Poder es querer
Si la cultura es la suma de todas las formas de arte y de pensamiento que, en el curso de los siglos, nos ha permitido ser menos esclavizados, ?qu¨¦ nos espera teni¨¦ndola por una ¡®conselleria¡¯ menor?
Atr¨¢s queda aquel tiempo en el que el independentismo insist¨ªa en que los presos no eran moneda de cambio. Lo dec¨ªan s¨ª, pero nunca fue as¨ª. Ya Puigdemont puso como condici¨®n en su correspondencia a Rajoy en octubre de 2.017, antes de la declaraci¨®n fallida de independencia, de la aplicaci¨®n del 155 y de la detenci¨®n de los miembros del govern que no se marcharon del pa¨ªs, que los Jordis salieran de la prisi¨®n preventiva a la que hab¨ªan sido condenados por la juez Lamela por un presunto delito de sedici¨®n a causa de las protestas ante la sede de la conselleria de Econom¨ªa. Fue los d¨ªas 19 y 20 de setiembre del mismo a?o.
La frase declarativa fue repiti¨¦ndose con la constancia de quienes saben controlar los rituales y su propaganda. As¨ª, el eslogan prosper¨® durante la campa?a electoral de diciembre de aquel a?o para movilizar a unos votantes que, a pesar de todo, se inclinaron un poco m¨¢s por quienes se hicieron presentes desde el extranjero y eran jaleados que por quienes estaban obligados al silencio detr¨¢s de las rejas y eran llorados. Un comportamiento curioso de una parte de la ciudadan¨ªa que a?ade otro ingrediente social digno de ser estudiado al complejo asunto que nos invade. Es lo que ERC quiere revertir. Por eso la triple candidatura de su l¨ªder al que rinden homenaje pr¨®ximo al culto. Puigdemont recoge el testigo y pone en jaque al que fue su partido con una opa implacable imponiendo a sus fieles que le dedican, agradecidos, una adoraci¨®n sin condiciones. No parece pues que la aspirada rep¨²blica se conforme, por ahora, con un solo rey.
Por supuesto que esta lectura nunca ser¨¢ reconocida ni por ellos ni por los suyos porque el relato oficial pasa por otros conceptos tambi¨¦n sabidos: internacionalizar la causa a trav¨¦s de las elecciones al Parlamento Europeo, forzar negociaciones con Madrid canalizando a trav¨¦s suyo el voto al Congreso y Senado y convertir Barcelona en la capital del independentismo sin la cual la secesi¨®n dif¨ªcilmente podr¨¢ contar con el apoyo social imprescindible para no ser discutida. No hablo de la capitalidad republicana porque en esto tambi¨¦n est¨¢n los Comunes como han demostrado con sus iniciativas y comportamientos municipales en reiteradas ocasiones. Gestos muchos, acciones determinantes pocas.
Pero en esto consiste la pol¨ªtica hoy en buena parte del universo: en predicar y no dar trigo. Lo vemos all¨ª donde las convulsiones propias ponen en el centro de sus respectivas reivindicaciones grandes alegatos, simples argumentaciones, sobrados agravios y fuertes emociones. Lo verbaliza Trump, lo domina Putin y lo evidencia el Brexit. Por detr¨¢s, las redes sociales hacen su trabajo y whatsapp va camino de convertirse en el perejil de todas las salsas. Lo descubrimos en el Brasil de Bolsonaro, lo constatamos en la Andaluc¨ªa de Vox y lo iremos viviendo en la Catalu?a insumisa que tiene en su electorado de mayor edad y canas al creyente incondicional capaz de hacer suyos los sentimientos ajenos. L¨®gicos, por otra parte, en quienes m¨¢s han vivido y sufrido. Por eso las mujeres ayer relegadas y hoy empoderadas lideran esta causa seg¨²n detectan algunos trabajos demosc¨®picos cualitativos. El marketing pol¨ªtico se ha puesto en marcha.
Todo este despliegue tambi¨¦n tiene su coste. Uno es el que se ve, puede cuantificarse y se dibuja en la p¨¦rdida de fuerza del Govern que arrastra consigo el peligro de minimizar nuestras instituciones. Otro es el que se oculta detr¨¢s de las frecuentes cortinas de humo que se despliegan para intentar despistarnos. En este lado oscuro hace a?os que han colocado a la cultura. Y con ella a todo lo que tiene que ver, curiosa y parad¨®jicamente, con la ense?a del pa¨ªs. Identidad incluida.
La pr¨®xima marcha de Laura Borr¨¤s de la conselleria obligar¨¢ al tercer relevo en a?o y medio al frente de tan importante negociado. Y con ¨¦l, todo lo que representa para un sector que no ha superado el impacto negativo provocado por la crisis econ¨®mica y la percepci¨®n ciudadana de que la pobreza cultural ha aumentado al ritmo de la econ¨®mica sin que nadie lo haya paliado.
Si la imagen habitual de instrumentalizaci¨®n de los cargos pol¨ªticos a costa de los intereses electorales se proyecta sobre aquello que, en la muerte, continua siendo vida, en feliz expresi¨®n de Andr¨¦ Malraux, nos veremos obligados a seguir sinti¨¦ndonos s¨²bditos de quienes el independentismo pretende liberarnos. Porque, y volviendo al mitificado intelectual franc¨¦s, si la cultura es la suma de todas las formas de arte, de amor y de pensamiento que, en el curso de los siglos, nos ha permitido ser menos esclavizados, ?qu¨¦ nos espera teni¨¦ndola por una conselleria menor? Seguramente seguir nominando pel¨ªculas en lengua castellana a los premios Gaud¨ª, ver pasar de largo las mejores exposiciones y pintar pancartas reivindicativas con faltas de ortograf¨ªa.
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