Barcelona, el dique de contenci¨®n del ¡®proc¨¦s¡¯
La vivienda y la desigualdad centran el debate en la capital catalana con la inestabilidad pol¨ªtica de fondo
El oto?o de 2017 no fue apacible en Barcelona. La agitaci¨®n pol¨ªtica de la consulta independentista ilegal y las manifestaciones que d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n llenaban el centro de la ciudad invitaban a casi todo menos a emprender proyectos en la capital catalana. Hubo huelgas y de toda Catalu?a llegaban manifestantes que manten¨ªan la ciudad en permanente estr¨¦s. Pero mientras la econom¨ªa catalana aguantaba la respiraci¨®n con la fuga de decenas de empresas cada d¨ªa ¡ªal final sumaron cerca de 5.000¡ª, en un rinc¨®n de la ciudad florec¨ªa el Pier01. A simple vista no es m¨¢s que un recinto de oficinas modernas y sin paredes con vistas al puerto de la ciudad. Pero cuando se mira bien, se convierte en una suerte de pecera casi a prueba de bombas y con la actividad fren¨¦tica de un millar de trabajadores.
Daniel Oliver es uno de los emprendedores que instal¨® su empresa en este vivero de start-ups. Lo hizo precisamente en 2017. Capital Cell se dedica a poner en contacto proyectos de biotecnolog¨ªa que necesitan financiaci¨®n con peque?os inversores. Oliver tiene claro que quer¨ªa crecer en Barcelona: ¡°Aqu¨ª est¨¢ el 80% de las biotech espa?olas y el 80% del crowdfunding del sector¡±. Tiene ocho trabajadores pero cada vez que quiere incorporar nuevos empleados se encuentra con que la mayor parte de curr¨ªculums le llegan de fuera de Espa?a. ¡°Barcelona tiene talento y poder de atracci¨®n¡±, sostiene.
Proyectos como el Pier01, donde conviven peque?as start-ups como la de Oliver con divisiones de innovaci¨®n de grandes empresas como Seat, han sido clave para que Barcelona haya podido capear la inestabilidad pol¨ªtica y econ¨®mica derivada del proc¨¦s. ¡°La econom¨ªa, una vez m¨¢s, ha funcionado al margen de la pol¨ªtica y el Pier01 lo ejemplifica¡±, explica Miquel Mart¨ª, director general de Barcelona Tech City, la asociaci¨®n que impulsa el vivero.
La vida econ¨®mica ha sido clave para que Barcelona haya podido actuar como una especie de dique de contenci¨®n de los efectos m¨¢s desestabilizadores del proc¨¦s. La ciudad se las ha apa?ado para digerir el embrollo sin apartarse definitivamente de los retos globales que tiene como centro de un ¨¢rea metropolitana de 3,2 millones de personas.
El Ayuntamiento tambi¨¦n ha sido relevante para que el proc¨¦s no monopolizara la vida pol¨ªtica de la ciudad. La alcaldesa, Ada Colau, a quien los independentistas atacan por tibia y los no independentistas critican por haber sido poco beligerante, ha logrado mantener su propia ruta, un poco m¨¢s centrada en los retos sociales que afectan a casi todas las grandes ciudades europeas. Desigualdad, contaminaci¨®n y turismo descontrolado siguen en lo alto de su agenda. Y aunque soluciones concretas ha habido pocas, s¨ª se han puesto las bases para limitar la expansi¨®n hotelera y frenar la brecha entre barrios ricos y pobres, que no paraba de crecer.
La gran tensi¨®n hoy es producto de la carest¨ªa de la vivienda. Tras un mandato con una activista antidesahucios al frente del Ayuntamiento los alquileres han subido casi un 35% y el parque p¨²blico sigue estancado en el 2%. Una bomba de relojer¨ªa para una ciudad encajonada entre el mar y la monta?a y en la que el metro cuadrado edificable es un verdadero lujo.
Cuesta encontrar diferencias program¨¢ticas de gran calibre entre los tres grandes partidos que aspiran a gobernar. Colau y su coalici¨®n de izquierdas Bcom¨² tiene apuestas para la ciudad que f¨¢cilmente pueden encajar con las de su principal rival, Ernest Maragall (ERC). Lo mismo pasa con el Partit dels Socialistes, cuyo candidato, Jaume Collboni, aspira a hacer un buen papel impulsado por la fortaleza de la marca del partido en toda Espa?a. El empate entre Colau y los independentistas ha sido la t¨®nica de las encuestas electorales y queda por comprobar si el mayor impulso de la alcaldesa durante la campa?a le permitir¨¢ revalidar el cargo.
En cualquier caso, y haya quien haya en el Ayuntamiento, los problemas de ma?ana ser¨¢n los mismos que durante la campa?a electoral. 30.000 personas siguen esperando un piso p¨²blico. Y en los distritos ricos la esperanza de vida es hasta cinco a?os superior que en los pobres. La receta es clara para la presidenta de la Asociaci¨®n Catalana de Entidades de Acci¨®n Social, Sonia Fuertes: ¡°Falta una visi¨®n supramunicipal del problema de la vivienda y un pacto de todos los partidos contra las desigualdades; si no, no saldremos de esta¡±. Habr¨¢ que ver si el proc¨¦s permite estos pactos.
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