Refugiados de ida y vuelta en una parroquia de Vallecas
Retornan a Espa?a a una familia siria que viv¨ªa en Alemania por el convenio de Dubl¨ªn y acaba acogida por un p¨¢rroco por estar fuera del sistema
Todo empez¨® con tres golpes en la puerta a las 5.30 de la ma?ana. Tres golpes r¨¢pidos, muy seguidos, m¨¢s por protocolo que por pedir permiso, y se precipit¨® el drama de la familia Alhaj. En ese momento, el matrimonio formado por Mahmoud y Muna y sus tres hijos, de 10, 8 y 2 a?os, dorm¨ªan pl¨¢cidamente en una habitaci¨®n peque?a en Germersheim, en Alemania. No les dio tiempo a discernir si los golpes formaban parte del mundo de los sue?os o del real. Cuando abrieron los ojos ya estaban rodeados de ¡°al menos 20 polic¨ªas¡±. Los padres fueron esposados de pies y manos, -ella embarazada de ocho meses-, y, a pesar de los gritos de los ni?os, los sacaron a los cinco ¡°como a terroristas¡± de aquel lugar que empezaba a ser un hogar para poner rumbo a Espa?a. La familia forma parte de los 4.391 afectados registrados hasta el 31 de marzo por el Convenio de Dubl¨ªn: reglamento de la Uni¨®n Europa que obliga a los solicitantes de asilo a pedir protecci¨®n en el pa¨ªs comunitario donde ponen los pies y registran sus huellas por primera vez. Ese gesto determina su futuro. [Fotogaler¨ªa: Refugiados en Madrid por imperativo legal]
Este es el relato de la familia Alhaj, de origen sirio, que duerme junto a otros cuatro refugiados bajo el techo de la parroquia San Carlos Borromeo, en Vallecas, desde el pasado 8 de junio, tras ser obligados a coger un avi¨®n y volver donde no quer¨ªan estar. ¡°Fuimos a Alemania porque all¨ª al menos tenemos familia y eso es importante para nosotros. No conoc¨ªamos el idioma, pero all¨ª vive una hermana de Muna y quer¨ªamos estar cerca. Adem¨¢s, es un pa¨ªs seguro y cre¨ªamos que los ni?os tendr¨ªan un futuro y podr¨ªan estudiar¡±, explica en ¨¢rabe Mahmoud Alhaj, de 37 a?os, con talante serio, quiz¨¢s triste, sin una medio sonrisa en m¨¢s de dos horas de conversaci¨®n. A su lado, Muna, 31 a?os, m¨¢s callada que ¨¦l, interrumpe en contadas ocasiones el relato de su marido para matizar alg¨²n detalle. Mientras escucha, atenta, centra la mirada en un folio donde dibuja corazones con un rotulador azul a punto de jubilarse.
El viaje lo hicieron esposados y rodeados de polic¨ªas. Rinad, la ni?a de dos a?os, vest¨ªa con la camiseta de manga corta con la que dorm¨ªa aquella noche. No dio tiempo a nada m¨¢s. Tampoco a darle la medicina que tomaba para bajar la fiebre que ten¨ªa desde hac¨ªa varios d¨ªas. ¡°Lo peor es el trato. Parecemos delincuentes¡±, se queja Mahmoud. Eso, y el racismo, apunta. Lo tiene clavado a fuego. A pesar de eso, lograron quedarse all¨ª un a?o y tres meses. Los ni?os ya hablaban alem¨¢n fluido, iban a la escuela y los cinco aspiraban a asentarse.
Pero se toparon con la ley y un sistema que ya les hab¨ªa avisado hasta en tres ocasiones de lo inevitable: estaban obligados a volver a Espa?a. Eran las normas. Pero ellos esperaban alg¨²n tipo de ¡°comprensi¨®n¡±. Una especie de milagro.
El reglamento europeo, sin embargo, no se basa en milagros, sino en n¨²meros para lidiar con un problema que exige un orden regido por reglas bien definidas. En los seis primeros meses de 2019, 292.825 refugiados han entrado en Europa y, de ellos, 47.701 han fichado en Espa?a, seg¨²n datos registrados hasta la primera semana de junio de la oficina europea de asilo (EASO). Cada uno con una historia diferente aunque casi todos con un denominador com¨²n: una guerra de la que hu¨ªan y un camino hasta Europa lleno de baches. ¡°Ten¨ªamos tres formas de llegar: por mar -entrando por Italia-, a trav¨¦s de Turqu¨ªa y por Melilla. Nosotros fuimos por Melilla porque era lo m¨¢s seguro para los ni?os¡±, cuenta Mahmoud. De Siria pasaron a Libia -donde naci¨® Rinad-, despu¨¦s llegaron a Marruecos, donde, enga?ados por la mafia, se quedaron sin dinero, y finalmente entraron en Espa?a, donde fueron registrados. ¡°Dijimos desde el principio que nos quer¨ªamos ir a Alemania, pero nos dijeron que ten¨ªamos que registrarnos por una cuesti¨®n de seguridad¡±.
