La brigada ¡®cazameones¡¯
Al me¨®n hay que pillarlo en el momento. En mitad de la micci¨®n. Desamparado, indefenso, abochornado¡ justo cuando ya no puede acelerar el proceso ni detener el delito
Tuvieron los madrile?os de mediados del XIX un alcalde y corregidor que se llam¨® Jos¨¦ Isidro Nicol¨¢s de Bari Manuel Joaqu¨ªn Francisco de Borja Ram¨®n Cayetano Osorio y Silva. Reun¨ªa en su cuerpo serrano diecis¨¦is t¨ªtulos nobiliarios y cuatro Grandezas de Espa?a, pero atend¨ªa con la misma campechaner¨ªa tanto si se dirig¨ªan a ¨¦l como Pepe Osorio o como Duque de Sesto. Accedi¨® a la alcald¨ªa de Madrid y a la Gobernaci¨®n de la regi¨®n (todo junto) con 31 a?os; cinco menos de los que luce Errej¨®n, aunque aparentara quince m¨¢s, porque la raya en medio de un pelo engominado y las patillas pobladas y unidas entre s¨ª por un bigotazo, la verdad, avejentan mucho.
Llegar al portal de tu casa y encontrarte a un t¨ªo meando al resguardo del rinconcillo que forma la puerta y la fachada es repugnante
Pepe Osorio tuvo una obsesi¨®n durante su mandato: hacer de Madrid una ciudad limpia, acabar con los malos olores y perseguir a quienes orinaban all¨¢ donde les saliera de la mism¨ªsima, valga la redundancia. Pepe Osorio sembr¨® Madrid de urinarios p¨²blicos y de mensajes lapidarios que dec¨ªan: ¡°Se proh¨ªbe hacer aguas bajo la multa correspondiente¡±. Uno de estos carteles a¨²n se puede leer en la fachada del monasterio de la Plaza de la Encarnaci¨®n. La multa era de 20 pesetas, una pasta para la ¨¦poca, y provoc¨® la inmediata reacci¨®n ciudadana:
¡ª ?Cuatro duros por mear!
¡ª ?Caramba qu¨¦ caro es esto!
¡ª ?Cu¨¢nto querr¨¢ por cagar el se?or Duque de Sesto?
Aquellas 20 pesetas bien podr¨ªan equivaler a los 751 euros que supone actualmente la sanci¨®n por miccionar en la v¨ªa p¨²blica; 1.500 si el me¨®n o meona es reincidente. La proporci¨®n de los cochinos sancionados es del 86%, frente al 14% de cochinas. Pero poco me parecen esos 751 euros. Llegar al portal de tu casa y encontrarte a un t¨ªo meando al resguardo del rinconcillo que forma la puerta y la fachada es repugnante, y tener que esperar con cara de idiota a que se la guarde (porque si se da la vuelta te pone perdida), mientras soportas estoicamente que el charquito vaya inundando el interior de tu portal¡ eso no hay multa que lo pague. Ojal¨¢ crearan una brigada exclusiva de cazameones, con derecho a una comisi¨®n de 10 euros por cada me¨®n capturado infraganti.
Porque ese es el problema. Al me¨®n hay que pillarlo en el momento. En mitad de la micci¨®n. Desamparado, indefenso, abochornado¡ justo cuando ya no puede acelerar el proceso ni detener el delito. A los que nos mean en el portal y sufrimos la peste en las calles no nos queda ni siquiera la posibilidad de llamar a la autoridad para denunciar una infracci¨®n tan fugaz. O se teletransportan o, cuando llegan, ya es tarde. El me¨®n ha huido para seguir bebiendo y reincidir.
Solo queda el consuelo, mientras esperas poder abrir el portal contemplando la espalda del guarro, de desearle un coma et¨ªlico y que un sanitario con mal pulso le ponga una banderilla de vitamina B12 con una aguja de las gordas.
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