No es una entelequia
Para acabar con el racismo no debemos negarlo sino recordar a sus v¨ªctimas y combatirlo. Ahora y siempre
![La zona de la llamada "Costa Polvoranca" en Alcorc¨®n en la que fue asesinado en 2002 el joven asesin¨® a Ndombele Augusto Domingos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DVQAS7BSOO54O5RD4IMTQJZWUQ.jpg?auth=5fa5a20b2e193446372fdf71a49d6585dd7dbe05c35b575ee0f9e98231b9cc74&width=414)
El 21 de Marzo se celebr¨® el D¨ªa Internacional de la Eliminaci¨®n de la Discriminaci¨®n Racial. Se escogi¨® esa fecha en recuerdo de los 69 manifestantes que fallecieron a consecuencia de los disparos que efectu¨® la polic¨ªa en una protesta contra el apartheid en Sharpeville, Sud¨¢frica, en 1960.
Los medios, en Espa?a, no se han hecho casi eco de una efem¨¦ride que parece no incumbirnos, puesto que el racismo, en demasiadas ocasiones, se considera un problema del pasado, de fuera o exclusivo de los grupos que lo padecen y no de la sociedad en su totalidad. Supongo que no se entiende que no es una suma de an¨¦cdotas o que a una ni?a le llamen negra de mierda, eso, como la creaci¨®n de esa construcci¨®n a la que llamaron raza es solo una de sus consecuencias. El racismo es un sistema.
Pero yo aqu¨ª hablo de barrios, porque decid¨ª no encerrarme en mi piel sino contar lo que fuera desde ella. Y eso har¨¦.
En los 90, en Madrid, exist¨ªan ¨¢reas que resultaban peligrosas para las personas que no ¨¦ramos blancas o para quienes llevaban una indumentaria que pod¨ªa traducirse en, como m¨ªnimo, una amenaza. En esa ¨¦poca, unos skin heads me echaron del sitio de Moncloa en el que estaba cenando con una amiga. ¡°A las negras habr¨ªa que violarlas y luego matarlas¡±, comenzaron, para despu¨¦s decirme que emigrara a Brasil o a Nigeria.
Un fin de semana despu¨¦s de que acabaran con su vida, yo fui para all¨¢, porque era joven, porque no quer¨ªa que el miedo me venciera y porque Alcorc¨®n es mi casa
Y emigr¨¦, volv¨ª a mi Alcorc¨®n, ya que ah¨ª siempre me hab¨ªa sentido a salvo. Sal¨ªa por la L, la Plaza del Casas o por el Pol¨ªgono Urtinsa, la famosa ¡°Costa Polvoranca¡±, aunque tuviera mala fama.
Poco despu¨¦s de abrir, en 1995, un grupo de skin heads mat¨® a Richard, un coterr¨¢neo. Y los nazis, aunque no fueran de Alcorc¨®n, nunca desaparecieron, es m¨¢s, algunos eran porteros. En 2002, uno de ellos, Jos¨¦ David Fuertes, asesin¨® a Ndombele Augusto Domingos, un chico negro de diecis¨¦is a?os. El mismo jurado que lo declar¨® culpable entendi¨® que ¡°no se desprend¨ªa que Fuertes fuera racista¡±, pese a que una testigo afirmara que se trataba de un conocido neonazi de Parla.
Un fin de semana despu¨¦s de que acabaran con su vida, yo fui para all¨¢, porque era joven, porque no quer¨ªa que el miedo me venciera y porque Alcorc¨®n es mi casa. Todo estaba lleno de c¨¢maras y de coches de polic¨ªa. Quise meterme en La Plaza, un lugar inocuo, donde no sol¨ªa haber mal ambiente y el hombre que estaba en la puerta me impidi¨® la entrada con un ¡°no dejamos entrar a las personas de color¡±. Flamante eufemismo para negarme el acceso. Se lo cont¨¦ a la gente que se dispon¨ªa a pasar y la mayor¨ªa me respond¨ªa: ¡°?Qu¨¦ mal!¡±, pero entraban. Incluso se lo dije a un polic¨ªa, que me contest¨® que si sab¨ªa lo que era el derecho de admisi¨®n, como si estuviera por encima del art¨ªculo 14 de la Constituci¨®n, ese que dice lo de que somos iguales ante la ley. Principio del formulario. Final del formulario
El racismo en los barrios no es una entelequia. Para acabar con ¨¦l no debemos negarlo sino recordar a sus v¨ªctimas y combatirlo. Ahora y siempre.
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