El Museo Mar¨ªtimo llega por fin a buen puerto
El centro barcelon¨¦s completa su discurso expositivo con dos nuevas exhibiciones permanentes y la ocupaci¨®n total de las Drassanes
Una excepcional barca medieval y el empe?o catal¨¢n por navegar en el siglo XVIII el Mar Gran (el Atl¨¢ntico) y comerciar con Am¨¦rica centran las dos nuevas exhibiciones que el Museo mar¨ªtimo de Barcelona(MMB) incorpora a su exposici¨®n permanente y con las que completa su discurso. Les Sorres X, un vaixell medieval, sobre la embarcaci¨®n destinada al transporte de mercanc¨ªas hallada durante las obras de construcci¨®n del canal ol¨ªmpico de Castelldefels en 1990, y Catalunya mar enll¨¤, tres segles de marina catalana: XVIII-XX,con m¨¢s de 170 piezas, algunas que no se mostraban desde hace 30 a?os, son los t¨ªtulos de las dos exposiciones que se abren al p¨²blico el lunes (ser¨¢ jornada de puertas abiertas). Con ambas muestras, el Mar¨ªtimo acaba por fin su proyecto museogr¨¢fico y al tiempo ocupa todo el espacio (19.000 metros cuadrados) de las Drassanes Reials, el edificio g¨®tico que lo cobija.
"?Se acab¨® el suplicio!", se exclama gr¨¢ficamente la directora en funciones del centro, Elvira Mata, durante el recorrido para mostrar las nuevas exposiciones. "El museo por fin est¨¢ acabado". Se culmina as¨ª un proceso de musealizaci¨®n que empez¨® en 2013 tras la rehabilitaci¨®n del conjunto monumental de las Drassanes. El MMB suma las naves 5 y 6 del edificio, que se usaban para otros fines (en ellas se instal¨® la exposici¨®n sobre Juego de tronos, por ejemplo) y dos mil metros cuadrados m¨¢s de superficie.
La extensi¨®n del museo ha permitido poder colocar la barca medieval excavada en Les Sorres junto a la muralla que cierra el edificio en el lado del Paral.lel y que es contempor¨¢nea de la embarcaci¨®n lo que, destacan Mata y el jefe de colecciones del MMB, Enric Gracia, permite un bonito juego conceptual. La barca, de la que se conserva excepcionalmente parte del casco con las cuaderna y que por fin se ha podido musealizar, era una embarcaci¨®n parecida a un la¨²d, con una vela latina y cinco o seis remos por banda. De 9,5 metros de eslora y 1,9 de manga, llevaba una tripulaci¨®n de 3 o 4 personas y era seg¨²n los expertos muy marinera y estable, lo que no explica por qu¨¦ se hundi¨® en la zona pantanosa que era lo que hoy es Castelldefels y mucho menos c¨®mo es que lo hizo sin que pudiera recuperarse su carga, consistente en jarras con pescado (at¨²n) en conserva. Se han situado los restos de la barca sobre un mont¨®n de cantos rodados y se los ha rodeado de un murete met¨¢lico que simula olas. Un modelo escala 1:20 permite ver c¨®mo era la barca y en una vitrina se han instalado elementos originales de su carga. Acompa?an a la barca dos primas mucho m¨¢s j¨®venes, la Papet (1907) y la Madrona (1924), que permiten establecer analog¨ªas sobre la construcci¨®n naval en Catalu?a y los rasgos que se han mantenido.
Catalunya mar enll¨¤, que es la muestra con la que realmente se desarrolla el discurso expositivo hist¨®rico del MMB, que acababa en las galeras, explica a lo largo de siete ¨¢mbitos y dos audiovisuales tres siglos posteriores de la marina catalana, del XVIII al XX. Lo hace con el eje argumental del comercio mar¨ªtimo catal¨¢n con Am¨¦rica, una historia que se presenta como una gran aventura a partir de una serie de oportunidades que se le abrieron al pa¨ªs tras la Guerra de Sucesi¨®n.
"El audiovisual de entrada, muy inmersivo y v¨ªvido, nos permite introducir esa parte m¨¢s humana y ¨¦pica de la que adolec¨ªa un poco el museo", explica Gracia. La proyecci¨®n, que incluye tormentas con rayos y centellas y viento huracanado (de ventiladores), se centra en un pionero capit¨¢n real, Josep Barrera, que viaj¨® con el paquebote San Esteban (en el audiovisual interpretado por el Santa Eul¨¤lia, el barco del museo) en 1768 a Puerto Rico y Santo Domingo con vino, aguardiente de Reus y telas de Barcelona para volver con az¨²car, cacao y tabaco.
La exposici¨®n documenta la aventura catalana a trav¨¦s del Atl¨¢ntico, que requiri¨® la creaci¨®n de escuelas para la formaci¨®n de pilotos y capitanes que pudieran cruzar el Mar Gran, la adquisici¨®n y construcci¨®n de naves y disponer de mercanc¨ªas para los mercados americanos. A destacar en la muestra, entre otrtas muchas cosas, el enorme modelo de la fragata Barcelona, un verdadero simulador de la ¨¦poca, con la que los aspirantes a marinos aprend¨ªan a hacer maniobras; una caja precedente de los contenedores modernos, y una vitrina llena de maquetas navales que permiten observar las diferencias de dise?o entre por ejemplo un bergant¨ªn o una polacra-goleta catalana y un cliper ingl¨¦s.
El paso de la vela al vapor, el colapso de la industria naval catalana, la reconversi¨®n de las gentes del mar en obreros del mar, el colosal dique flotante de Barcelona, las grandes compa?¨ªas (Transatl¨¢ntica y luego Transmediterr¨¢nea), son otros hitos de la exposici¨®n que se cierra con un segundo audiovisual que plantea interrogantes sobre los nuevos usos del mar y su sostenibilidad, con una referencia expresa al dif¨ªcil equilibrio entre contenedores y cruceros, afuera, ah¨ª mismo.
Ca?ones y esclavos negros entrevistos
La exposici¨®n Catalunya mar enll¨¤ tiene espacio para la guerra y el comercio de esclavos. En cuanto a la primera, explica que cruzar el Atl¨¢ntico significaba antes pacificar el Mediterr¨¢neo, todav¨ªa agitado por corsarios del Norte de ?frica. Unos ca?ones, una bombarda, un sable y el preciosdo modelo de la fragata Matar¨®recuerdan ese aspecto agitado de la historia. En cuanto a la trata, de honda tradici¨®n en casa, la muestra pasa de puntillas con unos pocos documentos y un diorama que simula escuetamente la bodega de un barco negrero. Te puedes asomar a trav¨¦s de unos barrotes y en la oscuridad se distinguen paja, grilletes y unas vagas siluetas. Poca cosa, vamos. No obstante, Elvira Mata y Enric Gracia explicaron que el MMB proyecta realizar una exposici¨®n amplia sobre el tema en un futuro pr¨®ximo.
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