Manual de resistencia al pacto
La estrategia de Pedro S¨¢nchez genera dudas sobre su voluntad de negociar. La insistencia de Iglesias en controlar ¨¢reas de gobierno revela una forma de entender la coalici¨®n que alimenta la desconfianza
En los ¨²ltimos d¨ªas hemos asistido a una agria guerra de relatos entre el PSOE y Unidas Podemos para dirimir quien carga con la responsabilidad del fracaso en la negociaci¨®n de la investidura de Pedro S¨¢nchez. Pero m¨¢s all¨¢ de los evidentes errores de ambas partes, la cuesti¨®n sigue siendo ?quer¨ªa realmente el PSOE llegar a un acuerdo para formar un gobierno de coalici¨®n? Porque si lo quer¨ªa, resulta dif¨ªcil hacerlo de forma m¨¢s torpe, y si no lo quer¨ªa, podr¨ªa habernos ahorrado el espect¨¢culo. Solo en la cabeza de Pedro S¨¢nchez y su asesor ¨¢urico Iv¨¢n Redondo est¨¢ la respuesta. Es posible que nunca lleguemos a saberlo, tantas son las capas de relato que se vierten sobre esta negociaci¨®n, pero hay algo que todo el mundo ha visto: cuando se quiere pactar con alguien, no parece que abroncarle sea la mejor forma de lograrlo.
En los casi tres meses transcurridos desde las elecciones, S¨¢nchez apenas se hab¨ªa movido para asegurar la investidura. Primero plante¨® un gobierno en solitario. Estaba en su derecho, pero era poco realista. S¨®lo se avino a negociar cuando comprob¨® que no podr¨ªa repetir la jugada de la moci¨®n de censura, en la que las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas le invistieron presidente sin contrapartida alguna. Finalmente, ofreci¨® a Unidas Podemos un pacto pero sin entrar en el gobierno y solo al final, cuando ya faltaban pocos d¨ªas para la votaci¨®n, acepto negociar una posible coalici¨®n.
El PSOE hab¨ªa pedido el voto para un gobierno progresista, con lo que se daba por hecho que si lo necesitaba pactar¨ªa con Unidas Podemos. Los de Iglesias tambi¨¦n ped¨ªan el voto, en este caso para anclar en la izquierda las pol¨ªticas del gobierno. A S¨¢nchez le correspond¨ªa tomar la iniciativa y ha tenido tres meses para negociar. ?C¨®mo es posible que llegara a la votaci¨®n de investidura sin el pacto hecho? ?A qu¨¦ estratega se le ocurre que en 48 horas podr¨¢ negociar nada menos que un gobierno de coalici¨®n? Cualquiera que haya observado c¨®mo se han gestado los que funcionan en Europa sabe que no se consigue en unos d¨ªas. S¨¢nchez lleg¨® a la investidura sin haber sumado un solo voto y empez¨® el debate haciendo cosas muy raras: mientras se?alaba a Unidas Podemos como socio preferente, ped¨ªa con insistencia la abstenci¨®n de Ciudadanos y del PP, se supone que para no tener que pactar con quien no deb¨ªa. Y mientras les ped¨ªa la abstenci¨®n, les lanzaba duras reprimendas. Se comportaba como si todos los dem¨¢s tuvieran la obligaci¨®n de apoyarle y fueran unos irresponsables por no hacerlo. Curiosa manera de seducir, la de Pedro S¨¢nchez.
Especialmente dura ha sido la relaci¨®n con Unidas Podemos. Es cierto que, con f¨®rceps y a destiempo, el PSOE ha recorrido un largo trecho: en apenas unos d¨ªas ha pasado de rechazar la entrada de Unidas Podemos en el gobierno, a aceptar una coalici¨®n. Pero con muchas reticencias y escasa convicci¨®n. Al final de la primera sesi¨®n de investidura, el veredicto de los analistas era casi un¨¢nime: Pedro S¨¢nchez estaba perdiendo el relato. Era evidente que se hab¨ªa hecho el remol¨®n con propuestas vagas para acabar planteando un veto a Pablo Iglesias. Si esperaba que este reaccionara enroc¨¢ndose de tal modo que pudiera culparle de tener que ir a nuevas elecciones, fall¨® en sus c¨¢lculos porque Iglesias tore¨® bien la envestida y, renunciando a entrar en el gobierno, devolvi¨® la pelota al tejado de S¨¢nchez. Pero lo que hab¨ªa sido demoledor para el candidato era que el resto de las fuerzas pol¨ªticas apoyara el relato de Iglesias poniendo en duda su voluntad de negociar.
Y a partir de ah¨ª lleg¨® el desprop¨®sito final. Una negociaci¨®n a cara de perro, contra reloj, en medio de una fuerte desconfianza y con filtraciones interesadas que preludiaban un mal final. Unidas Podemos cometi¨® el error de aceptar un marco temporal imposible que le obligaba a centrar la negociaci¨®n en las competencias y carteras que asumir¨ªa. La insistencia en ¡°controlar¡± ¨¢reas determinadas para poder aplicar su programa evidenciaba un concepto de gobierno de coalici¨®n que pon¨ªa los pelos de punta a los dirigentes socialistas porque anticipaba futuras deslealtades.
Cuando S¨¢nchez acudi¨® el jueves a la segunda votaci¨®n, los puentes con Unidas Podemos estaban rotos. Y el resto de fuerzas necesarias para superar la votaci¨®n de investidura se quejaban amargamente de que nadie del PSOE les hubiera contactado. De haber considerado que realmente el acuerdo con Unidas Podemos era posible, ?no hubiera sido l¨®gico negociar en paralelo los votos que le faltaban? Incluso si se los ofrec¨ªan sin contrapartidas, ?no merec¨ªan una triste llamada de cortes¨ªa? Esta forma de proceder se aleja mucho de los requisitos que figuran en cualquier manual para una negociaci¨®n exitosa. M¨¢s bien encajar¨ªa con los de un manual de resistencia al pacto. ?Seguir¨¢ S¨¢nchez la misma estrategia en los dos meses que quedan para evitar las elecciones? Todo apunta que s¨ª.
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