ERC 2019, segundo ¡®round¡¯
En 2003 Esquerra Republicana fracas¨®, pero ahora parece estar en mejor posici¨®n para restaurar y encarnar el anhelado rol que jug¨® Converg¨¨ncia Democr¨¤tica
Para entender algunas implicaciones de los posibles pactos en el Ayuntamiento de Barcelona conviene remontarse al a?o 2003. Muchos cre¨ªmos que era oportuno, tras m¨¢s de dos d¨¦cadas convergentes, intentar la aventura de un tripartito en la Generalitat.
Desde la izquierda no independentista se sab¨ªa de sobra que ERC era un partido independentista. Pero tambi¨¦n nos convencimos de que, una vez superada la etapa infantil de la pol¨ªtica catalana, en la que quien ostentaba la Generalitat desde el centroderecha no ten¨ªa que compartir el juguete del poder con nadie m¨¢s, ERC hab¨ªa decidido priorizar la agenda social sobre la nacional. S¨®lo hab¨ªamos conocido, hasta 2003, un tipo de decepci¨®n: la de la derrota ante la apisonadora pujolista. Era una oportunidad de oro.
El Pacte del Tinell nos hizo conocer otro tipo de decepci¨®n: la de la victoria imperfecta y agridulce, hecha de componendas, pactos y cesiones. Era una victoria propia de la edad adulta. Con todo, cre¨ªmos de buena fe la apuesta de ERC por un gobierno de izquierdas y catalanista.
Me parece que mucha gente en ERC no lo vio as¨ª. Su objetivo no era el de la unidad de la izquierda catalana. Hab¨ªa un plan de largo aliento, nunca confesado, que les impuls¨® a conformar el tripartit, y que consist¨ªa en tener visibilidad institucional, repartir poder, tejer su relato desde arriba y, piano piano, ocupar el espacio pol¨ªtico central hasta convertirse en la nueva Converg¨¨ncia y tal vez desde ah¨ª, a largo plazo, catapultar a Catalu?a hacia la independencia, empresa con la que cre¨ªan que Converg¨¨ncia nunca estuvo genuinamente comprometida. ERC prioriz¨® en realidad la agenda nacional sobre la agenda social. El tripartit era, sobre todo, un veh¨ªculo de camuflaje para recorrer el camino hacia la brumosa centralidad de la pol¨ªtica catalana y la hegemon¨ªa del nacionalismo catal¨¢n.
En aquella ocasi¨®n, ERC fracas¨®. Ahora, en 2019, parece estar en mejor posici¨®n para restaurar y encarnar el anhelado rol que jug¨® Converg¨¨ncia. No s¨¦ si el segundo round ser¨¢ el bueno. Lo que es cierto es que est¨¢ intentando reproducir la misma estrategia de Converg¨¨ncia: ocupar espacios de poder hasta colmar el carril central ¡ªdescomunalmente ancho¡ª de la pol¨ªtica catalana.
Es en esta l¨®gica en la que hay que situar la pugna por el Ayuntamiento de Barcelona. Gobernar Barcelona no tiene, para ERC, un valor intr¨ªnseco. El Ayuntamiento de Barcelona es, antes que cualquier otra cosa, un instrumento importante en la ya mencionada estrategia de aire leninista y necesita que haya otras fuerzas que la ayuden a desplegarse sobre ese carril central para que no lo haga el PDeCAT.
Ser¨ªa bueno que la izquierda, singularmente la de los comuns, se preguntara por qu¨¦ querr¨ªa tomar partido en esa batalla entre ERC y el PDeCAT. Algunos responder¨¢n que, mal que mal, conviene que el partido hegem¨®nico del nacionalismo catal¨¢n sea de izquierdas. Pero yo, por poner un ejemplo tal vez cargado de futuro, veo a Carles Campuzano a la izquierda de Oriol Junqueras (aunque tambi¨¦n confieso tener debilidad por mis vecinos del Garraf).
Otra posible respuesta es que hay que hacer pol¨ªticas que rompan los bloques. El argumento, en boca de ERC, es doblemente c¨ªnico porque, por un lado, lo sostienen quienes siguen sin renunciar a la v¨ªa unilateral ¡ªla quintaesencia de la pol¨ªtica de bloques¡ª y, por otro, porque ¡°romper bloques¡± es, en el contexto actual, una manera de camuflar un nuevo veh¨ªculo para otro episodio en la engorrosa carrera por la hegemon¨ªa del nacionalismo/independentismo catal¨¢n.
Pero lo m¨¢s importante de todo es: ?por qu¨¦ deber¨ªa renunciar la izquierda a retener la alcald¨ªa? Un fen¨®meno peculiar de la pol¨ªtica catalana es que cierta izquierda es quien peor suele entender las lecciones estrat¨¦gicas potentes del leninismo y quien m¨¢s y mejor provecho saca de ellas es el centroderecha y el nacionalismo catal¨¢n. ?A qu¨¦ se debe esa mutaci¨®n hereditaria de la izquierda catalana? ?Es, una vez m¨¢s, miedo a la moralina independentista? ?Cu¨¢ndo comprender¨¢ la izquierda que el independentismo es un proyecto pol¨ªtico entre otros y no un expendedor de certificados de rectitud moral?
Sea como sea, ERC no puede ser leal al proyecto de la izquierda porque su (leg¨ªtimo) proyecto pol¨ªtico no es ese. Est¨¢ bien que use la ret¨®rica, las ofertas y los datos que considere oportunos para intentar convencer a la izquierda de otra cosa. Pero, a mi juicio, hay un ¨²nico dato del que la izquierda deber¨ªa hacer acopio: ERC tiene el mismo plan que en 2003, pero en 2019 ya sabemos cu¨¢l es.
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