El alarmismo no mejora la seguridad
La respuesta de la derecha siempre conduce al mismo lugar: m¨¢s vigilancia y penas m¨¢s duras. Pero los problemas de criminalidad son complejos y hay que ir a las causas. Es mejor prevenir que castigar.
Barcelona est¨¢ viviendo una crisis, pero no propiamente de seguridad. Es una crisis de esas que crea la posmodernidad, en la que las percepciones y los discursos cuentan m¨¢s que los datos y los hechos. Las palabras crean marcos mentales de referencia, a veces distorsionados, que constri?en el debate p¨²blico. El alarmismo no es el mejor instrumento para abordar los problemas de seguridad. Tampoco lo es la instrumentalizaci¨®n partidista. Deber¨ªamos ir con cuidado de no crear una din¨¢mica de exageraci¨®n que acabe volvi¨¦ndose en contra de la propia ciudad. Siempre que se politiza, el debate de la seguridad beneficia a la derecha. En un clima de incertidumbre, despu¨¦s de una crisis que nos ha dejado socialmente exhaustos, generar inquietud siempre puede resultar electoralmente rentable. Pero la respuesta que plantea la derecha siempre acaba en el mismo lugar: m¨¢s vigilancia y penas m¨¢s duras. Raramente va a las causas. El Colegio de Crimin¨®logos de Catalu?a ha intentado poner cordura al debate alertando sobre el peligro de los discursos criminalizadores, porque suelen focalizarse sobre los colectivos m¨¢s vulnerables.
No se trata, por supuesto, de negar la realidad, pero s¨ª de abordarla en su complejidad. La preocupaci¨®n tiene bases reales pero la alarma desatada en las ¨²ltimas semanas tiene mucho de construcci¨®n medi¨¢tico-pol¨ªtica. Hasta 2017 el n¨²mero de delitos denunciados permanec¨ªa m¨¢s o menos estable. Pero ese a?o se observ¨® un incremento del 17,7% respecto del a?o anterior. El an¨¢lisis de los datos permiti¨® observar que en su mayor¨ªa eran hurtos protagonizados por carteristas que operan en el metro y en las zonas tur¨ªsticas y de ocio. No ocurre solo en Barcelona. El turismo atrae carteristas, y si adem¨¢s es una ciudad con econom¨ªa y proyecci¨®n global, el ¨¦xito tambi¨¦n atrae criminalidad organizada.
Una combinaci¨®n negativa, en la que se alinearon la congelaci¨®n de las plantillas policiales, el desv¨ªo de recursos de seguridad a la prevenci¨®n del terrorismo y los efectos de la sentencia 481/2017 del Tribunal Supremo que imped¨ªa aplicar la reincidencia m¨²ltiple a los carteristas provoc¨® una especie de tormenta perfecta que tuvo un r¨¢pido reflejo en las encuestas de victimizaci¨®n. Pero este problema est¨¢ encarrilado. Habr¨¢ m¨¢s Mossos d'Esquadra y m¨¢s vigilancia en las zonas de mayor riesgo, se ha abierto un segundo juzgado para delitos menores y se plantea un cambio legislativo que permita perseguir con mayor eficacia a los carteristas. Porque una cosa es que no se aplique la m¨²ltiple reincidencia a ladrones ocasionales movidos tal vez por la necesidad, y otra que eso se traduzca en impunidad para unos profesionales del robo organizado.
Im¨¢genes como la de la pelea con una catana en las calles del Raval hab¨ªan creado el marco propicio para un fen¨®meno de sobreexposici¨®n medi¨¢tica de todo lo relacionado con la seguridad. La utilizaci¨®n de este problema como arma para desgastar a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, actu¨® como catalizador de la espiral que hemos visto este verano. Ninguna ciudad resiste que cada incidente violento sea objeto de recuento y se convierta en titular de portada.
Pero hay datos preocupantes. Los robos con violencia han aumentado un 30% y tambi¨¦n los homicidios. Habr¨¢ que observar con detenimiento si se trata de un fen¨®meno puntual o refleja un cambio de tendencia. La muerte de una joven de 26 a?os en el Puerto Ol¨ªmpico, apu?alada por quien hab¨ªa intentado robarle el m¨®vil, puso el foco sobre un fen¨®meno que resulta especialmente inquietante: la violencia gratuita, innecesaria o desmesurada. Desde que el 24 de junio muri¨® una diplom¨¢tica coreana por el empuj¨®n de un carterista, se han producido en Barcelona once muertes violentas. No son pocas. En todo 2018 se produjeron 10 y en lo que llevamos de a?o sumamos 15. De las ocurridas durante el verano, dos han estado protagonizadas por encapuchados que iban a ejecutar a la v¨ªctima y cuatro han sido el resultado de peleas y ajustes de cuentas. Adem¨¢s, una mujer sueca fue encontrada muerta bajo un tr¨¢iler en Can Tunis y alguien mat¨® a un matrimonio octogenario en su casa.
A veces se producen concentraciones estad¨ªsticas, y este podr¨ªa ser el caso. Pero tambi¨¦n podr¨ªa ser que se estuviera incubando un sustrato social propicio a la violencia gratuita o meramente reactiva. Si as¨ª fuera, deber¨ªamos averiguar por qu¨¦. Ir a las causas. Las pol¨ªticas deben ir encaminadas a prevenir antes que a reprimir. El castigo siempre llega demasiado tarde. La pol¨ªtica de tolerancia ceroque populariz¨® el alcalde Rudolph Giuliani en su plan de choque para Nueva York es un eslogan con m¨¢s eficacia psicol¨®gica que preventiva. Calma y crea confort a quienes tienen miedo y se sienten amenazados, pero no incide sobre las causas y f¨¢cilmente puede conducir a una espiral de populismo penal. Ninguna ciudad ha logrado erradicar totalmente la delincuencia. Ni que pusi¨¦ramos un polic¨ªa en cada esquina. La chica del Puerto Ol¨ªmpico fue apu?alada junto a un guardia de seguridad.
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