Los ¡®cazaterroristas¡¯, un estorbo para la polic¨ªa
Adolescentes, analistas e investigadores se hacen pasar por yihadistas en internet y acaban investigados por los agentes en un juego de espejos que hace perder horas de trabajo
Adolescentes con buena voluntad y demasiado tiempo libre. Presuntos analistas de inteligencia que quieren aumentar su prestigio. Periodistas, investigadores de todo pelaje, profesores de universidad, estudiosos del mundo ¨¢rabe. Incluso aprendices de estafador en busca de bitcoins. Todos ellos bucean en foros y redes sociales para desenmascarar a presuntos terroristas. Son cebos: llaman la atenci¨®n con mensajes radicales o fingen que quieren cometer un atentado sangriento. Pero, en un absurdo juego de espejos, la persona que est¨¢ al otro lado tampoco suele ser un yihadista de verdad sino, las m¨¢s de las veces, un polic¨ªa. Los cazaterroristas, al final, son un estorbo. Y pueden meterse en l¨ªos.
¡°Pedimos a la gente que no juegue a cazar terroristas en Internet. Nos dan mucho m¨¢s trabajo de lo que imaginan¡±, lamenta el inspector J. I., de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n (CGI). J. I. est¨¢ cansado de los ¡°falsos positivos¡± provocados por la hiperactividad de ciertos activistas. ¡°Cuando son observadores, no pasa nada. El problema es cuando destacan y fingen que quieren atentar. Entran, sin querer, en el radar de la polic¨ªa y generan una alarma. Y la tenemos que investigar, porque no damos nada por supuesto. Pero eso nos consume horas de trabajo y nos mina la moral¡±, subraya desde el cuartel general de la CGI en Madrid.
Las consecuencias de ese hilarante contraespionaje no solo las sufren un pu?ado de funcionarios. Para los cazaterroristas, son m¨¢s profundas. A veces, irreversibles. Un analista logr¨® introducirse en un canal de yihadistas ¡ªm¨¢s all¨¢ de las redes sociales cl¨¢sicas, los terroristas se mueven en foros de videojuegos e incluso en aplicaciones de citas como Tinder¡ª sin dejar huella¡ Hasta que Estados Unidos le detect¨®. Y, aunque los americanos conocieron su identidad, ¡°le han vetado la entrada al pa¨ªs de por vida¡±. ¡°Se retir¨® tarde¡±, dice, con sorna, el inspector.
El perfil habitual, sin embargo, es el de chicos que, tratando de atrapar a terroristas, ¡°juegan a ser superh¨¦roes¡± y acaban metidos en un l¨ªo. Los compa?eros de J. I. detectaron un perfil sospechoso en un foro radical. M¨¢s tarde, vieron ese mismo perfil en un foro sobre criminolog¨ªa. ¡°No sab¨ªamos si era un bueno infiltr¨¢ndose en los malos o al rev¨¦s¡±, dice con ese argot maniqueo que a menudo emplean las fuerzas de seguridad. Le identificaron. Result¨® ser un chico de 18 a?os. Intent¨® explicarse por WhatsApp. ¡°Soy cazador de terroristas independiente. Hacking y cracking¡±, respondi¨® junto a un emoticono sonriente. ¡°Le cay¨® una buena bronca de los padres¡±, recuerda el inspector.
Otro chico, en este caso un menor, tuvo la brillante idea de publicar en internet un c¨®digo binario que, traducido a coordenadas, llevaba hasta la estaci¨®n de Sants de Barcelona. El chico imit¨® un mensaje similar que se difundi¨® un d¨ªa antes del atentado mortal de Westminster, ocurrido en Londres el 22 de marzo de 2017. Aquel mensaje fue premonitorio: se?alaba el lugar exacto del puente donde iba a cometerse el ataque terrorista que caus¨® cinco muertos. Lo del menor, de 16 a?os y vinculado a Anonymous, era solo una broma. Pero eso no impidi¨® que la difusi¨®n del mensaje generase una alarma antiterrorista que oblig¨® a movilizar dotaciones de los Mossos d¡¯Esquadra. El adolescente fue detenido y sus padres tuvieron que afrontar el pago de miles de euros por el despliegue.
El juego de esp¨ªas lleg¨® al paroxismo con el delirante di¨¢logo que mantuvieron en foros de internet, en el verano de 2017, un analista de inteligencia de la empresa Exeintel y un cazaterroristas de 26 a?os. Los dos pensaban que el otro era el terrorista. Pero no. El chico, que se hac¨ªa pasar por un tal Ayoub, acab¨® solicitando bitcoins a su interlocutor para cometer atentados. As¨ª, en general. La polic¨ªa lo investig¨® tras la alerta de la compa?¨ªa y comprob¨® que era un falso positivo. Uno m¨¢s. Pero con tan mala fortuna que, poco despu¨¦s, el 17 de agosto, se produjo el atentado de Barcelona y Cambrils, que dej¨® 16 muertos. Y que tanto el perfil del chico como el contenido de los mensajes coincid¨ªan, en parte, con lo ocurrido realmente. Exeintel, de hecho, pens¨® que hab¨ªa entablado conversaci¨®n con Younes Abouyaaqoub, el conductor de la furgoneta de La Rambla, un extremo que salt¨® a los medios de comunicaci¨®n y que la polic¨ªa insiste en que es rotundamente falso.
Los problemas judiciales ¡ªpersonas investigadas, con el tel¨¦fono intervenido e incluso detenidas¡ª llegan cuando el ciberpatrullaje policial detecta al infiltrado. Pero si quienes descubren primero al cazador son yihadistas de verdad, gente de Estado Isl¨¢mico, entonces el escenario ya es m¨¢s sombr¨ªo: ¡°Hay periodistas que han recibido amenazas de muerte y a quienes se ha puesto precio a su cabeza¡±, dice el inspector, que insiste en las consecuencias de llamar la atenci¨®n. ¡°Si te haces pasar por radical es como si salieras a la calle con un chaleco de explosivos. Generas una alarma. Y posiblemente acabes detenido¡±.
Los falsos positivos se cuentan por decenas. J. I. recuerda adem¨¢s que las pruebas que puedan obtener los cazaterroristas no sirven de nada. Cita como ejemplo la confesi¨®n obtenida por el padre coraje sobre el asesinato de su hijo. ¡°Aqu¨ª no queremos h¨¦roes sino gente normal que siga unos protocolos¡±. Y termina con un mensaje a lo T¨ªo Sam: ¡°Si tienes ganas de cazar terroristas, oposita y ¨²nete a la Polic¨ªa¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.