Los cuatro ¨²ltimos de La Elipa
El mercado del barrio, que lleg¨® a tener 113 establecimientos, languidece. Una sentencia del Supremo puede decretar el cierre del edificio
?ngel Delgado, de 51 a?os, lleg¨® hace 36 a trabajar al mercado de La Elipa. Su t¨ªo le dio la oportunidad de ayudar en la carnicer¨ªa de la familia y termin¨® siendo propietario de dos locales. Desde entonces, ha visto c¨®mo, poco a poco, se han ido cerrando todos y cada uno de los 113 locales de la galer¨ªa comercial. Ya solo quedan siete: cuatro interiores ¡ªdos fruter¨ªas, una carnicer¨ªa y una poller¨ªa¡ª y tres exteriores ¡ªuna farmacia, una droguer¨ªa y un local de moda¡ª.?[Fotogaler¨ªa:?El final del mercado de La Elipa]
El mercado de La Elipa abri¨® en 1964 en la calle de Mar¨ªa Teresa S¨¢enz de Heredia. Un total de 5.100 metros cuadrados distribuidos entre dos plantas y un bajo que se llenaron de productos que val¨ªan su peso en oro. Frutas, verduras, carne y pollo que alimentaban a todos los vecinos. Pero esa ¨¦poca qued¨® atr¨¢s. Ahora solo se ven pasillos vac¨ªos con letreros que cuelgan de las persianas. Todos mandan un lac¨®nico mensaje en negro y rojo: ¡°Se vende¡±.
Los ¨²ltimos cuatro resistentes del mercado de La Elipa coinciden en una cosa: ese sitio es su vida. ¡°Te da tristeza, incluso un poco de depresi¨®n interna cuando tienes que ver que todo va cerrando frente a tus ojos¡±, dice Delgado desde la vitrina de su carnicer¨ªa y apuntando a las puertas met¨¢licas de los comercios que han tenido que cerrar. ¡°Mi hija tiene 12 a?os y dice que quiere seguir con el negocio, pero yo s¨¦ que esto no va a durar mucho tiempo m¨¢s¡±.
Fil¨®sofo y frutero
El consumo ha mutado en los ¨²ltimos 10 a?os. Los grandes supermercados han invadido los barrios; el comercio online es una amenaza constante; las nuevas generaciones ya no compran en los mercados, y los peque?os comercios, donde el tendero conoc¨ªa a todos sus clientes por su nombre, han empezado a desaparecer y con ellos el posible relevo generacional que los manten¨ªa vivos. Algunas grandes cadenas de supermercado abren las 24 horas del d¨ªa y han acabado con los locales minoristas. Todo eso lo explican los tenderos, que asumen con nostalgia el paso del tiempo. ¡°La gente que ven¨ªa ya se va jubilando y las nuevas generaciones ya no est¨¢n por la labor de este tipo de comercios¡±, dice Antonio Carnero, de 60 a?os.
Desde hace 37 a?os, Carnero se levanta todos los d¨ªas a las 3.30 para ir a Mercamadrid. Deambula por las naves de este gran mercado que despierta al anochecer. Ah¨ª escoge las mejores frutas y verduras para su local. A las siete de la ma?ana ya est¨¢ en su puesto para colocar la mercanc¨ªa en las vitrinas y esperar a que la gente llegue a comprar a partir de las nueve. El frutero cuenta que lleg¨® con 23 a?os de Le¨®n junto a su familia despu¨¦s de estudiar Filosof¨ªa y Letras. ¡°Ven¨ªa por un trabajo puntual de verano y termin¨¦ trabajado aqu¨ª toda la vida¡±, explica. Ahora sabe que cuando el mercado cierre, ¨¦l se tendr¨¢ que jubilar. Teme que sea antes de lo que le gustar¨ªa: ¡°Esto ya no tiene futuro¡±. Sabe que aguanta en el barrio por la gente mayor, sus clientes de toda la vida.
¡ªHola, Mari Luz, ?vienes por tus fresas?
¡ªS¨ª, que ayer se las comieron todas mis nietas.
La clienta se va mientras Carnero recuerda cuando las dos plantas del mercado estaban llenas: ¡°He tenido que ver c¨®mo todo esto se ha ido apagando¡±. Carnero ver¨¢ pronto el fundido a negro total. Al menos si se cumple la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) de mayo de 2018, cuando confirm¨® el cierre total del mercado. As¨ª consta en la sentencia, en la que los magistrados desestiman el recurso interpuesto por la direcci¨®n de la comunidad de propietarios del edificio contra una sentencia previa, de septiembre de 2017, dictada por el Juzgado de lo Contencioso-administrativo n¨²mero 27 de Madrid. En esta, los jueces del TSJM ordenaban el cierre total del mercado, ya que la apertura de los locales comerciales se hizo en su momento sin licencia de construcci¨®n ni de mantenimiento.
Sin embargo, esta sentencia no es firme, por lo que el Tribunal Supremo tendr¨¢ la ¨²ltima palabra. El litigio tiene como protagonistas a los propietarios de los locales, que tienen que afrontar el gasto del mantenimiento del espacio. Por su parte, el Juzgado de lo Contencioso-administrativo n¨²mero 27 de Madrid sostuvo en su resoluci¨®n que los responsables del mercado no hab¨ªan podido aportar la licencia de funcionamiento necesaria.
