Solo lo consigue la literatura
Hace a?os que no disfruto casi de la feria como lectora ya que pr¨¢cticamente todos los d¨ªas tengo alguna firma
La Feria del Libro de Madrid es uno de mis eventos favoritos del a?o. Como autora, es un disfrute. Por un lado, te permite conocer a los lectores que tienen a bien acompa?arte en los ratos m¨¢s soleados del fin de semana. Cada a?o estoy m¨¢s convencida de que el amor por la lectura consigue cosas insospechables, por m¨¢s que los agoreros de siempre insistan en que los libros pronto dejar¨¢n de existir, que la gente no lee y que no sabemos colocar la eme delante de la pe. Tonter¨ªas. Es cierto que no somos una mayor¨ªa, pero tambi¨¦n es l¨ªcito alegrarse y no pretender llegar a la excelencia sin pasar por el aprobado. Para m¨ª, todo en la vida es una carrera de fondo o una canci¨®n que no termina. Debemos disfrutar lo que tenemos. Y lo que tenemos es un paseo largo en el Parque del Retiro lleno de libros que est¨¢ casi siempre a rebosar de gente. No creo que sea un milagro porque cada a?o se repite, pero s¨ª creo que no es una casualidad, sino fruto del empe?o de padres, madres, abuelos, amigos, profesores, maestros, bibliotecarios y libreros que durante el a?o promueven el amor por los libros. A ellos les debemos las colas largas y los puestos llenos.
Hace a?os que no disfruto casi de la feria como lectora ya que pr¨¢cticamente todos los d¨ªas tengo alguna firma, pero procuro acercarme alguna tarde fresca entre semana a conocer la otra cara de la feria, una m¨¢s tranquila y silenciosa. Es por ello que admiro a los lectores que acuden a las doce de la ma?ana a esperar una fila de dos horas para que su autor favorito le firme su ejemplar. Hacerlo bajo m¨¢s de treinta y cinco escandalosos grados es, para m¨ª, m¨¢s que loable. Tambi¨¦n admiro a los compa?eros libreros que condicionan su puesto para que el autor se encuentre c¨®modo, como mis amigos de La Buena Vida, y que entretienen a los visitantes con voz dulce. Siempre me pareci¨® que la voz de un librero es distinta a la de los dem¨¢s. Su murmullo acompa?a las firmas y nos entretiene hasta que aparece alg¨²n lector rezagado.
Otro de los motivos es claro: el ambiente en la feria es de emoci¨®n. Tan pronto viene una madre que quiere presentarle a su hijo a su escritora favorita, un padre que le compra a su hija, muerta de verg¨¹enza, todos los libros y le anima a que se haga una foto, una anciana de manos tiernas que te entrega su libro y te acaricia, un hombre que quiere una firma para su hermano enfermo, un doctor alem¨¢n que cuenta que aprende espa?ol con tus libros, una chica joven, probablemente menor de edad, que agradece el compromiso social de tu obra, o dos chicas que se hacen ocho horas de coche para conocerte. Peque?os milagros, esta vez s¨ª, que solo consigue la literatura.
Disfruten de la Feria y p¨®nganse a la sombra, si pueden. Nos vemos por all¨ª.
Madrid me mata.
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