Ocio intelectual sobre sillones viejos
Iraida Domecq organiza conferencias y talleres, cada vez con m¨¢s ¨¦xito, dentro de la almoneda que regenta
Parece una tienda, pero no lo es. Al menos es algo m¨¢s que eso. No tiene escaparate y para llegar a ella el cliente tiene que saber d¨®nde est¨¢. La puerta de entrada est¨¢ en la calle Garcilaso, n¨²mero 5. Ah¨ª, en el port¨®n de un garaje aparece pintado el nombre, Youtop¨ªa, en letras grandes, a modo de grafiti. No hay timbre. As¨ª que el cliente tiene que tomar la iniciativa y adentrarse por una rampa ¡ªque en su d¨ªa se cre¨® para la entrada de veh¨ªculos¡ª a un mundo lleno de muebles, cuadros y art¨ªculos de decoraci¨®n ecl¨¦ctica que se extienden por un local de unos 300 metros cuadrados iluminado con l¨¢mparas de los a?os 60 y 70. Dentro hay cuatro personas, Iraida Domecq, la due?a de este espacio, y su ¡°tribu¡±, como ella llama a la gente de su confianza que le ayuda a sacar su negocio adelante.
Y ah¨ª, entre sof¨¢s antiguos de hace 50 a?os, es donde explica que lo que parece un anticuario o una almoneda, como aclara, se ha convertido ahora en otra cosa, en algo m¨¢s especial, m¨¢s selecto: es el centro de reuni¨®n de personas de ¡°m¨¢s de 40 a?os¡± que buscan un ocio exclusivo, quiz¨¢s ¡°m¨¢s intelectual¡±.
La idea surgi¨® en 2005, cuando Domecq vend¨ªa antig¨¹edades en un peque?o local que tuvo que cerrar debido a la crisis. En 2010 mud¨® su negocio al garaje que por entonces utilizaba de almac¨¦n, y con los muebles traslad¨® el germen de lo que es hoy: un lugar de conferencias exclusivas, charlas, talleres y grupos de personas que se re¨²nen con un objetivo com¨²n.
El prop¨®sito: llevar a expertos en diversas materias por un precio de 20 euros. Solo para 40 personas, 50 como mucho. ¡°El boca a boca funcion¨® y empez¨® a tener ¨¦xito¡±, cuenta Domecq. De las charlas iniciales pas¨® a los talleres, cursos de un mes impartidos un d¨ªa a la semana en la misma tienda, con un p¨²blico sentado en los sillones, sillas, butacas y sof¨¢s que est¨¢n en venta, entre mesas de madera, estanter¨ªas de hierro forjado y cuadros con un valor de salida de unos 1.500 euros.
En este peculiar sal¨®n ¡ªcuyos art¨ªculos de madera de palisandro procedentes de la Dinamarca del siglo pasado se intercalan con muebles de origen espa?ol de siglo XVIII¡ª, desfilan diferentes personalidades para adentrar a los oyentes en nuevos mundos. Luis Noain, pianista y concertista, habla a los concurrentes sobre ¨®pera, y se ofrece despu¨¦s a liderar un viaje organizado a Mil¨¢n con el grupo, donde explicar¨¢ in situ la historia y las caracter¨ªsticas de este g¨¦nero musical. La escritora e historiadora Elvira Roca profundiza sobre las ideas de imperio, la leyenda negra y la imperiofobia en un curso que el a?o pasado dej¨® a 150 personas en lista de espera. ¡°Fue un ¨¦xito. Ella dud¨® cuando me puse en contacto con ella, al principio. Pero la experiencia fue tan buena para todos que este a?o repetimos¡±. O el paisajista Jes¨²s Moraime, que disecciona las caracter¨ªsticas del heterog¨¦neo mundo del jard¨ªn ingl¨¦s que culmina tambi¨¦n con un viaje en grupo organizado para conocer en primera mano la materia de la que trata. ¡°Mucha gente se apunta sola a estas experiencias y encuentra as¨ª a otras personas con las mismas inquietudes¡±, a?ade. Y as¨ª, un sinf¨ªn de expertos dispuestos a atrapar al auditorio.
Para Domecq, una mujer de 52 a?os que trabaj¨® durante a?os en el departamento de comunicaci¨®n de la Casa de Am¨¦rica, el ¨¦xito de su negocio radica, entre otras cosas, en los nuevos tiempos.
¡°Es el nuevo ocio. Antes, en mi ¨¦poca, cuando sal¨ªamos de trabajar nos ¨ªbamos a tomar unas ca?as. A beber y a salir de fiesta. Ahora, la gente busca cosas diferentes a partir de los 40¡±, reconoce. Los n¨²meros, por ahora, la avalan su tesis: 1.500 alumnos han pasado ya por su garaje intelectual y, con el negocio ya asentado, la afluencia aumenta.
¡°Es muy curioso verles llegar vestidos con trajes, muchos vienen directamente del trabajo, algunos con el casco de la moto en la mano y todav¨ªa con cara de velocidad. Entonces les obligamos a apagar sus m¨®viles, aunque ayuda que en un espacio as¨ª tampoco hay mucha cobertura. Dejan todo el estr¨¦s fuera y se relajan¡±.
Es otra modalidad de ocio. Espectadores ¡ªo incluso compradores de los art¨ªculos que les rodean¡ª, que entran, se sientan en muebles de otra ¨¦poca, y diseccionan la intelectualidad de esta.
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