El atentado visto desde un balc¨®n
C¨¦sar Algora, vecino de La Rambla, tom¨® 200 fotos del impacto que gener¨® en su carrera homicida el terrorista Aboyaaqoub el 17 de agosto de 2017
Con los porticones del balc¨®n cerrados para mitigar el jaleo siempre constante de La Rambla y las tablillas de las persianas medio abiertas. En la penumbra de una calurosa tarde de verano, escuch¨® dos golpes secos. Le parecieron peque?as explosiones, como si fueran petardos. Luego un griter¨ªo extra?o que se dilu¨ªa, como si se alejara. Hasta desaparecer. Se asom¨® al balc¨®n y en primer t¨¦rmino vio a una mujer en el suelo junto a un sem¨¢foro. Un ni?o y dos personas m¨¢s en la acera central del paseo y un hombre tendido junto al quiosco de prensa ¡ªjusto bajo su edificio¡ª con las piernas recogidas y con sangre en una de ellas. En el suelo, desperdigadas, decenas de postales de Barcelona, expositores de souvenirs tirados, y un fragmento de lo que parec¨ªa la carrocer¨ªa de un coche.
Era un trozo del guardabarros de la furgoneta blanca Fiat Talento, conducida por Younes Aboyaaqoub, de 22 a?os, el terrorista que atropell¨® a decenas de personas, mat¨® a 13 de ellas e hiri¨® a un centenar largo en la mortal carrera que inici¨® al principio de La Rambla y termin¨® a la altura del Liceo. Eran las 16.50 del jueves 17 de agosto de 2017.
C¨¦sar Algora estaba solo en casa ¡ªsu familia estaba fuera de Barcelona¡ª y tambi¨¦n en el edificio, al principio de La Rambla. ¡°Los vecinos estaban de vacaciones y nadie m¨¢s se asom¨® a los balcones. Enseguida vi una estampida de gente que sub¨ªa corriendo por el lateral del paseo y hu¨ªa por la calle Canuda y Santa Anna. Otras personas estaban junto a los que permanec¨ªan en el suelo. La Guardia Urbana lleg¨® enseguida, tambi¨¦n los Mossos. Iba a bajar pero al ver que hab¨ªa gente me qued¨¦ entrando y saliendo al balc¨®n, avisando por WhatsApp a amigos y familia de que algo serio hab¨ªa pasado en La Rambla y mirando el 3/24 [canal de noticias]¡±, explica.
Los comercios ¡ªatestados de gente que se hab¨ªan refugiado¡ª bajaron las persianas. M¨¢s furgonetas de los mossos, ambulancias. ¡°Solo se o¨ªan las voces de los agentes y los servicios de emergencia. Cubrieron con una manta t¨¦rmica a la mujer del sem¨¢foro [fue una de las v¨ªctimas mortales] y enseguida se llevaron a los heridos. Luego el silencio se apoder¨® de La Rambla. Un silencio que sobrecog¨ªa¡±, a?ade. Las primeras fotos las hizo con el m¨®vil. Despu¨¦s cogi¨® su c¨¢mara fotogr¨¢fica ¡ªuna Lumix 25/400¡ª para tener m¨¢s campo de visi¨®n. Llegaron otros polic¨ªas que salieron de una furgoneta sin distintivos. Eran agentes del Grupo Especial de Intervenci¨®n que se parapetaron detr¨¢s del quiosco, metralletas en mano y protegidos por escudos antiexplosivos. ¡°Miraban hacia arriba, a alg¨²n punto de la acera [lado Llobregat]. Me vieron y me dijeron que me metiera dentro y que no hiciera m¨¢s fotos¡±.
