Muere Josep Maria Blanco, el ¨²ltimo dibujante del ¡®TBO¡¯
Fue autor de 'Los kakikus' y durante varios a?os se encarg¨® de dar vida a 'La familia Ulises'
La familia Ulises tuvo dos padres: 537 historietas y 7.936 vi?etas de las m¨ªticas aventuras de uno de los cl¨¢sicos del c¨®mic espa?ol, las que tuvieron lugar mayormente entre 1968 y 1981, no salieron de las manos de su creador Benejam, sino de las de Josep Maria Blanco, que le cubri¨® cuando aqu¨¦l ya no pod¨ªa realizarlas por problemas de salud. ¡°Iba a su casa a rectificarle las p¨¢ginas y los dibujos, ya no le sal¨ªan ni a l¨¢piz ni a pluma¡±, recordaba Blanco, que pagaba as¨ª, an¨®nimamente, la generosidad de Benejam, el ¨²nico que se hab¨ªa interesado por sus dibujos cuando se present¨® en la redacci¨®n del TBO, en 1951. Blanco, que no ten¨ªa personajes fijos, pero que acab¨® creando la serie sobre ind¨ªgenas africanos Los kakikus (1963) y, ya jubilado, sus composiciones de escenarios emblem¨¢ticos de Barcelona cargados de multitudes, tuvo la suerte de trabajar con la vieja guardia del m¨ªtico TBO, la de Opisso, Urda, Munta?ola, Sabat¨¦s o Coll. Con su fallecimiento el pasado mi¨¦rcoles, seg¨²n trascendi¨® este jueves, a los 92 a?os, se va el ¨²ltimo de los hist¨®ricos de la gran cabecera que dio nombre a un g¨¦nero.
Que Blanco (Barcelona, 1926) supiera exactamente el n¨²mero de vi?etas que realiz¨® esos 13 a?os era deformaci¨®n profesional: tras pasar por aprendiz de pastelero (el oficio de su padre), fue administrativo en una notar¨ªa y acab¨® de jefe de contabilidad en el Banco Hispano Americano; all¨ª conoci¨® a Manuel Urda, que le anim¨®, junto a Coll, a mostrar sus trabajos al TBO. ¡°Llev¨¦ aut¨¦nticos desastres, imitaciones de lo que se publicaba en Pulgarcito y el propio TBO¡±, recordaba quien de peque?o ya mostraba cierta habilidad para el dibujo, reproduciendo en los deberes lo que hab¨ªa hecho el domingo anterior o el comedor de casa, destreza que estuvo a punto de llevarlo, becado, a estudiar el oficio en Rusia cuando ya se acercaba el desenlace de la Guerra Civil.
El mundo se r¨ªe, para Pulgarcito (1947), o Patam Plaff y El loco Perico, para Garabatos (1950), fueron los pinitos p¨²blicos de Blanco antes de aparecer en el m¨ªtico TBO. Refugiado en una apartada mesa del no menos m¨ªtico y desaparecido caf¨¦ del Oro del Rhin, el detallista y perfeccionista dibujante planificaba todos los lunes por la tarde unas historietas en las que lo controlaba todo: guiones, textos y coloraci¨®n. Y ah¨ª surgieron Los kakikus (1963), su serie quiz¨¢ m¨¢s conocida sobre unos ind¨ªgenas africanos, s¨ª, de filiformes extremidades, morros rojos prominentes y falditas de hojas verdes, pero mucho m¨¢s listos que los blancos. ¡°Todo el mundo tocaba temas de colonialismo, pero yo trat¨¦ de humanizarlos¡±. Tambi¨¦n perge?ar¨ªa, en los reversos en blanco de los papeles del banco que nunca abandon¨®, la serie Otto el ca?¨®n (1966, si bien no public¨® hasta mucho m¨¢s tarde, en 2014) y desde 1968, la suplencia de La familia Ulises.
Como en su ¨¦poca solo se pagaba ¡°un duro por vi?eta y se hab¨ªa de ser pr¨¢ctico¡±, por lo que sol¨ªa hacer ¡°vi?etas de un solo movimiento, hasta concretar 32 con una conclusi¨®n¡±, no fue hasta que se jubil¨® que empez¨® Blanco a plasmar una de sus pasiones, las escenas con multitudes. Afloraba as¨ª una pasi¨®n infantil, los dibujos de Opisso en general y de sus famosas vi?etas atiborradas de gente, en particular, que tanto gustaban a su padre. Armado con un tabl¨®n gigante de madera y una c¨¢mara fotogr¨¢fica, Blanco fue buscando postales de la ciudad y, hallada la perspectiva, las iba cargando de personajes, al menos un centenar, cada uno protagonista de un chiste, v¨ªctima de ¨¦l, y h¨¢bilmente relacionados entre s¨ª. ¡°Voy a?adiendo personajes y situaciones hasta que me canso¡±, dec¨ªa, lo que convert¨ªa los originales en aut¨¦nticos collages, cargados de recortes enganchados. As¨ª naci¨® en 1993 Barcelona de Blanco, con 28 grandes l¨¢minas con otros tantos escenarios, que en 2018, dos a?os despu¨¦s de ser galardonado con el Gran Premio del Sal¨® del C¨°mic 2016, incrementar¨ªa con 13 m¨¢s. ¡°M¨¢s que mirarlos, hay que leerlos, porque se pueden perder muchos detalles¡±, avisaba. Y as¨ª, seguir el rastro de un cable o las travesuras de un perro pueden llevar al lector de punta a punta de la l¨¢mina.
La voluntad de detallismo de Blanco era tal que lleg¨® a reproducir en su casa edificios con maquetas de cart¨®n para completar una perspectiva. Nada sorprendente en quien contabiliz¨® al mil¨ªmetro todo su trabajo (3.155 historietas y 7.936 vi?etas, dec¨ªa, La familia Ulises aparte), labor grande siempre envuelta de modestia, como cuando pudo ser jugador profesional del Bar?a en los a?os 30 en la ¨¦poca del portero Ramallets, posibilidad que abandon¨® por insistencia de la que ser¨ªa su futura mujer. Esa actitud discreta la remat¨® con un gui?o: se dibujaba en esas panor¨¢micas, uno m¨¢s en la multitud, generalmente sentado en un taburete y con su famoso tabl¨®n, l¨¢piz en ristre. Est¨¢, a lo ?D¨®nde est¨¢ Wally?, el reto de encontrarle, seguramente de la manera como fue m¨¢s feliz toda su vida y como querr¨ªa ser recordado: dibujando.
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