Carmena, pasota, se libra bastante de la quema
Los candidatos a la alcald¨ªa de Madrid debaten sosegados en el primer y quiz¨¢s ¨²nico encuentro de todas las fuerzas en liza
La armon¨ªa y la limpieza funcional del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), qued¨® perfumada al final de la ma?ana por el aroma a brasas que desped¨ªa el restaurante dentro del recinto. Ol¨ªa muy bien, pero tambi¨¦n pod¨ªa parecer una met¨¢fora de quien sali¨® crudo, quemado o en su punto del debate que protagonizaron los candidatos a la alcald¨ªa de Madrid.
El encuentro organizado conjuntamente por EL PA?S y la Cadena Ser va a quedar muy probablemente como el ¨²nico en que participen las seis formaciones en liza. La Junta Electoral parece dispuesta a entorpecer la campa?a de Manuela Carmena y M¨¢s Madrid en otros foros. De paso tambi¨¦n la opci¨®n de contrastar de los votantes y el aut¨¦ntico sentido que pueden dar estos enfrentamientos a la oposici¨®n: cantarle las cuarenta a la alcaldesa en p¨²blico.
Mucho ha cambiado el panorama desde el resultado de las elecciones generales. Pero las encuestas en la capital tampoco andan como para que Carmena afronte una cita as¨ª con tanto relax y poco desparpajo. Llego la ¨²ltima, pero a tiempo. Ven¨ªa de atender compromisos oficiales, como la presentaci¨®n de las fiestas de San Isidro, que quedar¨¢n maleadas por la campa?a.
A¨²n ¨¦sta no ha dado comienzo, pero el debate bien puede ser el inicio de una contienda que pilla a casi todos con el pie cambiado. Al bloque de la derecha (PP, Ciudadanos y Vox) necesitados de modular su griter¨ªo pero sin que les duelan prendas en dejar entrever que acabar¨¢n pactando. A la izquierda (M¨¢s Madrid, PSOE e IU-Madrid en Pie), obligados a mantener el equilibrio entre cr¨ªticas y complicidades dentro de una opci¨®n variada cuyo riesgo de voto innecesariamente dividido puede hacerles perder las elecciones.
Y a asegurar papeletas no contribuy¨® la actitud pasota de Carmena durante el debate. La palabra que m¨¢s repiti¨® la alcaldesa fue: ¡°Much¨ªsimo¡±. Ya, ?pero cu¨¢nto? Unas elecciones as¨ª no est¨¢n para sustituir el rigor de las cifras por la ambig¨¹edad de los adjetivos. Con decir que Madrid ha cambiado much¨ªsimo y que se ha transformado en una ciudad maravillosa, que s¨ª, que bueno, no pasas de convencer a contertulios de aperitivo. Pero corres el riesgo de no asegurar resultados.
Menos mal que Carlos S¨¢nchez Mato y Pepu Hern¨¢ndez llevaron los deberes mejor preparados en ese sentido y colmaron la mesa de propuestas en vivienda, limpieza o planes urban¨ªsticos. Por no querer defender, Carmena ni se molest¨® casi en reivindicar Madrid Central, aunque se fajara algo en vender las bondades de la antigua y enterrada Operaci¨®n Chamart¨ªn por la reci¨¦n cambiada marca Madrid Nuevo Norte.
En ese sentido, Hern¨¢ndez, no solo ofreci¨® ampliar el ¨¢rea restringida, sino que dot¨® de sentido la iniciativa m¨¢s pol¨¦mica de la alcald¨ªa: la apuesta por una capital m¨¢s sana y respirable. Carmena dej¨® en manos de quienes en la pr¨¢ctica son sus apoyos subalternos el peso de gran parte de la faena. Parec¨ªa a ratos cohibida, por momentos, desmotivada.
Suerte tuvo en que la oposici¨®n apenas busc¨® sangre y en algunos casos se mostr¨® patosa. Por momentos, parec¨ªa que llegaban con los papeles cambiados. M¨¢s cuando Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez Almeida centr¨® casi toda su estrategia en reivindicar m¨¢s gasto p¨²blico y echar en cara al equipo de Gobierno no haber agotado el presupuesto. Era la ant¨ªtesis del Montoro Manostijeras y sus recortes. Hab¨ªa que frotarse los o¨ªdos para darse cuenta de que en realidad su discurso pertenec¨ªa al mismo partido que ha personificado el cilicio de la austeridad durante tantos a?os.
Bego?a Villac¨ªs, a punto de salir de cuentas, fue la que m¨¢s minutos rasc¨® al cron¨®metro sin sacar ning¨²n partido de ello. Perdi¨® tiempo, por ejemplo, en empe?arse en mostrar gr¨¢ficos. Un golpe de efecto absurdo para un debate en que las escasas c¨¢maras no atinaban a enfocar los papeles y con un medio, el radiof¨®nico, donde la imagen brilla por su ausencia. No andaba en la tele. Era otra cosa. Conviene que se lo expliquen.
Fue algo que s¨ª tuvo muy en cuenta, sin embargo, Javier Ortega Smith. Su tono impetuoso y su voz de bajo bar¨ªtono se impuso a menudo al del resto de candidatos. Otra cosa fue el discurso. El representante de Vox apareci¨® en escena engalanado con la bandera de Espa?a en la solapa y en sus mu?ecas con esa obsesi¨®n que tienen los suyos por arrebatar el s¨ªmbolo a otros. No hubo referencias a la derechita cobarde ni a la veleta naranja. Son de paz, pues, en el bando que ha sacado estos d¨ªas su maquillaje de centro.
Llam¨® incluso la atenci¨®n en Ortega Smith un tono por momentos moderado. Eso s¨ª, con gui?os irrefrenables a sus partidarios: acabar con los okupas, una obsesi¨®n que le atormenta ya que, al parecer, andan por todas partes, tumbar la dictadura progre y mandar las fiestas del orgullo gay a la casa de campo, por ejemplo.
Ortega Smith, pese a todo y aunque no lo parezca, es un refinado experto en llamadas a la ambig¨¹edad calculada y al inconsciente de posibles apoyos. Sus habituales tirantes azul burdeos, los colores de la extinta Fuerza Nueva, son todo un gui?o de discreta pero eficaz convocatoria a nost¨¢lgicos de la vieja guardia. Su pretensi¨®n de cambiar la luz visible de Chueca por el exilio en los parques, un deseo de devolver al armario a una comunidad inmensa y casi del todo resarcida de su discriminaci¨®n tras a?os de lucha. Resulta demasiado obvia la intenci¨®n de Vox de recluirlos otra vez en el rinc¨®n oscuro de esos parajes donde, en vez de ejercer la libertad sin tapujos, se peca a escondidas.
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