Rivera nunca ha sido progresista
Desde su nacimiento, Ciudadanos ha competido por ocupar un lugar en el nacionalismo de derechas
De d¨®nde habr¨¢ sacado Manuel Valls que Ciudadanos es un partido liberal y progresista? Probablemente de sus contactos con los dirigentes de Ciudadanos y de la abundante prosa period¨ªstica que difunde esta definici¨®n. Es l¨®gico que as¨ª sea porque esta ha sido la f¨®rmula oficial desde que el partido de Albert Rivera la adopt¨® en 2017. Pero Valls acaba de descubrir y se?alar lo que otros saben desde hace tiempo: la definici¨®n pol¨ªtico-ideol¨®gica de Ciudadanos concuerda con las propuestas liberales en materia econ¨®mica, pero en la pr¨¢ctica el progresismo brilla por su ausencia. A la hora de la verdad, Ciudadanos se comporta como un partido de la derecha conservadora y se junta si hace falta con la extrema derecha m¨¢s reaccionaria.
Es una cuesti¨®n de topograf¨ªa pol¨ªtica. Desde que The New York Times identificara a la hornada socialista de la d¨¦cada de 1970 como los j¨®venes nacionalistas espa?oles, este amplio espacio social, cultural y pol¨ªtico est¨¢ ocupado y hegemonizado por el PSOE y nada indica que vaya a quedar vacante. El nacionalismo progresista espa?ol tiene en este partido su expresi¨®n pol¨ªtica y eso no est¨¢ en discusi¨®n. Hay competencia, pero no por el vector nacionalista sino por el progresista. En cambio, el tambi¨¦n muy amplio espacio de la derecha nacionalista espa?ola, lo que medio siglo atr¨¢s fue definido como el franquismo sociol¨®gico, est¨¢ ocupado por un partido, el PP, que atraviesa una grave crisis por el estallido de una mir¨ªada de casos de corrupci¨®n. Ah¨ª s¨ª hay un posible espacio vacante. Un agujero negro con una enorme fuerza gravitatoria.
Ciudadanos la siente, pero esa atracci¨®n no es de ahora. No ha nacido con la larga agon¨ªa del PP ni de la ventana de oportunidad abierta para sustituir al partido de la corrupci¨®n oce¨¢nica. La competencia desaforada entre Albert Rivera y Pablo Casado parece una novedad, pero la pretensi¨®n de sustituir al PP ha estado ah¨ª desde casi siempre en la corta vida del partido. Ciudadanos naci¨® en 2005 por la uni¨®n de una serie de grupos de defensores de la lengua castellana en Catalu?a, periodistas y publicistas que hab¨ªan combatido la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica de los gobiernos de Jordi Pujol y, por extensi¨®n, al nacionalismo catal¨¢n. A finales de la d¨¦cada de 1990 algunos de ellos hab¨ªan puesto sus esperanzas en que el PSC de Pasqual Maragall y Jos¨¦ Montilla enviaran a Pujol y al nacionalismo catal¨¢n al desv¨¢n de los recuerdos. Pero cuando en 2003 el catalanismo progresista gan¨® las elecciones y sustituy¨® al pujolismo en el Gobierno de la Generalitat, estos n¨²cleos vieron con enorme disgusto y frustraci¨®n que el Maragall presidente no les hac¨ªa el m¨¢s m¨ªnimo caso.
De aquella frustraci¨®n naci¨® dos a?os despu¨¦s Ciudadanos y cuando en 2006 el nuevo partido consigui¨® hacerse con tres esca?os en el Parlamento catal¨¢n se lanz¨® a la tarea de convertirse en oposici¨®n a un gobierno de izquierdas. El partido se hab¨ªa identificado en su congreso fundacional como socialdem¨®crata y liberal, pero a la hora de las votaciones sus diputados se alineaban una y otra vez con las derechas. Porque estaban en la oposici¨®n al Gobierno del catalanismo progresista, de la izquierda, pero no estaban solos. En aquel Parlament se configuraron dos derechas. Por una parte, el centro-derecha del nacionalismo catal¨¢n representado por CiU; por la otra, el centroderecha del nacionalismo espa?ol representado por el PP y Ciudadanos. Todos contra el progresismo catalanista.
Siguiendo la formulaci¨®n de Aleix Vidal-Quadras, Ciudadanos hizo suya entonces la tesis de que el catalanismo progresista era, en realidad, pura continuaci¨®n del pujolismo. Esa tesis ca¨ªa en terreno abonado entre los afiliados y los electores del universo cultural del nacionalismo espa?ol, tanto los situados en la derecha como en la izquierda. Y cuando, en un momento cr¨ªtico, hacia 2010-2012, el nacionalismo catal¨¢n autonomista vir¨® al independentismo, se desencaden¨® una subasta entre el PP y Ciudadanos para ver cu¨¢l de las dos derechas era m¨¢s consecuentemente espa?olista. En Catalu?a, esa batalla la gan¨® ampliamente Ciudadanos el 21-D de 2017, en unas elecciones que casi borraron al PP de la c¨¢mara catalana.
En el conjunto de Espa?a, sin embargo, el PP resisti¨® el embate y aquella subasta entre PP y Ciudadanos por el espa?olismo no termin¨® en 2017 sino que continu¨® y se exacerb¨® todav¨ªa m¨¢s con la aparici¨®n de un nuevo contrincante en la puja, Vox, un partido desgajado del PP que ten¨ªa a Vidal-Quadras entre sus fundadores. Y as¨ª, sacando pecho espa?olista al un¨ªsono Casado, Rivera y el reci¨¦n llegado Santiago Abascal, los balbuceos progresistas de Ciudadanos quedan cada vez m¨¢s y m¨¢s lejos. Porque ni al principio ni ahora, Rivera ha competido por el progresismo, sino por el nacionalismo.
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