En el recurso que presentaron, los propietarios expusieron que ¡°todos y cada uno de los negocios que operan en el interior de la galer¨ªa y a pie de calle gozan de licencias de actividad y funcionamiento otorgadas por la propia Administraci¨®n¡±.
Esto lo respaldan los propietarios de los comercios que quedan: ¡°La gente sigue pagando la comunidad y sus impuestos, aunque est¨¦n cerrados¡±, dice el presidente de la comunidad de propietarios, Francisco Javier P¨¦rez, de 48 a?os. ¡°Llevamos desde que se abri¨® el mercado hace 60 a?os en la ilegalidad total. No obstante, cada uno tiene su licencia en vigor¡±, explica.
¡°Trato de mantener esto abierto con todos los servicios en condiciones¡±, dice P¨¦rez, que regenta en el mercado una fruter¨ªa con su hermano, Javier. Una de las soluciones que ven los comerciantes es que el Ayuntamiento de Madrid compre la galer¨ªa y as¨ª puedan seguir trabajando all¨ª. ¡°Podr¨ªamos convertirnos en un mercado como el de Barcel¨® o como el de Ant¨®n Mart¨ªn, que combinan restaurantes con comercios de toda la vida¡±.
Retratos de la decadencia
Esta fruter¨ªa ha sobrevivido el cambio de generaci¨®n. ¡°Mi padre era due?o de la fruter¨ªa, hasta que mi hermano y yo nos hicimos cargo¡±, dice P¨¦rez, que admite que trat¨® de resistirse un poco a continuar con el legado familiar. A pesar de ello, parece que con los hermanos va a morir la tradici¨®n. ¡°Es un edificio muy grande y hay que ser conscientes de que tener esto abierto por cuatro personas no tiene mucho sentido¡±, dice.
Los P¨¦rez muestran con gran orgullo todas las peque?as incorporaciones que han hecho a su fruter¨ªa: un dat¨¢fono para que los j¨®venes puedan pagar con tarjeta, pedidos a domicilio para los abuelos que ya no pueden acercarse al mercado y hasta sillas para esperar el turno c¨®modamente frente de la fruter¨ªa. ¡°Nos hemos tenido que modernizar¡±, dice P¨¦rez, ¡°es eso o la muerte¡±. Aunque estos hermanos saben que lo que los hace realmente especiales es la confianza que les tienen sus clientes. ¡°En un supermercado no vas a encontrar estos esp¨¢rragos frescos o las tres variedades de jud¨ªas que vendemos¡±, dice. ¡°Mi padre antes solo vend¨ªa pl¨¢tanos y aqu¨ª son muy famosos¡±.
Hace 10 a?os, Tamara Arranz, de 33 a?os, decidi¨® tomar fotos de los comerciantes cuando todav¨ªa quedaban una docena de puestos activos. Inmortaliz¨® el mercado y su actividad en pleno decaimiento. Ahora, estos antiguos retratos se han colocado en sus puestos correspondientes, actualmente cerrados, a modo de tributo a la memoria de los compa?eros que les han acompa?ado en estos ¨²ltimos 10 a?os de supervivencia. ¡°Hemos realizado una serie de retratos en un primer, primer¨ªsimo plano, que sirvieron de exposici¨®n en el hall abandonado de la planta de arriba como reivindicaci¨®n de una resistencia¡±, explica Arranz, mientras ense?a los rostros de las personas que alguna vez le dieron vida al mercado.
Gracias a la contribuci¨®n de la fot¨®grafa, el estado terminal en el que se encuentra este mercado de barrio, conserva un rostro humano: los cierres met¨¢licos, la grisura de los pasillos desiertos, donde antes se agolpaban vecinos en las colas de cada establecimiento, contrasta con las fotograf¨ªas impresas de rostros sonrientes de quienes fueron sus anteriores propietarios.
El mercado de La Elipa es, ahora tambi¨¦n, un memorial, un ejemplo de silenciosa resistencia al devenir implacable de los tiempos, donde la venta onlineo el atractivo de las grandes superficies han impuesto su modelo de negocio. El mercado de La Elipa parece dispuesto a resistir y mantenerse fiel a su esencia hasta que llegue su ¨²ltimo d¨ªa.
Reinventar espacios y actividades para sobrevivir
Los mercados de barrio se extinguen. Solo sobreviven los que se atreven a reinventarse modificando los usos, los precios y los productos de consumo que demanda un nuevo tipo de clientela.
Ya hay algunos casos de mercados renovados en la capital. Desde los que han sido reconstruidos bajo un nuevo concepto como el de San Ant¨®n en Chueca, que es una mezcla entre supermercado, peque?o comercio y restaurantes, o el mercado de San Miguel, que se ha convertido en parada obligatoria de todos los turistas, caso parecido al de Barcel¨®.
El cierre que amenaza al de La Elipa tiene sus antecedentes en el de Orcasur, en Usera. En mayo de 2018 el mercado de Orcasur cerr¨®
sus puertas, aunque la asociaci¨®n de vecinos se ha movilizado para exigir una soluci¨®n
al Ayuntamiento. En el momento del cierre, en su caso, solo quedaban cuatro comercios: una carnicer¨ªa, una pescader¨ªa, una fruter¨ªa y una poller¨ªa.
El Ayuntamiento planea rehabilitar el mercado para integrar actividades innovadoras relacionadas con la alimentaci¨®n y la hosteler¨ªa.
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