Lo dem¨¢s, ya es conocido: siguieron el camino que ten¨ªan marcado y tuvieron que volver despu¨¦s, obligados. Ahora la familia se encuentra atrapada por el mismo sistema que les impide vivir en Alemania.
¡°Ellos solicitaron protecci¨®n internacional en Melilla y la tienen concedida. Eso es un estatuto jur¨ªdico, es inapelable. Pero al irse, el sistema establece que han rechazado las ayudas sociales que tienen los solicitantes de asilo hasta que aprenden el idioma o tienen trabajo. As¨ª que cuando vuelven, aunque sea por obligaci¨®n, est¨¢n fuera del sistema. Y sin ayudas sobreviven por la caridad de los vecinos. Nosotros entendemos que no es una cuesti¨®n de caridad, sino de derechos sociales¡±, explica Patricia Fern¨¢ndez, abogada de la Red Coordinadora de Barrios. Por ahora, la familia ha solicitado ser readmitida en el sistema "pero no les han asignado centro de acogida todav¨ªa.
Es entonces cuando, en este punto de su historia, entra en juego la sociedad civil. Javier Baeza, conocido como el ¡°p¨¢rroco rojo¡± al mando de la parroquia de San Carlos Borromeo desde 2004 -una iglesia decorada con un grafiti en la fachada y que Rouco Varela pretendi¨® clausurar en 2006-, y asociaciones civiles como la Red Coordinadora de Barrios o la Red Solidaria de Acogida (RSA) despliegan su red para evitar que los refugiados que se encuentran en un limbo legal duerman en la calle. En colchones en el suelo, la familia Alhaj se instal¨® en la parroquia como pudo y sigue unas normas de convivencia para el d¨ªa a d¨ªa con el resto de acogidos.
¡°Hoy le toca cocinar a Muna y los chicos tienen que limpiar¡±, explica el tambi¨¦n sirio Am¨ªn Akkad, 31 a?os, integrante de la RSA. Akkad vivi¨® hace casi a?o y medio un periplo parecido, y cuando asumi¨® que no pod¨ªa instalarse en Alemania, se puso a estudiar espa?ol. ¡°Estuve un a?o viviendo en un albergue para personas sin hogar, fue duro, pero siempre se me han dado bien los idiomas, as¨ª que decid¨ª despu¨¦s hacer algo para ayudar a los que viv¨ªan lo que yo hab¨ªa vivido¡±, cuenta.
Akkad se gana hoy un sueldo como traductor para los reci¨¦n llegados y pone todo de su parte para suavizarles el aterrizaje. ¡°El sistema de acogida es malo. No est¨¢ bien pensado para la situaci¨®n de cada persona. No es humano. Es como si hicieran una misma camiseta, de la talla S, para que se la pusiera todo el mundo por igual¡±.
Fallo contra la administraci¨®n
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid conden¨® en enero a la administraci¨®n por negar la acogida a varios demandantes de asilo por vulneraci¨®n de su derecho reconocido en al art¨ªculo 24 de la Constituci¨®n Espa?ola (el derecho a la tutela judicial efectiva y a la defensa) por negarles la acogida en el sistema de protecci¨®n para solicitantes de asilo, ordenando su readmisi¨®n en el programa de acogida. Tras el fallo, el Ministerio de Trabajo emiti¨® una orden para reingresar en este sistema a los demandantes de asilo devueltos a Espa?a en base al Reglamento de Dubl¨ªn.
A pesar de eso, la Iglesia se ha visto obligada a denunciar la desatenci¨®n de las administraciones. La Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia Cat¨®lica de Madrid present¨® el pasado 11 de junio una queja ante el Defensor del Pueblo en funciones, Francisco Fern¨¢ndez-Marug¨¢n, en la que denuncia que varias decenas de personas que reclaman protecci¨®n internacional se quedan "literalmente en la calle" ante la ausencia de una respuesta efectiva de las administraciones p¨²blicas. La Iglesia de Madrid denuncia desatenci¨®n de decenas de refugiados dejados "literalmente en la calle". "En los ¨²ltimos d¨ªas, en ausencia de respuesta efectiva del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad, Social, la Comunidad de Madrid y ante la saturaci¨®n del Samur Social del Ayuntamiento, varias decenas de personas, de ellas varias familias con ni?os, en alg¨²n caso con discapacidad severa y mujeres embarazadas o con reci¨¦n nacidos, se han visto literalmente en la calle, teniendo que haber sido alojadas de Emergencia en Centros Pastorales y Parroquiales de la Achidi¨®cesis de Madrid".
Representantes y portavoces de organizaciones sociales y sindicales que forman parte del espacio colaborativo Refugio por Derecho Madrid har¨¢n entrega este jueves de una carta dirigida al nuevo alcalde del Ayuntamiento de Madrid, para instarle a continuar con el compromiso pol¨ªtico adquirido en favor de la acogida de las personas refugiadas. Dicho compromiso se adquiri¨® hace dos a?os en el Encuentro de Municipios Madrile?os comprometidos con el Refugio, entre los que se encontraba el Ayuntamiento de Madrid.
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