¡°Me quieren as¨ª: sin colmillos¡±
Gabilondo es un fil¨®sofo que reh¨²ye de la precipitaci¨®n: "A m¨ª los griegos me parecen de ayer por la tarde. 2.000 a?os no son nada"
En la frialdad de su despacho prestado en campa?a, faltan libros y sobran estanter¨ªas. Parecer¨ªa que este fil¨®sofo anda en la pol¨ªtica de paso. Pero es un paso largo el de su vocaci¨®n p¨²blica: no solo como ministro de Educaci¨®n o jefe de la oposici¨®n en la Comunidad de Madrid. Tambi¨¦n como rector universitario en la Aut¨®noma. Ha sabido hacerse madrile?o sin dejar de ser vasco. Lo suyo es tr¨¢nsito y llamada al acuerdo. Hasta cuando los extremos, como ahora, reh¨²yen tocarse.
Pregunta. Menuda iron¨ªa de la vida esta de que la sede del PSOE en Ferraz quede al lado de la Iglesia de la Inmaculada del Sagrado Coraz¨®n. Usted estuvo en el seminario de esa orden.
Respuesta. S¨ª, la vida de uno est¨¢ llena de traves¨ªas. Todo est¨¢ m¨¢s cerca de lo que parece.
P. En este caso, demasiado. ?Acab¨® siendo cura?
R. No, no. Estuve en los corazonistas dentro de una orden de ense?anza religiosa, ?quieres todos los detalles?
P. S¨ª.
R. Ingres¨¦ despu¨¦s del preuniversitario, con 18 a?os y a los veintipocos de dar clase en colegios, lo dej¨¦. Estudi¨¦ teolog¨ªa, pero m¨¢s filosof¨ªa, psicolog¨ªa, pedagog¨ªa¡
P. Def¨ªname el gen Gabilondo.
R. Nos une una percepci¨®n de familia. En un momento dif¨ªcil de la historia de Espa?a, en nuestro seno, conviv¨ªan todo tipo de tendencias, muy cruzadas. ?ramos nueve hermanos: muy numerosos y muy relacionados. El condicionante decisivo fueron mis padres. Ellos nos ense?aron a vivir en com¨²n, compartiendo y respetando ideas.
P. En un tiempo de silencio impuesto, en su casa, ?se pod¨ªa hablar?
R. Siempre exist¨ªa un l¨ªmite. Cuando mi madre pensaba que la convivencia pod¨ªa peligrar, algo que era supremo valor para ella, convocaba una suerte de silencio. Mis padres ten¨ªan mucha ilusi¨®n de que estudi¨¢ramos. Se convirti¨® en su regalo. Su gran herencia. Fueron muy trabajadores y poco de dar conferencias.
P. Esa conciencia de que le otorgaron un regalo as¨ª, ?le ha hecho despu¨¦s dedicarse a estudiar toda su vida?
R. Dicho regalo supon¨ªa meterte en una din¨¢mica de vida en la que te cultivas permanentemente. Aprendes mucho a escuchar. Es importante hablar, pero tambi¨¦n saber callar.
P. Si viene de ah¨ª, en este mundo de pol¨ªtica del ruido, ?no se siente en desventaja?
R. Hay gente que lo valora mucho y echan de menos los espacios de conversaci¨®n, algo que me ha parecido siempre muy progresista y transformador. Muchos est¨¢n hartos de ese ruido. Si no lo supiera, me sentir¨ªa un ex¨®tico extraterrestre. Esos espacios de calma contrarrestan la prisa, la ansiedad, que son los otros nombres del miedo. Pol¨ªticamente, eso tiene que ver con la incapacidad de afrontar reformas de calado. Mucha actividad pero poca acci¨®n. Peque?os movimientos y escasa transformaci¨®n. El cambio profundo exige demora. Confundimos las ocurrencias con el pensamiento.
P. M¨¢s en esta ¨¦poca de cordones sanitarios. Qu¨¦ tonter¨ªa de expresi¨®n, ?no?
R. S¨ª, excluir en un tiempo que requiere diversidad y pluralidad, lo es. Los ciudadanos nos piden eso. Parece que da miedo coincidir con otro. Tienes que explicar por qu¨¦ est¨¢s de acuerdo, como si fuera una rendici¨®n.
P. ?Ser¨¢ esa bulla de las redes sociales?
R. Yo hablar¨¦ bien de ello. Pero no me gusta la precipitaci¨®n. A m¨ª los griegos me parecen de ayer por la tarde. 2.000 a?os no son nada. Tendemos a confundir humanidad con medida humana. Y la humanidad no somos solo los que estamos aqu¨ª, son los que han estado y estar¨¢n.
