejor no extenderse, aunque tan imperdonable ser¨ªa hacerlo como hablar de la presencia de Catalu?a en Portugal sin citarla, al menos, de corrido.
No es f¨¢cil triunfar en territorio ajeno, y si no que se lo digan a Joan Manuel Serrat. Aqu¨ª, por extra?o que parezca, llena Patxi Andi¨®n; quiz¨¢s fue porque le pill¨® la Revoluci¨®n en Lisboa y se puso a cantar y las saudades portuguesas son eternas. Por lo que fuere, Patxi llena en el Chiado y ni se programa en su barrio de Lavapi¨¦s. Los gustos transfronterizos son muy curiosos en asuntos culturales, como se demuestra con la inclinaci¨®n por Vila-Matas o Javier Mar¨ªas y no por otros. Musicalmente, s¨ª hay catalanes reconocidos en Portugal, como Jordi Savall y, sobre todo, Silvia P¨¦rez Cruz, que cuenta sus actuaciones por llenazos.
Ya es febrero y, como catalanes previsores que son, el tel¨¦fono y el correo comienzan a crepitar preguntando por sitios para veranear, de sol y playas ¡ªsin problema¡ª, en lugares tranquilos ¡ªtampoco¡ª y, baratos ¡ªah¨ª no¡ª. Han o¨ªdo de Comporta en las revistas chic, de Peniche, los surfistas; las Bobos de la Costa Vicentina y los naturistas de las Azores.
Los finos de los Bassols hace una d¨¦cada que descubrieron las playas del sur de Lisboa, en la Costa Vicentina, donde surfean y pedalean en un entorno semisalvaje, lejos de las society menorquina de la primera quince de agosto y de la Cerdanya en la segunda. Hay refugios como Aldeia de Pedralva o Vila do Bispo, donde se puede conseguir todo eso y una lubina reci¨¦n pescada y un jabal¨ª reci¨¦n cazado, pero a low cost, no. La naturaleza y el silencio son lujos que se pagan, aunque menos que en Catalu?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.