La polic¨ªa del odio en Madrid se salva
El nuevo Ayuntamiento mantendr¨¢ la unidad creada por Carmena para luchar contra los ataques a la diversidad
Solo el paso de los meses ha permitido que Sonia N¨¢jera, de 42 a?os, explique con palabras el pasaje m¨¢s sombr¨ªo de su vida. Incapaz de relegar aquellos hechos al desv¨¢n de la memoria, trat¨® sin ¨¦xito de hallar un relato propio. Con todo, cuenta, se sobrepuso al balbuceo y busc¨® ayuda. Al otro lado del tel¨¦fono, un activista de la asociaci¨®n LGTBI Arc¨®poli adivinaba el origen de su malestar: homofobia y acoso laboral.
En esa llamada le recomendaron que comunicara lo ocurrido a la Unidad de Gesti¨®n de la Diversidad (UGD) de la Polic¨ªa Municipal, que trabaja estrechamente con los colectivos vulnerables y su constelaci¨®n asociativa. Manuela Carmena cre¨® este departamento durante la pasada legislatura y hoy cuenta con 29 agentes especializados en delitos de odio; esos en los que la v¨ªctima se elige por su origen, raza, religi¨®n, ideolog¨ªa, orientaci¨®n sexual o identidad de g¨¦nero. El a?o pasado recogieron 285 hechos de este tipo y emprendieron acciones por 140 de ellos. En una entrevista publicada este domingo por el diario ABC, Inmaculada Sanz, la nueva delegada de Seguridad, se compromete a mantener la unidad: "es ¨²til al Cuerpo". Ser¨¢ una excepci¨®n porque el nuevo Ayuntamiento eliminar¨¢ otras medidas de Carmena que buscaban asegurar los derechos ciudadanos como el Comit¨¦ ?tico o el proyecto para evitar paradas y cacheos policiales en la calle motivados por racismo.
Apoyada en la UGD, Sonia denunci¨® a la empresa para la que trabajaba y a varios de sus antiguos compa?eros. Del juicio no puede dar detalles, porque est¨¢ en fase de instrucci¨®n. Su memoria deambula por los inframundos de la violencia y, ahora s¨ª, encuentra la manera de contarlo: ¡°Me machacaron. Dej¨¦ de comer, no pod¨ªa dormir y estaba siempre triste. Pens¨¦ incluso en quitarme de en medio¡±, recuerda. Victoria Tercero, su pareja de 32 a?os, asiente en silencio. No quiere robarle ni un ¨¢pice de protagonismo a Sonia: ¡°Ahora que ya habla sin miedo...¡±.
A lo largo del proceso Sonia recibi¨® asesor¨ªa legal y apoyo psicol¨®gico: ¡°Todav¨ªa el polic¨ªa encargado de mi caso me llama todas las semanas para saber qu¨¦ tal estoy. Por otra gente que conozco, creo que si hubiera acudido a una comisar¨ªa normal no me hubieran cuidado del mismo modo. Quiz¨¢ ni tan si quiera me habr¨ªan animado a llegar hasta el final¡±, anota. Hasta que llegue la sentencia judicial, los nervios aparecen a cada rato. Mientras, ha encontrado otro empleo y en su cabeza bullen los futuribles. Esta historia no ha conseguido que se encierre de nuevo en un armario.
El fin de la UGD es acabar con el miedo. Sus dependencias en la calle Sacramento, 2, en el Madrid de los Austrias, no parecen una comisar¨ªa al uso. A la entrada hay ubicado un sof¨¢ claro, rodeado de folletos que informan sobre la discriminaci¨®n a inmigrantes, transexuales, sin techo, musulmanes o personas con diversidad funcional. ¡°?Por qu¨¦ es importante denunciar un delito basado en prejuicios?¡±, puede leerse en la primera p¨¢gina de un panfletillo. En las estanter¨ªas que jalonan el despacho se acumulan los reconocimientos. Uno, entregado por COGAM, luce la bandera arco¨ªris. A su lado est¨¢ la placa del Premio Derechos Humanos que les concedi¨® la fundaci¨®n Abogac¨ªa Espa?ola. Y una talla de madera de la Asociaci¨®n Lakoma, dedicada a la exclusi¨®n social.
Francisco Andr¨¦s, el inspector jefe, proviene de Tr¨¢fico y est¨¢ acostumbrado a bregar con los tr¨¢mites o el papeleo, que tampoco faltan en su ¨²ltimo destino: ¡°Nuestro trabajo consiste en salvaguardar los derechos de los colectivos m¨¢s sensibles, pero para ello primero tenemos que restaurar el v¨ªnculo con ellos. Porque la propia polic¨ªa ha podido vulnerar esos mismos derechos, as¨ª que desconf¨ªan de nuestra labor. Es complicado que recurran a nosotros si antes no nos acercamos a ellos¡±, declara. Para ello mantienen reuniones peri¨®dicas con sendas entidades de lo social. Y forman a otros polic¨ªas. Una vez que recogen el testimonio del denunciante, buscan testigos o grabaciones de c¨¢maras circundantes para aportar pruebas.
A Andr¨¦s le acompa?a Arantxa Miranda, una activista con placa que compagina su trabajo en la unidad con las tareas como vocal de delitos de odio de la Federaci¨®n Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB): ¡°Durante mucho tiempo hemos sido los ¨²nicos que denunciaban insultos hom¨®fobos o tr¨¢nsfobos. Otros polic¨ªas desconoc¨ªan las leyes de la Comunidad de Madrid a este respecto, que se aprobaron en 2016, y no interven¨ªan. Por un ¡°maric¨®n de mierda¡± te puede caer una multa de 200 a 3.000 euros¡±, asegura.
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