P. ?Qu¨¦ piensa un vasco cu¨¢ndo llega a Madrid?
R. Mi madre cre¨ªa que era un lugar inquietante y peligroso. Pero es muy desconcertante, atractivo, seductor. Lleno de posibilidades que hay que definir porque si no nunca se concretan. A veces no s¨¦ si estamos a la altura de ellas, me resulta un lugar muy inexplorado.
P. Perecer¨ªa que algo no acaba de confluir entre dos mundos a a?os luz de distancia como el Valle de los Ca¨ªdos y la T4. ?Cu¨¢l es su punto de encuentro?
R. Debemos ser justos con Madrid, equilibrados. Es todo eso y hay que aceptarla as¨ª. Debemos trabajar para que no haya reductos que se impongan sobre otros. No quiero un Madrid rancio y asfixiado en posiciones no transformadoras, pero tampoco planificar la vida de otros y no respetar la forma de ser madrile?o o madrile?a que desea cada cual. Hay muchos buenos modos de ejercerlo.
P. En sus alumnos usted alienta lo que llama leg¨ªtimas rarezas. Cuando llegue a la asamblea, ?c¨®mo planea aguantar las leg¨ªtimas rarezas de Vox?
R. Cada uno a?ade algo distinto. Me parecer¨¢ interesante escucharles. La pluralidad se expresa a trav¨¦s de muchas singularidades. Atender¨¦ sus argumentos e incluso buscar¨¦ el conflicto para darle una soluci¨®n. Para m¨ª eso es respetar al otro. No pienso desconsiderarlos. Lo que no llegar¨¦ es a acuerdos fuera de la ley.
P. En la cuenta de su carrera pol¨ªtica salen dos a?os y nueve meses en el poder como ministro y cuatro en la oposici¨®n. M¨¢s perdiendo que ganando. ?Lo debemos ver as¨ª?
R. S¨ª, s¨ª. No tengo miedo a ninguna de las dos cosas. Cuando perdimos, algunos pensaron que no duraba un mes y me qued¨¦. Ahora creen que es un aval que me ha permitido aprender.
P. Su oposici¨®n ha sido, digamos f¨¢cil, porque se la han hecho mejor que nadie los del PP a s¨ª mismos. Empezando por Cristina Cifuentes y terminando por la corrupci¨®n de la era Aguirre. ?Fue demasiado blando usted con la presidenta a la vista de lo que ha pasado?
R. Yo creo que no. Le pusimos una moci¨®n de censura, el gesto m¨¢s firme y determinante de una oposici¨®n. Ciudadanos no la apoy¨® y eso fue determinante. Pero ella sabe que no le hemos hecho la vida f¨¢cil. Pon¨ªamos en cuesti¨®n el modelo m¨¢s que hacer alarde de frases airadas. Hay que cambiar no solo el Gobierno, sobre todo, la forma de gobernar, vinculada a intereses muy particulares hasta llegar a espacios de corrupci¨®n. Estos 24 a?os del PP en el Gobierno han sido muy duros en relaci¨®n al abuso del poder en pos de las desigualdades. Quiero transformar eso.
P. Corrupci¨®n aparte, desfalcar los servicios p¨²blicos como la sanidad y la educaci¨®n en provecho de la explotaci¨®n privada, ?no es eso el paroxismo de la desigualdad?
R. Muchos han descubierto nichos a explotar en los servicios p¨²blicos. Al no haber recursos todo se ha quedado a medias. Eso me hace sentir muy inc¨®modo. La falta de presupuesto debilita el sistema hasta la injusticia y yo creo en las pol¨ªticas p¨²blicas para resolverlo.
P. En ese paso de la metaf¨ªsica a la pol¨ªtica, ?no le falta colmillo para combatir eso?
R. Puede ser, puede ser. Pero yo digo la palabra injusticia m¨¢s veces que el resto. Aunque tambi¨¦n creo que me quieren as¨ª, sin colmillo. No he venido a crispar, sino a aglutinar, a resolver.
Un profesor enredado en la pol¨ªtica
?ngel Gabilondo (San Sebasti¨¢n, 1949) pertenece a una familia de nueve hermanos y es fil¨®sofo. Estudi¨® en la Congregaci¨®n de los Hermanos del Sagrado Coraz¨®n y se doctor¨® en Filosof¨ªa en la Universidad Aut¨®noma de Madrid con una tesis sobre Hegel. Tambi¨¦n fue rector de la misma y presidente de la Conferencia de Rectores de Espa?a (CRUE). De ah¨ª pas¨® a ser designado ministro de educaci¨®n en el Gobierno de Zapatero y despu¨¦s candidato socialista a la Asamblea de Madrid. Tras cuatro a?os en la oposici¨®n, vuelve a encabezar la lista del PSOE.
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