Cuatro y medio
A inicios de 2019 uno de cada siete espa?oles hab¨ªa nacido fuera del pa¨ªs. Hay 5.500.000 extranjeros con permiso para trabajar y el n¨²mero de migrantes en situaci¨®n irregular podr¨ªa ser de 638.000
Cuatro euros y medio, acaso cinco por cada hora trabajada, todas en econom¨ªa informal: los inmigrantes irregulares no cobran mucho m¨¢s que eso, s¨¦ de uno que se abrasa la vista trabajando doscientas horas al mes en una tienda de arreglos de ropa. Con los mil euros que consigue, paga una habitaci¨®n interior, comida, ropa y la tarjeta de transporte de dos zonas, ayuda a su familia colombiana y va saldando su deuda con quien le agenci¨® su viaje a Espa?a. El arreglo laboral es ilegal, por supuesto, y el bajo salario descuenta el riesgo de que su empleo irregular salga a la luz de mala manera. Los abogados defendemos a las personas seg¨²n la ley y el derecho, sabiendo bien que no todo son reglas legales, que tambi¨¦n hay principios de derecho. Dejar (sobre)vivir es uno de ellos.
Espa?a no es un pa¨ªs ingrato con sus inmigrantes, ni siquiera con los irregulares, pues estos viven aqu¨ª con menos miedo en su cuerpo malcomido que en otros pa¨ªses europeos m¨¢s ricos. A inicios de este a?o de 2019, la poblaci¨®n espa?ola era de m¨¢s de 47 millones de personas (datos del padr¨®n continuo del Instituto Nacional de Estad¨ªstica, INE) y una de cada siete (el 14,3 %) hab¨ªa nacido fuera de Espa?a. Descontando entonces a quienes siempre hab¨ªan sido espa?olas o hab¨ªan adquirido la nacionalidad espa?ola, hay casi 5.500.000 personas extranjeras residentes con permiso para trabajar por tener certificado de registro o tarjeta de residencia. M¨¢s abajo est¨¢n los inmigrantes irregulares, mucho m¨¢s dif¨ªciles de contar. Carmen Gonz¨¢lez, investigadora del Real Instituto Elcano, escribe que, en enero de 2018, podr¨ªan ser casi 638.000 (diferencia entre el n¨²mero de extranjeros extracomunitarios empadronados y el de los permisos de residencia en el r¨¦gimen general), pero advierte que en realidad son menos, pues bastantes extranjeros salen de nuestro pa¨ªs, manteniendo el empadronamiento en Espa?a por distintas razones.
No hay por qu¨¦ exigir dos a?os para el arraigo laboral o tres para el arraigo social, podr¨ªan reducirse a uno
En todo caso, el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena est¨¢ integrado por cientos de miles de inmigrantes irregulares. El reglamento de extranjer¨ªa establece la posibilidad de acceder a la residencia con permiso de trabajo por arraigo y que este puede ser laboral, social o familiar. El arraigo laboral requiere dos a?os de permanencia y relaciones laborales por seis meses; el social exige tres a?os y un contrato de trabajo firmado de un a?o de duraci¨®n; el familiar, v¨ªnculo matrimonial o de pareja estable con residente, o que este sea ascendiente o descendiente del solicitante. En la ruda pr¨¢ctica real del arraigo familiar, en Barcelona, un matrimonio cuesta siete mil euros y una relaci¨®n de pareja estable, la mitad. Es sangrante.
El sistema de los arraigos se puede mejorar. No se trata de relajar los requisitos sustantivos, sino solo los temporales. Si la integraci¨®n en el trabajo, en la sociedad o en la familia son claras, no hay por qu¨¦ exigir un limbo legal de dos a?os para el arraigo laboral o de tres para el arraigo social. En ambos casos, se puede reducir a uno, una propuesta que no deber¨ªa levantar ampollas. Tambi¨¦n se puede ampliar el ¨¢mbito del arraigo familiar a los colaterales pr¨®ximos si el enraizamiento es real y comprobable (habr¨ªa que cambiar alg¨²n art¨ªculo de la ley, no solo del reglamento).
Piensen que, si no fuera por la inmigraci¨®n, Espa?a habr¨ªa perdido poblaci¨®n en 2018, o que los inmigrantes son el 14% de la poblaci¨®n espa?ola total, pero el 21% de la que tiene entre 16 y 44 a?os de edad. La inmigraci¨®n contiene nuestro envejecimiento.
Los inmigrantes son el 14% de la poblaci¨®n espa?ola total y el 21% de la que tiene entre 16 y 44 a?os de edad
Hay, con todo, inmigrantes e inmigrantes, pues a un colombiano le resulta infinitamente m¨¢s sencillo arraigarse en Espa?a que a un senegal¨¦s. El n¨²mero de este mes de junio de Pol¨ªtica & Prosa, un peri¨®dico dedicado m¨¢s a la reflexi¨®n y al an¨¢lisis que a las emociones y los sentimientos, se centra en el flujo incesante de la inmigraci¨®n africana a Europa (¡°Els ve?ns invisibles¡±). Aqu¨ª, las pol¨ªticas han de ser europeas, no basta con modificar el reglamento espa?ol de extranjer¨ªa o con mejorar la asignaci¨®n de personal especializado en el ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat o el Estado. La inmigraci¨®n africana a Europa es un tema europeo de primer orden y es estructural, no es ninguna crisis. Crisis en sentido estricto las ha habido y algunas han sido abordadas de manera ejemplar por estadistas de verdad: en 2015, Angela Merkel abri¨® las fronteras de Alemania a m¨¢s de un mill¨®n de personas devastadas por las guerras de Siria. Merkel, la ¨²ltima cristiana europea.
Pablo Salvador Coderch es catedr¨¢tico de derecho civil de la Universitat Pompeu Fabra.
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