La Rambla segu¨ªa desierta. Solo polic¨ªas. Y mucha confusi¨®n informativa. Hubo una alerta de que un terrorista se hab¨ªa atrincherado en Luna de Estambul, un restaurante que estaba junto al bar N¨²ria, al principio de La Rambla. Algora vio movimiento en esa direcci¨®n, sobre las seis de la tarde, y sigui¨® haciendo fotos pero sin salir del todo al balc¨®n. La escena de esa tanda de im¨¢genes se repite. Mujeres, hombres y ni?os sal¨ªan del bar. Uno a uno, con los brazos en alto, y dejando los m¨®viles y objetos en el suelo. Fue una falsa alarma.
Pasaban las ocho de la tarde, seg¨²n la hora que marca la siguiente tanda de fotos. ¡°Las persianas de los comercios, que permanec¨ªan cerradas a cal y canto desde el atentado, se empezaron a abrir por orden de los mossos que evacuaron a los que se hab¨ªan refugiado¡±, comenta Algora. En filas ordenadas, y pegados a la pared, la gente se encaminaba Rambla arriba acompa?ada por agentes hasta el per¨ªmetro de seguridad.
¡°No ten¨ªa que salir de casa para nada y dudo que me lo hubieran permitido. Estuve horas y horas hablando por tel¨¦fono, siguiendo las noticias y asom¨¢ndome al balc¨®n para ver qu¨¦ ocurr¨ªa¡±, recuerda. Tras la evacuaci¨®n de los comercios, de nuevo el silencio. ¡°Era tan extra?o... y, desde luego, lo que m¨¢s me impact¨®¡±. Por su profesi¨®n, gu¨ªa tur¨ªstico, conoce muy bien la historia de la ciudad y la del paseo m¨¢s popular e internacional de Barcelona: ¡°La Rambla ha ido cambiando desde que naci¨® y ha sido escenario de los cambios y la transformaci¨®n de la ciudad. Durante d¨¦cadas fue el paseo principal de los barceloneses, tambi¨¦n el lugar donde se instalaban las casetas de los partidos pol¨ªticos y de los sindicatos durante muchos a?os, por all¨¢ han pasado incontables manifestaciones, Canaletas es el lugar de celebraci¨®n de las victorias del Bar?a y ahora el turismo se ha adue?ado de ella. Pero siempre, siempre, ha estado llena de vida. Por eso era tan terrible aquel silencio y la quietud¡±.
Desde el balc¨®n vio c¨®mo marcaban de amarillo el lugar donde hab¨ªan ca¨ªdo los fragmentos de la furgoneta. Las ¨²ltimas fotos las tom¨® sobre las dos de la madrugada: fue a los veh¨ªculos de limpieza que retiraban las cosas que hab¨ªan quedado desperdigadas en la acera: postales, un mont¨®n de abanicos, tambi¨¦n la manta t¨¦rmica con la que hab¨ªan cubierto a la mujer que falleci¨® all¨ª mismo.
Mensajes de paz
Por la ma?ana, ya se pod¨ªa acceder al paseo aunque poca gente se adentr¨®. Los quioscos intentaban recuperar la normalidad igual que las paradas de floristas. La mayor parte de los comercios, incluida la Boqueria, no abrieron hasta mediod¨ªa. Poco a poco la gente fue colocando flores y escribiendo mensajes de paz. Uno de los puntos fue justo frente al balc¨®n de C¨¦sar Algora que volvi¨® a hacer fotos del mapamundi en el que se convirtieron las losetas negras del paseo donde la gente escrib¨ªa el nombre de su pa¨ªs o ciudad. "Poco a poco, pero con un respetuoso silencio, volvi¨® el color y la gente a La Rambla", describe. "El atentado deber¨ªa servir para reflexionar sobre la relaci¨®n entre el norte-sur; oriente y occidente. Hemos visto sus efectos pero no hacemos nada para solucionar la causa". C¨¦sar sali¨® de su casa a mediod¨ªa el d¨ªa 18 para ir a la concentraci¨®n en respuesta al atentado en la plaza de Catalunya: "Fue muy emocionante". Y los ojos se le llenan de l¨¢grimas.
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