Rozal¨¦n, ventajas de cantar toda la verdad
La artista cuenta su experiencia con respecto a la memoria hist¨®rica ante las 12.000 personas que asisten a su concierto
A veces suceden cosas bonitas, o ¡°bonicas¡±. En ocasiones hasta resulta que ganan los buenos. Rozal¨¦n es un ejemplo ins¨®lito de que a¨²n podemos creer alguna vez en la justicia, al menos en la po¨¦tica. Ah¨ª la ten¨ªan anoche: una cantautora joven que pulveriza las 12.000 entradas disponibles en el WiZink Center. Sin atajos, aspavientos, farsas ni imposturas; solo con un generoso pu?ado de 28 canciones sinceras, honestas y coherentes en las que nunca da la sensaci¨®n de morderse la lengua.
Tan al¨¦rgica es Mar¨ªa a las apariencias que ayer asom¨® tocada con un sombrerito vaquero muy estiloso, pero solo aguant¨® con ¨¦l un par de canciones ¡°porque esto no es lo m¨ªo¡±. Se le nota a la albacete?a el desparpajo acumulado durante cientos y cientos de noches, muchas en tantos de esos locales diminutos en los que se distingue cada rostro, cada mirada pendiente del escenario.
Anoche no pudo memorizar los nombres de los miles que la contemplaban, pero logr¨® que casi todos se levantaran a aplaudirla cuando desgran¨® la historia de Justo, su t¨ªo abuelo muerto en la guerra y desaparecido durante 80 a?os en una fosa com¨²n. ¡°Que mi abuela haya podido llevarle una flor es cuesti¨®n de dignidad, de humanidad. Duele mucho que algunos hablen de nuestros antepasados como huesos¡±, proclam¨® con el temblor de la emoci¨®n y el aplomo que confiere decir toda la verdad.
Rozal¨¦n es as¨ª: directa, franca, emp¨¢tica.
Frente a los tiempos heroicos en que giraba por el circuito de cantautores, ahora la asisten media docena de m¨²sicos, dispone de un despliegue gr¨¢fico generoso y ha de gestionar un sonido hiperb¨®lico, a ratos un poco m¨¢s embarullado de la cuenta. No todo van a ser ventajas en hacerse grande. Baile, por ejemplo, es a un tiempo pachanguera, ?o?a y ramplona, sensaciones agravadas por la presencia de la voz nasal de David Otero.
En contraste, y por aquello de recobrar la autenticidad, Angelita de Letur (la mam¨¢ de la artista) puso el pabell¨®n del rev¨¦s cuando compareci¨® para acompa?ar a su churumbel en Ay pena, penita, pena. Y Beatriz Romero, la inseparable int¨¦rprete de signos, se pas¨® todo el concierto demostrando que ya no es solo una abanderada de las pol¨ªticas inclusivas, sino un espect¨¢culo de expresi¨®n corporal.
¡°Ya sab¨¦is que soy muy t¨ªmida¡±, musit¨® en una ocasi¨®n Mar¨ªa, 33 a?azos reci¨¦n cumplidos, para disculparse ante unas ovaciones que la abrumaban. Pero a la gente bonica le acaban pasando estas cosas cuando canta toda la verdad.
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