Lana Del Rey aburre a las piedras en el FIB
La neoyorquina solventa un impecable ejercicio de esteticismo hueco en la primera jornada grande del Festival de Benic¨¤ssim
Vale, podemos decir que no hay diva m¨¢s improbable que esta mujer que se aviene a cantar a la tristeza veraniega (Summertime Sadness) en el festival con m¨¢s solera de nuestro calendario. Y a convencer con ello a casi todo el personal. Pero todo en Lana Del Rey rezuma esa dejadez tan calculada, ese glamourizado abandono a una fatalidad que seguramente ni ha debido tener tiempo de experimentar en carne propia (el amor como tormento, la muerte como destino apetecible cuando la cuenta corriente no tiene suficientes d¨ªgitos para acunar tantos ceros), que el triunfo de Lana Del Rey es el triunfo del esteticismo huero en la era de Instagram. Podemos entretenernos discutiendo si lo suyo tiene algo del influjo vestal de Kate Bush, si se precipita a veces por las simas de insondable vacuidad de Enya o por el contrario nos acaba remitiendo a la estilizada gelidez de Alison Goldfrapp, pero ¨C s¨ª, las comparaciones son muy odiosas ¨C hasta Florence Welch transmite mucha m¨¢s sangre en escena, poni¨¦ndonos en clave estrictamente actual. Y eso que su directo refleja m¨¢s registros que hace unos a?os, aunque anoche dejara pocos rastros del vitalista Lust For Life (2017), un quinto ¨¢lbum repleto de interesantes colaboraciones, con apuntes de r¨ªtmica hip-hop que no tienen rescate en escena.
Todo en su show es pura pompa: desde las enormes palmeras que secundan el escenario transport¨¢ndonos a esa California que en sus manos se debate entre el sue?o y la pesadilla, hasta las t¨ªmidas coreograf¨ªas, pasando por sus poses de mujer fatal. Su propuesta vintage, pre?ada de sensualidad prestada, se antoja tan narc¨®tica que acaba por invitar a echarse una buena cabezadita. Entre la pl¨¢cida vigilia y el quedarse frito hay a veces una delgada l¨ªnea. Muy fina. Y ella la bordea bien a gusto. En fin, se puede decir que Lana Del Rey justific¨® su condici¨®n de cabeza de cartel en la primera gran noche del FIB del 25 aniversario (lo del jueves apenas fue una presentaci¨®n a la vieja usanza, con solo un escenario activo, en esta edici¨®n de recortes), pero a costa de perfeccionar un espect¨¢culo tan irreprochable como epid¨¦rmico. Tan bonito como insustancial. Ah, y sin una prestaci¨®n vocal como para tirar cohetes.
A la espera de lo que nos deparen esta noche los Kings of Leon, viejos conocidos del festival, el FIB, mucho menos frecuentado que en cualquiera de las ¨²ltimas ediciones (el baj¨®n de p¨²blico es muy notorio) est¨¢ siendo pr¨®digo en conciertos muy desiguales. Algunos francamente prometedores ¨C como el de los irlandeses Fontaines DC el jueves, con su contagioso derroche de bilis punk a lo James Joyce rebanado justo cuando su bolo alcanzaba altura de vuelo, una l¨¢stima ¨C y otros que no terminan de responder a las expectativas, como el de los brit¨¢nicos The 1975, tan intermitentes anoche como se muestran en su ¨²ltimo ¨¢lbum, el interesante A Brief Inquiry into Online Relationships (2018). Un disco compuesto a modo de playlist, con sus virtudes y sus defectos, que anoche tuvo una traducci¨®n tan vol¨¢til como su propio contenido, muy decantado sobre el escenario hacia un sentimentalismo millenial ciertamente edulcorado, entre arrebatos de result¨®n funk pop, algunas canciones anodinas y alguna otra enorme como esa Love It If We Made It (que parece un espl¨¦ndido cruce entre Tears For Fears y Bruno Mars) que defendieron, ay, sin demasiado arrojo.
Sus paisanos Superorganism, por su parte, nos recordaron con su saltar¨ªn bolo a esa estirpe de delicias de pop pizpireto, desprejuiciado y revoltoso, a la que tambi¨¦n pertenec¨ªan The Go! Team o Throw That Beat in The Garbage Can! (vaya, por algo ambos llevaban signos de exclamaci¨®n en su nombre), mientras el escoc¨¦s Gerry Cinnamon se perfil¨® como un Jake Bugg de bolsillo y el neoyorquino Gus Dapperton, con su encantadora estampa de nerd ilustrado, dej¨® unos cuantos destellos de synth pop estiloso. Hasta el domingo a ¨²ltima hora, m¨¢s. Mucho m¨¢s.
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