El juicio y la sociedad espect¨¢culo
Estamos asistiendo en directo a un ejemplo de lo que ha sido materia prima de infinidad de pel¨ªculas
El espect¨¢culo no es un conjunto de im¨¢genes, sino una relaci¨®n social entre las personas, mediatizada por las im¨¢genes¡±, escrib¨ªa Guy Debord. A la sociedad espect¨¢culo corresponde el juicio contra el proc¨¦s convertido en serie televisiva de duraci¨®n indeterminada. Las im¨¢genes que se proyectan desde la sala van al encuentro de las miradas de los ciudadanos en un ejercicio de doble filo: interpela e impresiona, pero tambi¨¦n normaliza el acontecimiento: un espect¨¢culo m¨¢s. La forma determina el mensaje. Y el material que suministran las c¨¢maras del Tribunal Supremo es fruto de una realizaci¨®n de m¨ªnimos, por orden superior, que desatiende al entorno pero distribuye con precisi¨®n los papeles: Los jueces en posici¨®n elevada en un plano general recurrente que realza su autoridad, los acusados y testigos centrando la narraci¨®n con planos aparentemente neutros y con el contrapunto de las visitas puntuales a quienes les interrogan, y con alg¨²n recurso de imagen recordatorio de la presencia del banquillo. Una realizaci¨®n r¨ªgida pero que por repetici¨®n aporta intensidad dram¨¢tica.
Estamos asistiendo en directo a un ejemplo de lo que ha sido materia prima de infinidad de pel¨ªculas. La visi¨®n en tiempo real no desmerece. Da corporalidad a la ficci¨®n y la tensi¨®n, la emoci¨®n, los nervios, las inquietud e incluso el desconcierto tienen calado, aguantan mucho m¨¢s all¨¢ del fin de la transmisi¨®n, pero ?hasta qu¨¦ punto corre el riesgo de aparecer como un espect¨¢culo m¨¢s en una sociedad que tiende a convertirlo todo en ficci¨®n para el consumo? No hay delegaci¨®n en actores, los acusados representan su propio papel con lo que la empat¨ªa o el rechazo son de carne y huesos. Y la trama es pol¨ªtica, es decir, su relato se prolonga en la esfera p¨²blica. Como todo espect¨¢culo est¨¢ lleno de vicisitudes que generan constantes cambios de ¨¢nimo en los protagonistas y en los observadores. Pero el medio es el mensaje y la conversi¨®n en serie televisiva no es irrelevante.
Al final del camino, habr¨¢ una verdad judicial, que nada tiene que ver con el concepto epistemol¨®gico de verdad
En los ¨²ltimos d¨ªas parec¨ªa que las acusaciones centraban la atenci¨®n en dos personajes externos a la causa: el acusado rebelde Puigdemont y el propio Trapero. Ante las dificultades para fijar un relato de violencia, se retrataba el jefe de los Mossos como el p¨¦rfido responsable de un ejercicio de violencia por omisi¨®n. Por el camino ha habido tambi¨¦n momentos estelares de algunos figurantes. El relato machac¨®n del coronel P¨¦rez de los Cobos milim¨¦tricamente ajustado a la versi¨®n de la fiscal¨ªa; el ejercicio subjetivo de descripci¨®n de los miedos sufridos por parte de la invisible secretaria judicial barcelonesa; y la temblorosa declaraci¨®n del comisario Castellv¨ª del servicio de informaci¨®n de la polic¨ªa catalana. Pero en el universo de la imagen es determinante la capacidad del personaje de ser actor de s¨ª mismo, a¨²n a riesgo de que olvidemos su condici¨®n real. Y de pronto irrumpi¨® el mayor Trapero, porte impecable de polic¨ªa bueno de pel¨ªcula ¡ªfirme pero exquisito en la formas¡ª, preciso en la exposici¨®n de sus argumentos, transmitiendo la sensaci¨®n de no ocultar nada, e inmutable en la confrontaci¨®n dial¨¦ctica con quienes le interrogaban. Su frase: ¡°Est¨¢bamos preparados para detener al presidente Puigdemont y a los consellers¡±, quedar¨¢ para los titulares de la versi¨®n de s¨ªntesis de esta larga serie televisiva.
Al final del camino, habr¨¢ una verdad judicial, que nada tiene que ver con el concepto epistemol¨®gico de verdad. En realidad lo que tiene eficacia en la sociedad del espect¨¢culo est¨¢ por lo general muy lejos de la verdad. La verdad judicial es un juicio que establece la correspondencia de unos hechos probados con los tipos delictivos inscritos en el C¨®digo Penal. Si siempre es dif¨ªcil encajarlos con precisi¨®n, m¨¢s todav¨ªa cuando se juzga la complejidad de un conflicto pol¨ªtico, cargada de significaciones ideol¨®gicas, y con una gama de derechos encontrados en juego. El problema de la verdad judicial es que tiene consecuencias muy relevantes para los acusados: absoluci¨®n o condena. Y lo que puede haber ido adquiriendo una dimensi¨®n de relato ficcional puede tener aterrizaje cruel.
En un juicio por un episodio pol¨ªtico, la decisi¨®n judicial no significa el final del conflicto. ?C¨®mo marcar¨¢ el futuro la incursi¨®n en los Tribunales? ?El proceso judicial televisado habr¨¢ te?ido al proc¨¦s catal¨¢n de producto de ficci¨®n? ?O simplemente la ficci¨®n es nuestro estado natural, y, sobre todo, en pol¨ªtica? Dejo la moraleja en manos de D¨¦bord: ¡°En el mundo realmente revertido, lo verdadero es un momento de lo falso¡±. Es la esencia de la sociedad espect¨¢culo.
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