Pues ya hemos votado (o no)
No es raro que nos encontremos detr¨¢s de la mesa electoral a excompa?eras de instituto, al panadero o a la que trabaja en el banco
Al margen de los resultados, que es un tema del que se hablar¨¢ sin cesar en los pr¨®ximos d¨ªas, querr¨ªa retratar la forma en la que algunas vivimos la jornada electoral en la periferia. Al residir donde siempre, no es raro que nos encontremos detr¨¢s de la mesa electoral a excompa?eras del instituto, al panadero o a la que trabaja en el banco, vestida de paisana y con ganas de palique. Te explican c¨®mo ha sido su d¨ªa con la misma ¨¦pica que si hubieran estado en Waterloo, cuentan alguna an¨¦cdota y lamentan la cantidad de horas que les quedan por delante. Luego est¨¢ la postura contraria, la de quien te conoce de sobra y solo te saluda con las cejas para darse aires de profesional.
Tambi¨¦n es algo bastante com¨²n toparte con alg¨²n vecino al que aprecias inmerso en su ¡°fiesta de la democracia¡± particular. Va con el kit completo, que incluye pegatinas, camiseta, chapas, gorra y hasta ri?onera. Te habla y te sonr¨ªe, ya que no olvidemos que ¨¦l est¨¢ de fiesta y t¨² intentas responder a su entusiasmo, sin embargo, no puedes evitar que la mirada se te desv¨ªe hacia los logos que lleva. Si es de un partido que no te va NADA, te apena, puesto que te cae bien, de modo que aceleras la despedida. ¡°?Hasta la pr¨®xima!¡±, le dices, sabiendo que ya nunca ser¨¢ lo mismo¡?Ay!
?Y qu¨¦ hay del tipo de votante? Con los a?os, he dise?ado una clasificaci¨®n:
Est¨¢n las familias que van unidas y vestidas de domingo; las personas que son ordenadas y llevan el sobre cerrado a cal y canto desde casa; las que se encierran en eso que parece un confesionario, por aquello de que el voto es secreto, aunque luego est¨¦n en redes sociales d¨¢ndole rienda suelta a sus preferencias pol¨ªticas; no podemos olvidar a las orgullosas, que quieren que todo el mundo sepa cu¨¢l es su opci¨®n y airean su papeleta y por ¨²ltimo, las cotillas, que son como quienes no dejaban copiar en los ex¨¢menes: miran a su alrededor por si pillan algo, pero luego construyen muros infranqueables con el codo para que no les veas t¨².
Yo me junto con mis amigas y hacemos ruta, con el fin de que cada una deposite su voto en el centro que le corresponde. A veces, resolvemos nuestras dudas minutos antes de entrar, tras conversaciones acaloradas o tibias y entremedias pasan cosas curiosas, como cuando vimos un cerdo vietnamita. S¨¦ que en los sitios chic no es tan extra?o tener ese tipo de mascotas, sin embargo, en el extrarradio s¨ª. Caus¨® sensaci¨®n entre la juventud. Los abuelos, por su parte, le miraban con cara de ¡°te doy unos meses y hago embutido, ya seas del Sudeste asi¨¢tico o del mism¨ªsimo Guijuelo¡±.
Lo que est¨¢ claro es que, en mi barrio, haga sol, llueva o truene, los que ganan son los bares a los que vamos tras ejercer nuestro derecho (que, por cierto, no todo el mundo tiene, pese a vivir aqu¨ª), para repantingarnos y decir, a lo madre, ¡°?hala, pues ya hemos votado!¡±.
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