De la confluencia a la fragmentaci¨®n
Cuatro a?os despu¨¦s, la izquierda alternativa ha logrado ¨¦xitos, pero no ha consolidado una direcci¨®n m¨¢s all¨¢ del liderazgo de Ada Colau
A las fuerzas situadas a la izquierda del partido socialista los ¨¦xitos les han llegado en Catalu?a en momentos de una confusi¨®n pol¨ªtica y organizativa que nubla sus expectativas. La primera victoria alcanzada por la confluencia de estas fuerzas le vali¨® la conquista de la alcald¨ªa de Barcelona por Ada Colau. Luego, la apuesta fue ratificada por dos ¨¦xitos consecutivos en las elecciones legislativas de 2015 y 2016, que les otorgaron la mayor representaci¨®n de Catalu?a en el Congreso de los Diputados. En aquella primera etapa, que dur¨® hasta 2017, parec¨ªa que esos hitos eran base suficiente para consolidar una nueva fuerza pol¨ªtica destinada a sustituir por la v¨ªa de una integraci¨®n al primer partido que hab¨ªa promovido la confluencia, Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV), y al que aportaba el empuje renovador de las movilizaciones del 15-M, Podemos.
Cuatro a?os despu¨¦s, sin embargo, el intento de constituir Catalunya en Com¨² como esa nueva organizaci¨®n ha quedado a medio camino, no acaba de cuajar. La primera prueba de que iba a encontrarse con enormes dificultades fue la ruptura del grupo parlamentario, bautizado como Catalunya S¨ª que es Pot, en 2017, en el momento ¨¢lgido del proceso independentista. Quien era su portavoz en el Parlament, Joan Coscubiela, ha dejado un desolador testimonio escrito del v¨ªa crucis en que se convirti¨® la cotidianeidad de la coalici¨®n, la persistencia de fuertes tendencias centr¨ªpetas, la pesada r¨¦mora de la cultura grupuscular propia de la extrema izquierda y la continua presi¨®n de los competidores independentistas para abortar el proyecto desde dentro.
El posterior lanzamiento de Catalunya en Com¨² y su alianza con Podemos cont¨® con el empuje de Colau, que aportaba un liderazgo necesario para este tipo de operaciones. Pero, absorbida por la compleja gesti¨®n del gobierno municipal barcelon¨¦s en condiciones de fr¨¢gil minor¨ªa, la alcaldesa encarg¨® a finales de 2016 a Xavier Dom¨¨nech, que se hab¨ªa revelado como un buen parlamentario, la secretar¨ªa general de la nueva formaci¨®n. Dom¨¨nech tir¨® la toalla al cabo de medio a?o y desde entonces el proyecto coexiste con las diversas organizaciones que formalmente aceptan integrarse en ¨¦l. No hay una direcci¨®n, hay cuatro o cinco. A las elecciones municipales de hace dos meses se lleg¨® con una fragmentaci¨®n de este espacio pol¨ªtico que contradec¨ªa abiertamente la idea misma de confluencia que hab¨ªa abierto el proceso. Una sopa de siglas.
El posterior lanzamiento de Catalunya en com¨² y su alianza con Podemos tuvo el apoyo de Colau, que aportaba un liderazgo necesario para este tipo de operaciones
Es dif¨ªcil predecir si la liquidaci¨®n de Iniciativa per Catalunya-Verds, anunciada semanas atr¨¢s por su Consejo Nacional, facilitar¨¢ o dificultar¨¢ el avance del proceso. El principal problema que ha lastrado la configuraci¨®n de Catalunya en Com¨²-Podem como nuevo partido es la existencia de culturas pol¨ªticas distintas renuentes a someterse a una direcci¨®n. Y lo que ICV aportaba, entre otras cosas, es precisamente la cultura de direcci¨®n pol¨ªtica. Colau ha actuado como la figura capaz de unir a los componentes de la confluencia. La f¨®rmula ha funcionado en Barcelona en Com¨², una organizaci¨®n que ha superado con relativo ¨¦xito la singladura de un extenuante mandato municipal en la capital catalana. Pero no ha bastado para imponerse a escala catalana.
Se ha llegado as¨ª a esa extra?a y parad¨®jica situaci¨®n en la que los herederos directos del PSUC y de sus sucesivas y reiteradas escisiones y recomposiciones en forma de ICV y Esquerra Unida i Alternativa, sumados al universo alternativo y grupuscular de la extrema izquierda, que inclu¨ªa desde los altermundialistas hasta ex trotskistas y a plataformas sociales como la lanzada por Colau contra los desahucios, dirigen en estos momentos el Ayuntamiento de Barcelona y han tenido en sus manos nada menos que la llave del Gobierno de Espa?a, pero al mismo tiempo carecen de un partido con una organizaci¨®n y un equipo de direcci¨®n consolidados.
Quiz¨¢ la laxitud organizativa sea una caracter¨ªstica del tiempo que vivimos, de la era de las redes digitales y la pol¨ªtica convertida en espect¨¢culo televisivo, y quiz¨¢ sea la ¨²nica forma de agregar componentes tan dispares como los reunidos en las confluencias en torno a Podemos. Pero no hay un partido fuerte si no hay una direcci¨®n fuerte, m¨¢s all¨¢ del liderazgo de Colau. En realidad, si se analiza con cierto detalle el descenso electoral de la confluencia de izquierdas en las elecciones municipales de mayo lo primero que salta a la vista, incluso en el caso de la ciudad de Barcelona, es que las cosas funcionaron donde hubo organizaci¨®n y direcci¨®n y fracasaron o retrocedieron donde no los hubo.
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